domingo, 20 de julio de 2014

CONTRA LA DEMOCRACIA

El tiempo actual propone al ciudadano como al ser en las grandes como complejas urbes de este nuevo siglo revisar cuáles siguen siendo las auténticas reglas que deben primar su conducta, su convivir y su actuar. Aspectos como reglas, normas, leyes y conductas que regulan su accionar así como su interrelación con los otros están sujetas para bien o para mal, a lo que llamamos lo político. El hecho de vivir amparados un modelo político como la democrática, supone acatar principios de una convivencia donde quien ejerce el poder y quien es gobernado juegan reglas tácitas donde haya se supone hay un ejercicio del derecho y del deber. Pero, más allá de estos supuestos, entre quienes asumen el poder y quienes lo acatan se observa como ominosos factores hacen mella en el tuétano de esta necesaria estructura. Las convenciones, la convivencia con las normas, el acatar reglas y saber que debe existir el saludable dominio de las leyes han venido fragilizándose. Consecuencia de ello: la irrupción de la corrupción, la anarquía frente al orden, la supremacía de la viveza y hasta la fractura del equilibrio entre quienes deben saber ejercer el poder y el rol del ciudadano. En estos tiempos, muchas sociedades se perciben como se padece el cáncer de esta perturbación. De ello, la dramaturgia comprometida sabe tomar aspectos puntuales y reflexionarlos en sus obras. Es una manera crítica y reflexiva sobre lo que da origen a sus causas y hasta ser capaz de señalar sus nefastas consecuencias.

La dramaturgia contemporánea cuenta con un autor en sintonía con lo anteriormente dicho: Esteve Soler. Agudo creador cuyo teatro penetra en el tuétano de la consciencia del hombre del s. XXI y le propone una punzante increpación desde un humor corrosivo y donde el absurdo no escapa de su manera de cómo interrogar o las aparentes bondades del progreso o la fantasmal creencia que lo político es la salida a los problemas de la sociedad de este siglo.

Gracias al valioso trabajo de Escena de Caracas -quien ya cuenta en su haber artístico con una consistente trayectoria de quince años- ha nutrido su periplo artístico con propuestas escénicas que le han valido no solo del aplausos, elogios críticos sino el apoyo de un público que saluda cada proyecto porque ve en ellos, trabajos creativos pertinentes con lo socio histórico; son un colectivo que nunca han dejado de explorar desde el riesgo conceptual, estético como artístico en lo referido al trabajo de escenificación de textos foráneos inusuales al espectador local. Su sinergia técnica la han asumido sin pestañeos; su reto en este momento: retomar otra vez a Esteve Soler como de su búsqueda a fin de proyectar una cachetada reflexiva, y una polivalente insinuación a lo que debe un espectador recibir como ofrenda desde el púlpito de las tablas.

Bajo la perspicaz mano de Juan José Martín, la dramaturgia satírica y ácida de Esteve Soler con su pieza Contra la democracia se expone en la Sala Rajatabla. Todo un acto de cuestionamiento capaz hacernos reflexionar y colocarnos ante inevitables preguntas sobre la vigencia o no del término democracia. Teatro auténtico y pertinente el cual no debe mirarse a la ligera sino como una cebolla que posee múltiples e inquietas capas de significación.

Con la respuesta interpretativa contundente conformada por Nadeschda Makagonow una actriz que con mucho talento, trabajo técnico de cuerpo, voz bien sostenido hace que cualquier situación compositiva tenga un tenor que uno admira,Delbis Cardona actor de los más polivalentes sobre la escena nacional cuya capacidad para entrar y salir de situaciones es asombrosa y que desde este espectáculo se proyecta con una fuerza orgánica y una certeza que provoca aplaudirle sin temor y, Rafael Gil un interprete lúcido cuya imagen es creíble, que supo otorgarle a su intervención de una ductilidad que pone al público a detallarle porque es un artista de filigranas muy partitculares; ellos en pleno o en sus particulares entregas compositivas hicieron que la dirección se permitiese plasmar el inquietante universo que teje Soler; sin querer anticiparme a nada, diré que estos actores fueron firmes en su logro como artistas de la escena.

La puesta en escena supo maximizar todo cuanto había en ella: ritmo, tiempo, tensión interna, articulación de atmósferas, manejo del espacio y sobre todo, hacer patente a través de los diseños de Héctor Becerra (espacio escenográfico), Oscar Salomón en lo referido a realización de objetos y efectos fuese muy apreciable; a Nadescha Makagonow en cuanto imbricó ideas consustanciadas con lo que deseaba la puesta de Juan José Martín para que tanto el vestuario como el maquillaje expresase con con uniformidad su concepto; los aportes en la realización de los hermanos García y hermanos Garantón más el diseño gráfico de Edward Paruh y la distintiva articulación de producción general de Karla Fermín, convirtieron un espectáculo más que regio en algo sorprendente que estoy seguro sacudirá la apatía con la que, muchas veces, lleva el público teatral. ¡Una propuesta teatral que dará que hablar!