miércoles, 23 de junio de 2010

TEATRO DE GENTE JOVEN

En el lapso Mayo –Junio tuve la experiencia de constatar sobre las tablas tanto del Teatro Universitario de la Universidad Central de Venezuela como de Espacio Plural ubicado en el Trasnocho Cultural, dos colectivos cuya características esenciales, han estado marcada por la presencia de gente joven en lo escénico teatral. Por ahora, solo comentaré el trabajo escénico exhibido por la dirección y dramaturgia del talentoso teatrista, Roberto Romero, quien funge como cabeza de una de las instituciones más rancias del quehacer teatral universitario como lo es el T.U de la UCV. Bajo su rectoría, y en una salita cuyo aforo no excede a la treintena de persona (sótano del Aula Magna) se permitió proponer un concreto dramático con ribetes de pieza mayor titulado A un paso de tú Alma la cual asumió con bastante seriedad desde el rol de director. Roberto Romero ya le habíamos seguido la pista como actor en otros tiempos bajo la égida del colectivo Te Artes; luego, hemos sabido que ha seguido estudios formales a nivel de post grado en la UCV (si no ando equivocado en Literatura Comparada) y, actualmente, está a la cabeza de una de los referentes institucionales del país en materia de formación y creación universitario como lo ha representado el T.U. Sabemos también que, como joven persiste en prepararse, formarse, exponerse, seguir cultivándose en el arduo camino de ser un artista integral. De hecho, sabemos que ha pasado por el Taller de Creación Literaria que han sido dictados en el Celarg (teniendo la suerte de toparse muy probablemente con la docta experiencia en lides dramáticas ofrecidas por la escritora teatral, Xiomara Moreno). Es así que, tras esos “ejercicios” iniciales que emprendió en esos talleres a partir del año 2009 nos hace saber que “pude dar cuerpo a una ambición literaria que desde adolescente tuve, pero que hasta esos momentos no había podido lograr con satisfacción: escribir drama”. Como tal, Roberto Romero ha estado ahí persistiendo de forma tesonera y exhibiendo esa especial aura que por años he endilgado como “animal de teatro” (marbete jamás despectivo sino que en si suma mi visual de aquellos que percibo que han estado, están y seguirán insertos en lo propio de nuestro quehacer teatral nacional) que siente que formarse y exponerse en y desde las tablas, le ganara el respeto y credibilidad del sector. Romero desde que le conozco no ha sido un improvisado porque ha sabido pulsar con perspicacia y estudio el que hay que estar en el adentro como el afuera de este duro oficio con una mirada segura. Es inteligente porque siente que desde las trincheras de la actuación, dirección y ahora, la escritura teatral será sus más eficaces armar comprender este singular momento del país tanto en lo gerencial teatral como en la capacidad de ir orientando a otros más jóvenes que él. Su labor en el T.U ha sido sosegada desde el particular mundo que representa dentro de la UCV el T.U y, sin embargo, factura un proceso que seguro dará lentamente frutos. Es un ámbito exigente ya que este ámbito ha tenido una historia y sido un referente para lo que ha sido la historia del teatro venezolano. Romero no compite con esta gran historia (donde calan nombre como Curiel, Santana o, Schiamana entre otros) sino que la va formulando bajo un criterio más abierto a recibir a jóvenes estudiantes que se acercan a este espacio a fin de canalizar sus inquietudes en el terreno de la actuación de una forma complementaria a formación académica. Trabaja con terreno fértil donde él como joven que entiende inquietudes de otros jóvenes puede catalizar proyectos que, sin pecar de exagerado, ampuloso o soberbio. Es así que, le constatamos una de esos proyectos que ha cuajado para ser mostrado a la comunidad ucevista como del espectador que asuma que la cartelera no es sencillamente lo que se oferta en determinadas salas o circuitos. Con la visual de puesta en escena de A un paso de tú alma vemos un texto que explora “el desmoronamiento de la vida matrimonial” tras haber convido como una pareja “estable” que con sus cuitas amorosas y sus presiones de vida profesional, sienten en carne propia que algo falla. En un momento Antonio está atascado en su esfera pública con las ataduras de un banco que absorbe ese tiempo de la esfera de lo íntimo de su esposa. Ella, Mariela, ha ido sintiendo que su vida marital se llena de vacíos, de incomunicación, de insatisfacciones; apela a actividades que la complementen ya que dentro del hogar ya consolidado y en una situación de libertad luego de haber criado a dos hijos que ya hacen con sus vidas, mundos apartes, parece exigirle hacia el albedrío de la Mariela madre el haber cumplido con lo que de ella se esperaba pero la Mariela - Esposa - Mujer aspira otras cosas que le acerquen a un conyugue ensimismado por lo laboral y distraído en sus breves descansos por la evasión mediática. Dos existencias fragilizadas. Dos mundos que no se saben orbitar en lo sentimental / sexual y que percibe un desgaste que los aleja. En un momento, Mariela toma decisiones para someterse a prueba y colocar la “verdad" de su unión con Antonio en el cruce de caminos. El resultado, la infidelidad casi de forma planeada cristalizada en el personaje de Isabel. Ello hará los personajes intenten tomar consciencia de sus roles hacia si y de sus papeles hacia lo externo. El final, la fractura y el no retorno. Vidas escindidas, rotas y a la vez, claras en el no regreso. Una dramaturgia que explora, que otea los vericuetos de las relaciones a fin de imbricarlas en el contexto de un mundo social y cultural como el venezolano o latinoamericano. Dramaturgia que debe aun decantar tanto en los mecanismos internos de su personajes como de la situación que los envuelve pero que, hace que la percepción de Roberto Romero empiece a transitar hacia el camino de ser un creador que extiende su búsqueda del compromiso del aspirar decirle cosas a su lector / espectador. Veremos como irá desenvolviéndose este autor con el pasar del tiempo y así medir su evolución con las exigencias que escribir teatro demanda. La puesta en escena puntual, sencilla y sin subterfugios. Frontal e íntima. Locuaz y pertinente para hacerle sentir al espectador que el drama puede concitar un algo a comunicar desde el trabajo de la planta histriónica al universo de detalle de lo orgánico de ¿Qué dicen? ¿Cómo lo expresan el lo gestual o corporal? ¿Es auténtico o solo se hace una radiografía de acción / consecuencia partiendo que no son actores que suponen una edad en concordancia al papel que representan? La síntesis de atmósfera fue correcta y en sintonía a lo que debía generarse del movimiento de estos personajes. El papel más logrado fue el dado por Lis Miranda ya que su mundo interno estaba como establecido y los parámetros de manejo de voz, dicción y gestual como la proxemia estuvieron asertivos. La labor de composición de Enmanuel Barroeta fue externa, más de las veces fragilizada por intentar sin atar con seguridad los problemas de los mundos de su personaje. Accionaba sobre el escenario con inseguridad y sus acciones quedaron a flor de piel. Finalmente, Oriana Agüero, mucho más insegura en lo corpoexpresivo, denotó que no tenía claro en fin / propósito de su interpretación de Isabel. Muy tensa a veces, muy descolocada en la física del movimiento. Puede dar más si la dirección le corrige detalles que la ayudará a orientar el todo histriónico que arma con sus compañeros de viaje de esta puesta en escena. Un trabajo que puede decantarse pero que desde ya propone tanto al T.U, al mismo autor / director de este espectáculo como a los espectadores que concientizan que en la UCV hay alternativas a ser contempladas que, la ciudad está en ebullición, que hay opciones, que existe una dinámica que debe verse y ser contextualizada. En fin, el T.U está ahí y si es posible que usted amigo lector tiene la oportunidad, vaya y constate que la gente joven del teatro venezolano está haciendo lo suyo.