lunes, 14 de abril de 2014

LECTURAS DEL FTC-2014 (1)

La fiesta del teatro venezolano arrancó el pasado viernes 11 de abril en el imponente recinto del Teatro “Simón Bolívar” del centro de Caracas. El Festival de Teatro de Caracas en su tercera edición organizado por la Alcaldía del Municipio Libertador y el Gobierno del Distrito Capital a través de Fundarte y con el apoyo de diversos entes culturales y financieros del estado bolivariano ha copado con más de 160 montajes en 26 salas y una extensa programación infantil, de títeres, de calle y académicas entre otras está generando en los habitantes de esta urbe, esa sensación de que el arte en su más amplia manifestación es capaz de proporcionarle a todos, no solo de asombro sino de experiencias inéditas. Bajo el lema de “Nos estamos viendo” hay que saberse diversificar ante el reto que supone asistir a tan diversas opciones. He acá que de lo apenas visto en dos días, de contacto con lo programado, dejar a usted amigo lector de sintéticas lecturas de ello.

Primera lectura: El Coronel no tiene quien le escriba. Montaje icónico del grupo Rajatabla, fue retomado por la dirección de José Domínguez apelando a una compacta puesta en escena en Teatro Bolívar. Teatro que podría calificar de “museo” pero pleno de lo que fue los elementos constitutivos de la rúbrica creadora del homenajeado por el FTC-2014, el director argentino venezolano, Carlos Giménez (1946-1993). Trabajo sintético, explícito de una forma de concebir el hecho escénico donde las formas y el contenido sigue apuntando a la gran reflexión sobre la tragedia del hombre latinoamericano desde una metáfora plástica y una perspectiva dialéctico conceptual sobre la historia, el poder y la desilusión quedaron una vez más reflejadas con un trabajo teatral que se elevó con su propia majestad para que el espectador del s. XXI pueda re leer otras aristas, otros significantes de una de los montajes claves de lo que fue el periodo de oro de quien fuese un soberbio esteta escénico como lo fue Giménez. Ahora, con la compactación de aquel añorado montaje se expuso una correcta aproximación tomándose los mismos elementos que eran fundamentales para la plástica que demandaba este espectáculo: la lluvia, las láminas de zinc, el gallo, la tierra o una iluminación capaz de condensar la atmósfera de tiempo detenido. La respuesta del conjunto actoral pudo haber sido más profunda y comprometida pero mostró debilidades que, seguro podrán ser enmendadas con el pasar de otras funciones. Con todo, este remake tiene calidad, fuerza y contundencia y ello habla bien del teatro que la Fundación Rajatabla aun saber ofrecer en materia de teatro de arte.

Segunda lectura: Carmen. Espectáculo lírico circense exhibido en el Teatro Municipal del Caracas donde confluyó segmentos de la archiconocida ópera de George Bizet en un experimento escénico que unió las exigencias técnicas del universo de la carpa (telas, malabares, juegos, equilibrio, masas y otros) derivado del callado trabajo de la Circo Nacional de Venezuela cuya conducción estuvo a cargo de Niky García y Jericó Montilla en unión de la acción musical de la Orquesta Sinfónica Municipal de Caracas bajo la batuta de Rodolfo Saglimbeni. Las intervenciones de los líricos Giovanna Sportelli (Soprano), Katiuska Rodríguez (Mezzosoprano) y Blas Hernández (Barítono) y el violín solista, Joel Mujica articularon una propuesta que se puede calificar de inusual, extraña y arriesgada porque combinar aspectos tan disímiles en un formato tan exigente como lo puede ser por separado la ópera o el circo, permitió que el público o lo aplaudiese, se sorprendiese o quedase extrañamente alterado. Una sola cosa desde mi opinión, hay que extraer los elementos panfletarios porque resta brillo a la búsqueda que se pretenda ofrecer. Se desea arte y no propaganda. Debería ser un espectáculo neutro sin entrar en choque con su tenga base ideológica; el público lo sabe leer.