Buscando entender algunas de las claves que debería sostener al quehacer teatral para niños y niñas que se efectúan en el país, siempre surgen un espectro de interrogantes que tratan de abrir una senda hacia su comprensión. Cuestionar los asuntos conocidos de la labor que impulsa a los teatristas preocupados por el hecho escénico para niños, el preguntarse de múltiples maneras si se ha avanzado o no en las cuestiones fundamentales que deben ser preocupación medular del teatro infantil e, inquirirse de forma activa si los territorios del imaginar / crear para la infancia y la juventud se han constreñidos o dilatado en los últimos diez años, supone que las formas y las maneras de enfrentar el hacer para esta modalidad no sea solo una propensión sin una verificación.
El reto es: ver y preguntarse. Preguntarse y verificar. Verificar y contrastar. De los resultados obtenidos de estos pasos se podría obtener ciertos indicadores que ayudarían a los practicantes (autores, directores, actores y diseñadores) a formalizar distintos territorios de preguntas y así, darle un oxígeno vital a lo que el teatro para niños debería favorecer: la formación de un mejor adulto.
a la infancia y la juventud debe ser ese ámbito que permita colocar unos paradigmas para ver si estos se sostienen o dejan de tener asideros con la actual realidad social del país el cual expone un incremento de una población infantil y juvenil que requiere ser atendida en toda su extensión de valores, educativa, psicológica y emocional.
Parte de las múltiples cuestiones que tocan al quehacer teatral infantil y juvenil siguen siendo álgidas. Algunas podrían estar bajo estas preguntas: ¿Qué factores de responsabilidad envuelve a los artistas que intervienen en el proceso de conceptualización/montaje/difusión del producto escénico?, ¿Nuestro teatro para niños se erige como la más decantada fórmula para generar el surgimiento de ese nuevo consciente lector/espectador que el teatro nacional demanda?, ¿Qué tipo de estrategias movilizan a grupos como compañías en lo que se entiende ese teatro infantil capaz de generar un cambio de paradigmas en Venezuela?
Son contados los grupos y los creadores que buscan dar oportuna respuesta a estas inquietudes. Un ejemplo de esa actitud de cambiar los paradigmas lo constaté el pasado mes de Agosto en la ciudad de Maracay gracias al sólido trabajo verificado en el Teatro de la Ópera de Maracay donde se presentó la producción infantil –pero con rasgos de abarcar a toda la familia- de la obra musical Sofía Superstar escrita, dirigida y producida por Daniel Vásquez bajo el rigor creativo y conceptual de su agrupación Teatrofia.
Del tratamiento del tema, la formulación del argumento, el perfilamiento de los personajes, el trabajo artístico de diseño y realización, la idea musical, el trabajo histriónico en su conjunto, la visual de resolución espacial, la búsqueda de una conexión con el espectador y la articulación de un todo significante, hicieron que esta propuesta estuviese orientada en romper con las convenciones y clichés que, por lo general atrofian a buena parte de lo que se muestra como trabajos para niños y sus familiar.
El asunto de la muerte conjugada con la esperanza, la conjunción de solidaridad ante lo ominoso existencial se tradujo en un mensaje lleno de optimismo. La traducción de ello fue ver como se abre una distinta puerta para enfocar otro entender sobre lo que debe ser o no, el placer evasivo que, por lo general signa a esta clase de montajes. Lo dramatúrgico como la concreción de todos los elementos formales de la puesta en escena se hilaron abiertamente sin signos superfluos o maniqueos y menos aun, de atizonarlo de un melodramatismo funcional. Sobriedad en todos los elementos que conformaron este trabajo, apego artístico para decir lo que debía decir y una justeza estética en cada una de las partes dieron ese sí que uno aspira hallar en montajes de esta clase.
La labor artística fue compacta y lúcida; destacaron la chiquilla Asly Andazol como Sofía con verdad y fuerza creativa; Nellet Cuervo, Daniel Flores, Juan Pablo Picón, Johan Patino y Yurimar Peraza entre muchos otros fluidos histriones, crearon esa sensación de un trabajo consistente, bien calibrado y lleno de entrega que dio sin duda, un hálito de cambio a lo que entiendo, debe ser el trabajo creador para nuestra infancia. A todos: ¡Un sonoro aplauso!
BITACORA CRITICA
Ámbito cibernético para exponer una "mirada" y "opinión" subjetiva - objetiva sobre la dinámica escénica que exprese el teatro venezolano tanto en las regiones o en la capital. Se asentará comentarios, ideas, opiniones,informaciones y problemas del mundo teatral. Espacio para promover, difundir, fomentar, apoyar y estimular el debate sobre el arte escénico.
miércoles, 28 de septiembre de 2016
viernes, 16 de septiembre de 2016
EN PANAMAX, ¡NO HAY SEGURIDAD! ¿O SI?
Del reconocido articulista, novelista y dramaturgo, Ibsen Martínez (Caracas, 1951) se está presentando en el Teatro Chacao desde el Jueves 0 de septiembre, su más reciente obra, Panamax: Propuesta asumida bajo la responsabilidad del grupo Teatro Estudio de Caracas y concretada con la puesta en escena de Carlota Vivas. Ácido texto dramático que expone ante el público que la estado presenciando desde hace varios días bajo los parámetros de ser “una sátira metáfora de la ambivalencia moral del venezolano”. ¿Y qué más se puede pedir en estos tiempos? Ya que para nadie es extraño que un intelectual tan perspicaz como Martínez deje estos aspectos sin tocarse.
De Panamax se puede inferir que es el intento de un autor por tratar de revelar en toda su crudeza que, en pleno siglo veintiuno, algunos venezolanos muestran sin tapujos esos dobleces del ser / actuar en tiempos de un marcado deterioro de los valores de la sociedad. En cada situación hay una reacción y el individuo apela a la viveza como fórmula expedita que le hace rapiñar o evadir los retruécanos de la crisis que toca cada aspecto del tramado socio económico o socio político del actual tiempo. Allí, que el ser social – en este caso, los personajes inscritos en Panamax - o, son lobos que medran en la ilusión del instantáneo o, se convierten en ovejas que deberán lanzarse a la éxodo con el fin de sobrevivir.
No es argumento armado como carta de póker. Es un texto que hablar del sentir y reflexión de un autor que esperaba encontrar la valentía de un grupo artístico que la escenificase no de manera premeditada sino con el fin de ser una especie de clara advertencia que muestre los filosos ángulos de una realidad atiborrada de crisis. En dicha crisis, personas que es capaz de ser portador de voz soterrada de un grupo que solo ve en el escape hacia un país centro americano como salida / escape de algo que ha dejado de funcionar e, incluso como riego/ suerte que debe ser aprovechada.
O, se asume, o se hay que hacerse de la vista gorda ante el desplome moral. Se, es carne para depredadores oportunistas o se asume ser parte de un tejido que se descompone. Tras los vericuetos de la trama de Panamax, se inscriben personajes que tratan de asumir una fría posibilidad para lograr uno fines; sin embargo, las situaciones develan hacia el cierre de cada relación, que hay mecanismos que edifican una moral desvalijada que, tras su callada degradación, impone a unos, a actuar en la búsqueda de algo que los salve y a otros, al tratar de evitar quedarse expuestos como supervivientes sociales.
Ello es quizás un ángulo de ataque que se deriva de lo situado dramáticamente por la escritura dramática de Martínez. Es un agudo autor agudo que sumo visuales y las traspuso en una pertinente urdimbre donde cada elemento es dibujado con fuerza. Este sentido, lo capitalizó Carlota Vivas a través de una dirección aplomada, donde cada escena y cada situación queda expuesta ante la mirada del espectador para que extraiga los elementos críticos que en ellos subyacen pero sin escamotear el acento de punzante humor que los enviste.
Un trabajo a rigor, preciso, bien delineado en ritmo y planta de movimientos, que atrapa y densifica las atmósferas a fin que de ella se emane un sentido de fuerza y una acento lúdico que envuelve y otorga fluidez al tiempo de representación. Apoyada con un dispositivo escenográfico abierto ideado por Edwin Erminy que ayudó a segmentar de forma bien articulada el espacio y proponer al lector / espectador miradas íntimas que ayudan a descubrir los axiomas dramáticos que se erigen tras la trama.
La respuesta actoral se reveló de alto vuelo en su intención de plasmar la ferocidad del texto y acoplada tanto en ritmo como en su forma de desplegar la imagen de cada personaje. En tal sentido, el desempeño dado por Rafael Romero, Nattalia Cortes, Ana Melo y Omaira Abinabe fue contundente. Panamax fue una propuesta reveladora en fondo y forma, contundente en su eficacia artística y plena de aspectos de mensajes que captaron la atención del espectador
De Panamax se puede inferir que es el intento de un autor por tratar de revelar en toda su crudeza que, en pleno siglo veintiuno, algunos venezolanos muestran sin tapujos esos dobleces del ser / actuar en tiempos de un marcado deterioro de los valores de la sociedad. En cada situación hay una reacción y el individuo apela a la viveza como fórmula expedita que le hace rapiñar o evadir los retruécanos de la crisis que toca cada aspecto del tramado socio económico o socio político del actual tiempo. Allí, que el ser social – en este caso, los personajes inscritos en Panamax - o, son lobos que medran en la ilusión del instantáneo o, se convierten en ovejas que deberán lanzarse a la éxodo con el fin de sobrevivir.
No es argumento armado como carta de póker. Es un texto que hablar del sentir y reflexión de un autor que esperaba encontrar la valentía de un grupo artístico que la escenificase no de manera premeditada sino con el fin de ser una especie de clara advertencia que muestre los filosos ángulos de una realidad atiborrada de crisis. En dicha crisis, personas que es capaz de ser portador de voz soterrada de un grupo que solo ve en el escape hacia un país centro americano como salida / escape de algo que ha dejado de funcionar e, incluso como riego/ suerte que debe ser aprovechada.
O, se asume, o se hay que hacerse de la vista gorda ante el desplome moral. Se, es carne para depredadores oportunistas o se asume ser parte de un tejido que se descompone. Tras los vericuetos de la trama de Panamax, se inscriben personajes que tratan de asumir una fría posibilidad para lograr uno fines; sin embargo, las situaciones develan hacia el cierre de cada relación, que hay mecanismos que edifican una moral desvalijada que, tras su callada degradación, impone a unos, a actuar en la búsqueda de algo que los salve y a otros, al tratar de evitar quedarse expuestos como supervivientes sociales.
Ello es quizás un ángulo de ataque que se deriva de lo situado dramáticamente por la escritura dramática de Martínez. Es un agudo autor agudo que sumo visuales y las traspuso en una pertinente urdimbre donde cada elemento es dibujado con fuerza. Este sentido, lo capitalizó Carlota Vivas a través de una dirección aplomada, donde cada escena y cada situación queda expuesta ante la mirada del espectador para que extraiga los elementos críticos que en ellos subyacen pero sin escamotear el acento de punzante humor que los enviste.
Un trabajo a rigor, preciso, bien delineado en ritmo y planta de movimientos, que atrapa y densifica las atmósferas a fin que de ella se emane un sentido de fuerza y una acento lúdico que envuelve y otorga fluidez al tiempo de representación. Apoyada con un dispositivo escenográfico abierto ideado por Edwin Erminy que ayudó a segmentar de forma bien articulada el espacio y proponer al lector / espectador miradas íntimas que ayudan a descubrir los axiomas dramáticos que se erigen tras la trama.
La respuesta actoral se reveló de alto vuelo en su intención de plasmar la ferocidad del texto y acoplada tanto en ritmo como en su forma de desplegar la imagen de cada personaje. En tal sentido, el desempeño dado por Rafael Romero, Nattalia Cortes, Ana Melo y Omaira Abinabe fue contundente. Panamax fue una propuesta reveladora en fondo y forma, contundente en su eficacia artística y plena de aspectos de mensajes que captaron la atención del espectador
miércoles, 31 de agosto de 2016
POR UN TEATRO INFANTIL QUE DEJE MENSAJE
Por años, he pensado que el teatro infantil aparte de entretener, divertir o generar un rato de solaz para el niño o niña, debe conllevar sea bien, un mensaje o una serie de valores que, de forma directa o indirecta, toque la recepción del infante. Es cuestión que el teatro no sea visto desde esta temprana etapa de formación de la mente, del espíritu o de la personalidad /carácter del niño o niña de ver al hecho escénico como una fórmula para evadir o pasar el rato los fines de semana cuando sus padres le llevan a las salas o auditorios teatrales.
No, creo que el teatro para la niñez deberá comprometer un sentido de transformar con agrado, de moldear con apego a principios morales y éticos como de ser medio para crear un real encuentro de esa persona que, lentamente empieza a integrarse como miembro de una sociedad.
El que sea o no entretenido, que le permita pasarla bien por espacio de una hora o algo más, que las formas expuestas sean digeribles o aprehensibles no excluye ese vital compromiso de formarlo como un ciudadano consciente, de un ser social capaz de discernir auténticos valores más aun en lo que entendemos como este tiempo y esta forma de ser latinoamericana.
Aunque toda opinión / reflexión de cuál debería ser la función o papel del teatro infantil en estos años del s. XXI, lo cierto es que, algunos grupos y colectivos teatrales si lo están asumiendo más allá del aspecto formal de la escritura de textos como su escenificación. En tal sentido, un joven autor teatral (Isaia Arel Herrera) así como un novel grupo de teatro (Fundación Cultural Art3) han logrado exponer con tino y reflexión que, el hecho de entretener / divertir tanto a la infancia y la juventud como a todos los miembros de la unidad familiar que se acercan al teatro como fórmula de distracción de fin de semana lograron conjugar la concreción de una propuesta poseedora no solo de ese guiño para el público sino de un mensaje que cala en la recepción de todos.
Me refiero al digno espectáculo, Ni cerca ni lejos, sino mucha más allá que ha contado con la dramaturgia de Arel Herrera y ha sumado los textos de Orlando Rodríguez y Antonio Avellaneda. En su fondo temático se aborda el asunto de la violencia desde esa necesidad de cuestionarla ya que es factor beligerante que rompe y separa a pueblos, países y sociedades. Su trama, sencilla expone a dos países cuyas fronteras queda separado más por la intolerancia de sus dirigentes y hombres de armas lo cual causa la ruptura de sueños y esperanzas. Solo el amor y la aceptación del otro harán que la reconciliación sea ese nexo vital para vivir en paz.
Trabajo de puesta en escena llena de sinceridad tanto para los aspectos formales de los elementos que integran lo visual como la escenografía de Oscar Salomón pasando por el diseño de vestuario a cargo de Oscar Salomón / Marcela R. Lunar / Fundación Cultural Art3 y así los aportes en materia de diseño gráfico de Edward Parúh, el maquillaje de Wilson Medina & Oriana Hernández, la autoría de las canciones de Isaia Herrera y los arreglos musicales dada por Carolina Fernández.
Pero sobre todo, la entrega histriónica de conjunto que supo articular con eficacia, las orientaciones de la dirección que, con poco, logra mucho, es decir, hay ritmo en las escenas, equilibrio escénico a lo que debían dar o articular en lo coreográfico y una marcada intención dramática que sumo quilates hacia lo que el espectador esperaba recibir en la platea.
Como coda a esta nota, daré un efectivo aplauso a las caracterizaciones ofrecidas por la plantilla actoral conformada por Rossirely Rodríguez, Adrián Jiménez, José Briceño, Wilson Medina y Adrián Jiménez. Todos sumados en un acto de compenetrada responsabilidad de sus papeles y con esa soltura que dio a cada escena y cada momento de la representación ese toque de frescura que los niños y niñas saben agradecer. Ni cerca ni lejos, sino mucha más allá fue una propuesta que reconozco como efectiva, real y necesaria para un tiempo en que nuestra infancia necesita de un buen teatro que le otorgue positivos mensajes.
No, creo que el teatro para la niñez deberá comprometer un sentido de transformar con agrado, de moldear con apego a principios morales y éticos como de ser medio para crear un real encuentro de esa persona que, lentamente empieza a integrarse como miembro de una sociedad.
El que sea o no entretenido, que le permita pasarla bien por espacio de una hora o algo más, que las formas expuestas sean digeribles o aprehensibles no excluye ese vital compromiso de formarlo como un ciudadano consciente, de un ser social capaz de discernir auténticos valores más aun en lo que entendemos como este tiempo y esta forma de ser latinoamericana.
Aunque toda opinión / reflexión de cuál debería ser la función o papel del teatro infantil en estos años del s. XXI, lo cierto es que, algunos grupos y colectivos teatrales si lo están asumiendo más allá del aspecto formal de la escritura de textos como su escenificación. En tal sentido, un joven autor teatral (Isaia Arel Herrera) así como un novel grupo de teatro (Fundación Cultural Art3) han logrado exponer con tino y reflexión que, el hecho de entretener / divertir tanto a la infancia y la juventud como a todos los miembros de la unidad familiar que se acercan al teatro como fórmula de distracción de fin de semana lograron conjugar la concreción de una propuesta poseedora no solo de ese guiño para el público sino de un mensaje que cala en la recepción de todos.
Me refiero al digno espectáculo, Ni cerca ni lejos, sino mucha más allá que ha contado con la dramaturgia de Arel Herrera y ha sumado los textos de Orlando Rodríguez y Antonio Avellaneda. En su fondo temático se aborda el asunto de la violencia desde esa necesidad de cuestionarla ya que es factor beligerante que rompe y separa a pueblos, países y sociedades. Su trama, sencilla expone a dos países cuyas fronteras queda separado más por la intolerancia de sus dirigentes y hombres de armas lo cual causa la ruptura de sueños y esperanzas. Solo el amor y la aceptación del otro harán que la reconciliación sea ese nexo vital para vivir en paz.
Trabajo de puesta en escena llena de sinceridad tanto para los aspectos formales de los elementos que integran lo visual como la escenografía de Oscar Salomón pasando por el diseño de vestuario a cargo de Oscar Salomón / Marcela R. Lunar / Fundación Cultural Art3 y así los aportes en materia de diseño gráfico de Edward Parúh, el maquillaje de Wilson Medina & Oriana Hernández, la autoría de las canciones de Isaia Herrera y los arreglos musicales dada por Carolina Fernández.
Pero sobre todo, la entrega histriónica de conjunto que supo articular con eficacia, las orientaciones de la dirección que, con poco, logra mucho, es decir, hay ritmo en las escenas, equilibrio escénico a lo que debían dar o articular en lo coreográfico y una marcada intención dramática que sumo quilates hacia lo que el espectador esperaba recibir en la platea.
Como coda a esta nota, daré un efectivo aplauso a las caracterizaciones ofrecidas por la plantilla actoral conformada por Rossirely Rodríguez, Adrián Jiménez, José Briceño, Wilson Medina y Adrián Jiménez. Todos sumados en un acto de compenetrada responsabilidad de sus papeles y con esa soltura que dio a cada escena y cada momento de la representación ese toque de frescura que los niños y niñas saben agradecer. Ni cerca ni lejos, sino mucha más allá fue una propuesta que reconozco como efectiva, real y necesaria para un tiempo en que nuestra infancia necesita de un buen teatro que le otorgue positivos mensajes.
jueves, 18 de agosto de 2016
EL DOLOR DE PUEBLO TRAS LA HISTORIA DE JENÍN
Para la escena teatral del bimestre, Julio Agosto, una apuesta escénica logró conmover al público de esta urbe que es Caracas. La atrevida y sensible producción “En el tronco de un olivo” expuesta por el Colectivo Cultural Amak y con aplomada perspicacia de lo poético dado por Jericó Montilla, conmovió a quienes lograron verla los días sábado 13 y domingo 14 en el Teatro Nacional.
Un trabajo hermoso, compacto en su enmarcado estético, con rigor en cuanto a la instrumentación de atmósferas y con impecable manejo técnico en el uso de los aportes de lo circense para amoldar lo expresivo coreográfico espacial y de articulación de las seis actrices en su búsqueda de proyectar con soltura y mucha fuerza compositiva, un todo que quiérase o no, supo llegar al alma y conciencia de los espectadores.
El asunto dramático toca la perspectiva de la mujer en suelo palestino. De ahí, se abre un sendero discursivo que hace punto de contacto con el ominoso signo de sojuzgamiento de ese pueblo. En su trasfondo, está la firmeza de ese pueblo que se resiste a quedar acallado. Son capas generacionales que claman por dignidad y justicia frente a la arrogancia usurpadora. Es canto hecho gesta y lucha que se funde en amarga poesía capaz de denunciar sin ofender pero si, con ese inmanente deseo por dejar constancia de años de oprobio y contumaz imposiciones.
Por espacio de casi sesenta minutos el espectador se ve sacudido por una impactante plasticidad escénica que conmueve y genera callado dolor. Propuesta transdisciplinaria idónea para des-velar los crímenes y la arbitrariedad. Un todo espectacular que se envistió de rasgos de recia agitación y que propone que, el espectador tome una cuota de responsabilidad humana y social frente a su acto de recepción. No es teatro poético para el deleite sino para potenciar un acento de denuncia de un pueblo así como de varias generaciones que solo han sabido estar en perenne lucha para revertir lo que, en apariencia, va más allá del cruel acto de sojuzgamiento de una nación harto poderosa contra un estado que evita ser invisibilizado. Es poesía contra la desolación; es el dibujo de un canto de esperanza que se levanta como puño y corazón en cuerpo / imagen de mujeres que sabe decir somos el alma de esta sociedad palestina que aspira libertad.
La sencillez de la conjugación del discurso poético con el trabajo espacial apelando a una técnica austera con cuerdas y aplicación de coloraturas lumínicas y acentos musicales hicieron un clic efectivo para armar un todo contundente, lleno de ritmo, pleno de verdad, sopesado en lo dilatación dramática del gesto y la proyección corpo expresiva del grupo desde la escena hacia la platea.
En el tronco de un olivo, logró ser sintetizada desde el escrito del escritor Isaías Cañizales que permitió urdir un texto sobre una joven palestina, Jenín, que se erigió como la portadora de la voz femenina de un pueblo sojuzgado. Desde este texto ricamente escenificado por el Colectivo Cultural Amuk y la solvente dirección de Montilla se constató un trabajo pleno de sentido y con una potencia de significado.
Ello caló sin esfuerzo y con propiedad en lo propio de cada situación y a lo largo del tiempo de la representación. Trabajo hermoso en su unidad general y pulcro es su andamiaje técnico pero sublime en cuanto se proyectó una imagen de coherencia histriónica acoplada, sin exageraciones, correcta en intención y sabia en la dosificación de cada parte.
La historia de la joven palestina Jenín, se hizo épica en esfuerzo artístico dado por el trabajo compacto dado por las actrices Marcela Lunar, Valentina Cabrera, Nani Serrano, Sara Azocar y Ximena Zapata. Todas en función de una idea. La idea en sintonía con un mensaje. El mensaje armado como acto de fe en que sabe exponer / denunciar. La denuncia es arte. Y ese arte conmovió por su impacto. ¡Bravo! Mi aplauso en negro sobre blanco.
Un trabajo hermoso, compacto en su enmarcado estético, con rigor en cuanto a la instrumentación de atmósferas y con impecable manejo técnico en el uso de los aportes de lo circense para amoldar lo expresivo coreográfico espacial y de articulación de las seis actrices en su búsqueda de proyectar con soltura y mucha fuerza compositiva, un todo que quiérase o no, supo llegar al alma y conciencia de los espectadores.
El asunto dramático toca la perspectiva de la mujer en suelo palestino. De ahí, se abre un sendero discursivo que hace punto de contacto con el ominoso signo de sojuzgamiento de ese pueblo. En su trasfondo, está la firmeza de ese pueblo que se resiste a quedar acallado. Son capas generacionales que claman por dignidad y justicia frente a la arrogancia usurpadora. Es canto hecho gesta y lucha que se funde en amarga poesía capaz de denunciar sin ofender pero si, con ese inmanente deseo por dejar constancia de años de oprobio y contumaz imposiciones.
Por espacio de casi sesenta minutos el espectador se ve sacudido por una impactante plasticidad escénica que conmueve y genera callado dolor. Propuesta transdisciplinaria idónea para des-velar los crímenes y la arbitrariedad. Un todo espectacular que se envistió de rasgos de recia agitación y que propone que, el espectador tome una cuota de responsabilidad humana y social frente a su acto de recepción. No es teatro poético para el deleite sino para potenciar un acento de denuncia de un pueblo así como de varias generaciones que solo han sabido estar en perenne lucha para revertir lo que, en apariencia, va más allá del cruel acto de sojuzgamiento de una nación harto poderosa contra un estado que evita ser invisibilizado. Es poesía contra la desolación; es el dibujo de un canto de esperanza que se levanta como puño y corazón en cuerpo / imagen de mujeres que sabe decir somos el alma de esta sociedad palestina que aspira libertad.
La sencillez de la conjugación del discurso poético con el trabajo espacial apelando a una técnica austera con cuerdas y aplicación de coloraturas lumínicas y acentos musicales hicieron un clic efectivo para armar un todo contundente, lleno de ritmo, pleno de verdad, sopesado en lo dilatación dramática del gesto y la proyección corpo expresiva del grupo desde la escena hacia la platea.
En el tronco de un olivo, logró ser sintetizada desde el escrito del escritor Isaías Cañizales que permitió urdir un texto sobre una joven palestina, Jenín, que se erigió como la portadora de la voz femenina de un pueblo sojuzgado. Desde este texto ricamente escenificado por el Colectivo Cultural Amuk y la solvente dirección de Montilla se constató un trabajo pleno de sentido y con una potencia de significado.
Ello caló sin esfuerzo y con propiedad en lo propio de cada situación y a lo largo del tiempo de la representación. Trabajo hermoso en su unidad general y pulcro es su andamiaje técnico pero sublime en cuanto se proyectó una imagen de coherencia histriónica acoplada, sin exageraciones, correcta en intención y sabia en la dosificación de cada parte.
La historia de la joven palestina Jenín, se hizo épica en esfuerzo artístico dado por el trabajo compacto dado por las actrices Marcela Lunar, Valentina Cabrera, Nani Serrano, Sara Azocar y Ximena Zapata. Todas en función de una idea. La idea en sintonía con un mensaje. El mensaje armado como acto de fe en que sabe exponer / denunciar. La denuncia es arte. Y ese arte conmovió por su impacto. ¡Bravo! Mi aplauso en negro sobre blanco.
viernes, 12 de agosto de 2016
LA MICRO CRITICA: ¡LAS VENTAJAS DE LA INMEDIATEZ!
¿Qué es micro crítica? ¿El espacio 2.0 la favorece o la atomiza? ¿Cuál es el segmento del lector potencial de la micro crítica? ¿Ha sido definida o categorizada por algún académico? ¿Es un seudo ejercicio reflexivo? ¿Es crítica en tips o tips de la crítica? Y finalmente, ¿En útil o deleznable?
Empecé con algunas interrogantes; bastante aleatorias, eso sí. Lo cierto del caso es que hace cierto tiempo comencé a pensar/reflexionar si este asunto de estar on line en medios como facebook, tweeter, instagram o snatchap servía para llegar a un lector potencial con la misma eficacia que detenta un artículo enmarcado en un diario cultural o revista impresa especializada.
Incluso, me sazonaba un prurito que con ellas estaba efectuando cierto pugilato - más o menos eficaz - frente al ranking del tú a tú, que exhibe este s. XXI en el vasto universo de blogs y páginas webs que, sobre arte, cultura y espectáculos, uno haya al entrar por ese hueco negro llamado google que, atrapa todo y a todos cuando uno se aventura a surfear por la internet.
De entrada, son demasiados anglicismos y palabras que tienen implícitos fórmulas, códigos, maneras, estilos y formas para ese acto de colocar con idoneidad, cierta opinión más o menos coherente, emitir un juicio equilibrado despojado de la superficial coloratura del adjetivo o hasta de proponer una idea, más o menos profunda, sobre ciertos fenómenos propios del hecho teatral actual. Desde el territorio de un estreno, a lo disímil de un festival pasando por la densidad del viejo teatrista o enfrentar el vente tú experimental de un monólogo o aterrizar ante una fastuosa producción es tratar de ilustrarle al cibernauta lector que, una crítica aunque sea micro, es producto concreto, no rígido, no académico y que debe estar en formato no mayor de 140 caracteres.
Lo esencial es la comunicación inmediata. Hay que dejar de lado toda ortodoxia teórica o rigidez reflexiva. La micro crítica admite más de las veces, el ser más crónica argumentada que análisis de fondo. Eso sí, debe saber visualizar que es lo que hay que decirle al inquieto internauta. Debe despojarse del todo anclaje recargado e ir envestido de palabras sin adornos demasiados hiper teóricos.
La micro crítica debe estar apoyada con imágenes (fotos y vídeos no mayor de 20 segundos). Un reto para un cronista/crítico o viceversa que se haya habituado al teclado fijo del PC y le cuesta ser raudo con dos pulgares y celular etiquetado de inteligente. Surfear las redes. Expresar un parecer y no caer en la tentación de mucho so pena, de quedarse sin decir nada.
Seguiré buscando hallar más respuestas sobre este tópico. Mientras, daré ensayo y error en el intento. Las respuestas no creo que sean las que me imagino sino una oleada de nuevas preguntas. ¿Será que el teatro de 15 minutos – nada nuevo, eso sí – está tocando mis neuronas? Ese fenómeno tampoco es deleznable, ni digestivo. Tampoco, teatro portátil.
Es teatro de exposición de temas, de sombrear argumentos y prefigurar la dualidad de comedia - tragedia de personajes más o menos de este tiempo. Desde ahí, podría estar de las respuestas que me impone – no del todo - una actitud más laxa hacia la pragmaticidad de la micro crítica. Soy de la centuria pasada. Quizás allá estén otra parte de las respuestas. Por los momentos trato de descifrar como avanza esto del tiempo en la internet y la función real de la micro crítica en estos años iniciales del milenio.
Parezco un desnaturalizado Hamlet que posee en su mano la calavera de la duda, sino el celular de una certeza inexplicable: ¿La escribo o no? ¡He ahí el dilema! La micro crítica lentamente me está seduciendo por su rapidez. Pero, he ido detallando que, existe en consecuencia, una causa/efecto positiva: hay inmediata respuesta de lectores que, una vez que cuelgo la nota short una vez flanqueó la salida del teatro y trato de arribar a casa, surge su una abierta posibilidad de vencer la ansiedad de la reflexión tardía y el intuir que sí es posible hacerla. Y mejor aun, que hay personas detrás de tu smarphone esperando a que teclees, digas, opines e indiques tu parecer. ¡Pienso, luego tecleo!
Empecé con algunas interrogantes; bastante aleatorias, eso sí. Lo cierto del caso es que hace cierto tiempo comencé a pensar/reflexionar si este asunto de estar on line en medios como facebook, tweeter, instagram o snatchap servía para llegar a un lector potencial con la misma eficacia que detenta un artículo enmarcado en un diario cultural o revista impresa especializada.
Incluso, me sazonaba un prurito que con ellas estaba efectuando cierto pugilato - más o menos eficaz - frente al ranking del tú a tú, que exhibe este s. XXI en el vasto universo de blogs y páginas webs que, sobre arte, cultura y espectáculos, uno haya al entrar por ese hueco negro llamado google que, atrapa todo y a todos cuando uno se aventura a surfear por la internet.
De entrada, son demasiados anglicismos y palabras que tienen implícitos fórmulas, códigos, maneras, estilos y formas para ese acto de colocar con idoneidad, cierta opinión más o menos coherente, emitir un juicio equilibrado despojado de la superficial coloratura del adjetivo o hasta de proponer una idea, más o menos profunda, sobre ciertos fenómenos propios del hecho teatral actual. Desde el territorio de un estreno, a lo disímil de un festival pasando por la densidad del viejo teatrista o enfrentar el vente tú experimental de un monólogo o aterrizar ante una fastuosa producción es tratar de ilustrarle al cibernauta lector que, una crítica aunque sea micro, es producto concreto, no rígido, no académico y que debe estar en formato no mayor de 140 caracteres.
Lo esencial es la comunicación inmediata. Hay que dejar de lado toda ortodoxia teórica o rigidez reflexiva. La micro crítica admite más de las veces, el ser más crónica argumentada que análisis de fondo. Eso sí, debe saber visualizar que es lo que hay que decirle al inquieto internauta. Debe despojarse del todo anclaje recargado e ir envestido de palabras sin adornos demasiados hiper teóricos.
La micro crítica debe estar apoyada con imágenes (fotos y vídeos no mayor de 20 segundos). Un reto para un cronista/crítico o viceversa que se haya habituado al teclado fijo del PC y le cuesta ser raudo con dos pulgares y celular etiquetado de inteligente. Surfear las redes. Expresar un parecer y no caer en la tentación de mucho so pena, de quedarse sin decir nada.
Seguiré buscando hallar más respuestas sobre este tópico. Mientras, daré ensayo y error en el intento. Las respuestas no creo que sean las que me imagino sino una oleada de nuevas preguntas. ¿Será que el teatro de 15 minutos – nada nuevo, eso sí – está tocando mis neuronas? Ese fenómeno tampoco es deleznable, ni digestivo. Tampoco, teatro portátil.
Es teatro de exposición de temas, de sombrear argumentos y prefigurar la dualidad de comedia - tragedia de personajes más o menos de este tiempo. Desde ahí, podría estar de las respuestas que me impone – no del todo - una actitud más laxa hacia la pragmaticidad de la micro crítica. Soy de la centuria pasada. Quizás allá estén otra parte de las respuestas. Por los momentos trato de descifrar como avanza esto del tiempo en la internet y la función real de la micro crítica en estos años iniciales del milenio.
Parezco un desnaturalizado Hamlet que posee en su mano la calavera de la duda, sino el celular de una certeza inexplicable: ¿La escribo o no? ¡He ahí el dilema! La micro crítica lentamente me está seduciendo por su rapidez. Pero, he ido detallando que, existe en consecuencia, una causa/efecto positiva: hay inmediata respuesta de lectores que, una vez que cuelgo la nota short una vez flanqueó la salida del teatro y trato de arribar a casa, surge su una abierta posibilidad de vencer la ansiedad de la reflexión tardía y el intuir que sí es posible hacerla. Y mejor aun, que hay personas detrás de tu smarphone esperando a que teclees, digas, opines e indiques tu parecer. ¡Pienso, luego tecleo!
jueves, 21 de julio de 2016
EN BUSCA DE EL ALMA BUENA DE SE- CHUAN
El pasado fin de semana dentro de una abigarrada cartelera de propuestas, montajes y producciones teatrales que, se exhiben en nuestra urbe, busqué una opción para ver, disfrutar desde el gozo artístico estético y, en el mejor de los casos, que me ofreciese un extra: calidad y una cierta capacidad de entregarme alguna clase de mensaje en este momento país/ sociedad.
Había algunas opciones pero, recordé que el Centro de Creación Artística del Taller Experimental de Teatro (TET) me había extendido una invitación la cual era, su propuesta El Alma Buena de Se-Chuan. Y decidí irles a ver. Salí en búsqueda de esa incógnita, de sí hallaría un montaje que no fuese una pálida aproximación, versión y/o adaptación de la pieza escrita por el dramaturgo alemán Bertold Brecht (1898 -1956) bajo el título: Der gute Mensch von Sezuan (El hombre bueno de Sezuan, 1943).
Y sí, ¡la hallé!; pero no el texto original, sino una versión justa, con cierto toque latinoamericano, con ingredientes no tan ortodoxamente ceñidos a lo que el autor en vida, efectuaría bajo la égida del Berliner Ensamble; una versión trabajada más sintéticamente para la visión de trabajo creativo de un grupo como el TET – que, en sus 45 años de actividad ininterrumpida, se ha situado en eje referencial de creación, formación e investigación del país- y cómo tenía que ser, hallé un Brecht cardinal e ilustrativo.
Su trabajo El Alma Buena de Se-Chuan a lo largo de su afiligranada puesta y respuesta histriónica, mantuvo esa medular sintonia con el momento de crisis de esta sociedad, con la capacidad de no traicionar el postulado temático argumental que hilvanó y asentó el distanciamiento y sus obligadas técnicas para el actor.
Un todo preciso, que evitó regodearse en la proyección artificial de la escena y que colocó esa barrera ante el canto ilusionista subjetivo. Fue, un trabajo que supo aprehender/proyectar lo que, Brecht asumía como sustrato tras esta pieza: una veta doctrinal sobre el correcto proceder.
Fue dialéctica reformulada para el espectador actual. Hubo con este montaje, esa viva correlación con un público y dentro de él, con cada espectador. Por eso, la versión a seis manos dad por Enmanuel Barroeta, Joe Justiniano y Lya Bonilla – esta última, la directora- catalizaron un texto justo, lúcido y preciso. La puesta, pues, llena del planteamiento dialéctico que obliga al espectador a cerrar, con su juicio, el final de esta pieza.
Desde la composición espacial pasando por la ubicación de los elementos escénicos que la conformaron, desde las sutilezas de la música en vivo (ejecutada por Boris Paredes, Beruzhka Paredes, Georgias Sánchez y Julio Alcocer) al técnico desempeño actoral de los maestros Guillermo Díaz Yuma, Costa Palamides, Carlos Sánchez Torrealba y Ludwig Pineda quienes lucieron excepcionales por saber apelar y emplear cabalmente su dilatada sabiduría histriónica en función del reto compositivo para este reto espectacular; acompañados por la eficacia del manejo en sus respectivos papeles asumidos con entrega y fuerza por parte de Mónica Quintero, Héctor Castro, Dixón García y finalmente, a Matilda Corrales que, esta vez, la sentí un tanto desenfocada a pesar de ser magnífica actriz, a Alí Rondón, Jariana Armas, Louani Rivero, Aromai León, Vera Linares y Andreina Salazar.
Vestuario, iluminación, elementos escenográficos, imagen, producción general todo hilado a fin que, El Alma de Se-Chuan en su corta temporada, sea lo que un espectador exigente debe ver y disfrutar. Si usted la busca: ¡la hallará!
Reseña publicada en El Mundo Economìa&Negocios, Julio 2016
domingo, 10 de julio de 2016
AVENCRIT: ¡CON TODOS Y PARA TODOS!
La crítica teatral en el país, siempre ha sido un tema sensible de tocar, y espinoso de tratar. Nunca ha sido fácil. Unos, la ven como necesaria; otros, algo a execrable. La figura del crítico, aceptada a medio tragar, si es benévolo y objetivo; rechazado, si osa ser injusto, subjetivo y con actitud soberbia.
Claro, aun cabe la eterna pregunta: ¿Se necesita de la crítica de arte? No hay, al parecer, algo firme en este territorio. Sin embargo, en este país cultural, acción que conforma la figura del crítico teatral comporta una serie de aristas, como por ejemplo, responder: ¿Cuál es su papel? ¿Cómo debería ser su función? ¿Qué determina el rol del crítico? Tres caras, hasta ahora, que no tiene aun piso firme para precisarse.
Quien suscribe, ha buscado, por más de treinta años, ubicar alguna pista firme, algún indicio que, permita responder con cierta clase de propiedad, parte de las disímiles facetas de su accionar. ¡Rudo y difícil! No hay aun, en este aquí y ahora, una respuesta definida.
Pero, hay que proseguir. La balanza que mide al crítico de teatro debería ser delineada con seria investigación, actitud equilibrada ante el fenómeno del hacer del artista escénico, las propuestas de puesta en escena ofrecida por grupos y compañías teatrales o, lo planificado / expuesto los entes culturales que tocan esa arista, con un criterio serio y despojado de matices que opaquen su juicio de valor.
Ésta, la moral y la actitud profesional; ya ellas, implican un determinante de peso que, no puedo extenderme en estas pocas líneas. En fin, ¿Qué he dejado fuera y aspectos solo he insinuado? Creo, que ello daría un denso material para un caliente como largo debate con los demás y no tratar de responderlo, desde mi ombligo personal.
La razón de esta breve reseña, se da no para discernir los aspectos arriba apenas insinuados sino porque, en hora un tiempo de cambio y renovación para la Asociación de Venezolana de Crítica (AVENCRIT) que, en este 2016, llegó a su cuarto año de haber sido fundada. Ya para 2013, se había generado tras varias reuniones, de un grupo de personas que efectúan el seguimiento del quehacer escénico así como de actividades periodísticas en el área, la investigación como académicas, el deseo de reagruparnos.
A sabiendas de tener posturas ideológicas disímiles, perspectivas sobre el hacer a veces en coincidencia, en otras, en disonancia, se buscó un punto medular común: unirnos para desde allí, posibilitar algo parecido a un gremio.
Paso a paso, de cada discusión, de cada separación de ideas y aunando una bandera que nos cohesionase, se dio el paso de conformarnos. En 2013, su documento legal ya definía su visión / misión y objetivos. Como Asociación Civil su objeto sería “el desarrollo y el fomento de la actividad teatral en la crítica y las investigaciones teatrales, así como la elevación cultural del pueblo venezolano en todo lo relacionado al género teatral” Una primera Junta Directiva cuya lapso de acción sería de dos años.
Debido a que, no se disponía de sede, recursos o apoyos, se unieron fuerzas con otros entes y por espacio de cuatro ediciones, su accionar solo concretó la entrega de Los Premios de la Crítica 2016.
Bien recibido por el sector teatral; pero, ello no debía ser todo. Ahora, tras lograrse el cambio de autoridades, la consecución de otras banderas, hará que este colectivo persiga concretar otras actividades que vaya más allá del simple reconocer. Será oportunidad para dialogar más con el sector teatral, de generar acciones de reflexión, de crear espacios de intercambio, de coadyuvar a dinamizar el sano y constructivo debate y, sobre todo, estar con y al lado del teatro venezolano. Para ello, una nueva filosofía: ¡Con todos!, tratará de que más que una intención, sea una realidad. Así lo esperamos y así lo buscaremos.
Son tiempos de sumar y de seguir creciendo en, por y para el teatro nacional. Ojala todo sea más que un sueno y no mero artíficio de intención.
Nota Publicada en: El Mundo Economía&Negocios / Julio 2016
Claro, aun cabe la eterna pregunta: ¿Se necesita de la crítica de arte? No hay, al parecer, algo firme en este territorio. Sin embargo, en este país cultural, acción que conforma la figura del crítico teatral comporta una serie de aristas, como por ejemplo, responder: ¿Cuál es su papel? ¿Cómo debería ser su función? ¿Qué determina el rol del crítico? Tres caras, hasta ahora, que no tiene aun piso firme para precisarse.
Quien suscribe, ha buscado, por más de treinta años, ubicar alguna pista firme, algún indicio que, permita responder con cierta clase de propiedad, parte de las disímiles facetas de su accionar. ¡Rudo y difícil! No hay aun, en este aquí y ahora, una respuesta definida.
Pero, hay que proseguir. La balanza que mide al crítico de teatro debería ser delineada con seria investigación, actitud equilibrada ante el fenómeno del hacer del artista escénico, las propuestas de puesta en escena ofrecida por grupos y compañías teatrales o, lo planificado / expuesto los entes culturales que tocan esa arista, con un criterio serio y despojado de matices que opaquen su juicio de valor.
Ésta, la moral y la actitud profesional; ya ellas, implican un determinante de peso que, no puedo extenderme en estas pocas líneas. En fin, ¿Qué he dejado fuera y aspectos solo he insinuado? Creo, que ello daría un denso material para un caliente como largo debate con los demás y no tratar de responderlo, desde mi ombligo personal.
La razón de esta breve reseña, se da no para discernir los aspectos arriba apenas insinuados sino porque, en hora un tiempo de cambio y renovación para la Asociación de Venezolana de Crítica (AVENCRIT) que, en este 2016, llegó a su cuarto año de haber sido fundada. Ya para 2013, se había generado tras varias reuniones, de un grupo de personas que efectúan el seguimiento del quehacer escénico así como de actividades periodísticas en el área, la investigación como académicas, el deseo de reagruparnos.
A sabiendas de tener posturas ideológicas disímiles, perspectivas sobre el hacer a veces en coincidencia, en otras, en disonancia, se buscó un punto medular común: unirnos para desde allí, posibilitar algo parecido a un gremio.
Paso a paso, de cada discusión, de cada separación de ideas y aunando una bandera que nos cohesionase, se dio el paso de conformarnos. En 2013, su documento legal ya definía su visión / misión y objetivos. Como Asociación Civil su objeto sería “el desarrollo y el fomento de la actividad teatral en la crítica y las investigaciones teatrales, así como la elevación cultural del pueblo venezolano en todo lo relacionado al género teatral” Una primera Junta Directiva cuya lapso de acción sería de dos años.
Debido a que, no se disponía de sede, recursos o apoyos, se unieron fuerzas con otros entes y por espacio de cuatro ediciones, su accionar solo concretó la entrega de Los Premios de la Crítica 2016.
Bien recibido por el sector teatral; pero, ello no debía ser todo. Ahora, tras lograrse el cambio de autoridades, la consecución de otras banderas, hará que este colectivo persiga concretar otras actividades que vaya más allá del simple reconocer. Será oportunidad para dialogar más con el sector teatral, de generar acciones de reflexión, de crear espacios de intercambio, de coadyuvar a dinamizar el sano y constructivo debate y, sobre todo, estar con y al lado del teatro venezolano. Para ello, una nueva filosofía: ¡Con todos!, tratará de que más que una intención, sea una realidad. Así lo esperamos y así lo buscaremos.
Son tiempos de sumar y de seguir creciendo en, por y para el teatro nacional. Ojala todo sea más que un sueno y no mero artíficio de intención.
Nota Publicada en: El Mundo Economía&Negocios / Julio 2016
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