viernes, 26 de octubre de 2007

SOBRE TEATRO INFANTIL (I / 2004)

EL TEATRO INFANTIL VENEZOLANO: UNA REALIDAD CON ALIENTO (I) En lo personal, como crítico y seguidor del acontecer teatral nacional, nunca me ha gustado hablar de insulización del término teatro. Toda expresión del arte escénico que involucre un espacio teatralizable, uno o más actores y un texto lo considero como teatro; sin embargo, esta simplificación tiene eco con la celebérrima frase de un inmortal escritor español. En todo caso, esta me resulta frágil para marcar el alcance de un arte inmemorial como lo es el teatro. Lo anterior solo es una digresión ya que se me pide hablar sobre el teatro infantil y tal situación me induce a derivar un alcance taxativo: asumo que toda forma del hacer escénico sea de calle, universitaria, infantil, de adultos, profesional o amateur, es teatro. Es más, reconozco que cada “isla” que conforma lo teatral implica, comporta y supone una especialización, que se debe aprender el oficio, manejar todas sus aristas, que se conozca sus técnicas a nivel del histrión o de lo propio espectacular; pero, principalmente, que exista una vocación y mística en la persona que decida asumir el reto del teatro en cualquiera de las manifestaciones que exhibe el frondoso árbol de lo teatral. El teatro infantil es una de sus ramas. Una de las más frondosas si se mira bien. En Venezuela, el teatro infantil ostenta desde ya largo tiempo, una sólida mayoría de edad. Esa edad se constata no en lo cronológico sino en la entrega de hombres y mujeres que vieron en esta expresión, la mejor de las formas para entretener y educar, para incitar a la imaginación como para formar valores. También, lo positivo de su aliento, ha estado reflejado en la substanciación de un movimiento con nombre y apellido propio, en la conformación de una actividad con su norte, su brújula y sus morral de sueños; en su diversificación a lo largo del territorio venezolano con grupos, compañías o, sencillamente, a través del silente trabajo de quien ama esta disciplina. Debo sumar a lo anterior, la creciente concreción de proyectos para su fortalecimiento y, principalmente, en la furibunda entrega de hombres y mujeres que sienten vehemencia por elevar la imagen del quehacer teatral infantil al nivel y sentimiento de lo “profesional”. La actual situación del Teatro Infantil en Venezuela tiene sus alcances y sus limitaciones. En esta entrega acotaré parte de sus alcances. Por ejemplo, baste mencionar su desenfadada proactividad, su aspiración por ponerse pantalones largos, es decir, tener el mismo rango de aceptación y consideración que tiene cualquier compañía o grupo teatral profesional. Cada día vemos como los actores y diseñadores, los directores y los dramaturgos sean duchos o emergentes buscan formarse. Ya no basta la simple experiencia de las tablas. Los nuevos tiempos exigen y demandan que quien se dedique hacer teatro para niños y jóvenes se adiestre en talleres, se forme en escuelas o se licencie en centros universitarios. Más de lo positivo se ve en que, cada año hay más colectivos dedicados al hacer infantil, más eventos, más encuentros, más reflexión. También el teatro infantil busca preservar su memoria tras el dinámico esfuerzo de algunos teatristas convencidos que hay que resguardar no lo efímero del ensayo o la temporada sino lo sustantivo, léase, su dramaturgia. También es innegable el apoyo que ha venido recibiendo el teatro infantil en los últimos quince años. Claro está, con dificultad y con cierta lentitud pero las instituciones culturales gubernamentales apoyan y mantienen planes especiales para su fortalecimiento, difusión y consolidación. He ahí grupos noveles puedan aspirar a alcanzar onomásticos de veinte o más años de actividad tanto en Caracas o en las regiones. Ergo, el aliento de aspiración del teatro infantil es saludable. Quizás peque de egoísta, pero debo dar algunos ejemplos de lo anterior: la indiscutible presencia del Teatro Infantil Nacional, la permanencia de agrupaciones como Thalía, Ensamble Teatral, Puertoteatro, Los Monigotes, Tknela, Teatrela, Katia con K, Bengala, Skena, Tilingo, Cía “Alvarez Sierra”, etc; las Muestras exclusivas al hacer infantil o los espacios que cada uno de los festivales del país le otorga. Otro elemento puede delimitarse a la saludable irrupción de medios de información, crítica y apoyo al sector como lo emblematiza la página TeatrinViajero en la WEB, o la publicación del Centro Molinos. Puedo extenderme, pero falta espacio. Solo afirmaré que si hay aliento y una prueba más de ello, es este impreso. ¡¡¡Que viva el teatro infantil!!!. Publicado en: EL TINTERO / TIN – CONAC No: 01 / Nov. 2004 Por: Carlos E. Herrera

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