sábado, 27 de octubre de 2007

UNA CIERTA MEMORIA PARA EL TEATRO DE CESAR RENGIFO

Para la historia del teatro venezolano, la presencia del dramaturgo, director, poeta y docente, César Rengifo (1915-1980) fue significativo como trascendente para la historia del teatro nacional. Hombre de pueblo, hombre con sentido de saber pensar y hacerle preguntas a su tiempo a fin de identificar las profundas desigualdades sociales y políticas de su tiempo, creador que supo aprehender y plasmar tras cada lienzo, poema y escrito teatral una aguda visión crítica de cómo hacer de la práctica creadora una forma de entender su país, sus procesos y las corrientes históricas que la iban transformando en lo que fue el tránsito del siglo XX. Historia, sociedad, pueblo e ideología fueron parte de los ejes que alimentaron sus pinturas y lo que conformó el crítico abanico de su producción dramatúrgica. Para Rengifo, buscar e identificar los conceptos de pasado y presente, de comprender las diferencias e injusticia de clases, de plantearse como captar la desesperanza de su pueblo y abogar por un nuevo valor de equidad para las relaciones de unos frente a otros, de deshilar los hilos de la intrahistoria a fin de que prevaliera un horizonte de esperanza, fueron parte de sus inquietas angustias como artista, creador y maestro. Mucho se ha escrito sobre César para tratar de decodificar su pensamiento; sin embargo, no ha sido suficiente. La obra y pensamiento de este ilustre creador todavía tiene mucho por decirnos ya que fue un individuo complejo, dinámico y dialéctico frente al arte que produjo y frente a la responsabilidad que le tocó generar desde la palestra de un ser social comprometido en la denuncia que transformase su entorno. La sociedad venezolana sigue en deuda con este creador ya que su obra sigue de una u otra manera vigente. Para Manuel Galich “el mejor teatro es el que refleja la realidad de su tiempo y del medio social en que se vive, no solo para desnudar esa realidad, sino también para motivar en el espectador el impulso de cambiarla”. Es un pensamiento que entra en concordancia con la voluntad tanto de Rengifo como autor y director de sus piezas teatrales como de todos aquellos grupos y directores que buscaron validar con el montaje de las piezas de este autor, el entendido que hay considerar “motivar en el espectador” ese deseo de cambiar la realidad donde está inserto. Años tras año, década tras década e, incluso, con el cambio de un siglo a otro, las obras de Rengifo están allí, diciéndole cosas a la realidad, a la sociedad y al individuo. No importa si las tramas parezcan un tanto desdibujadas, lo que importa es el fondo temático que las insufla. Esa validación puede estar en lo social, lo histórico o, lo ideológico. Esa ha sido lo sustancial y concreto de la fuerza de la obra rengifiana. Por ello, siempre he tenido la optimista convicción que la “intención” de quienes han asumido –y seguirán asumiendo- la escenificación de la producción dramática de este insigne autor en las tablas venezolanas, descansa -directa e indirectamente- en este sentido de “motivar en el espectador” a cambiar su realidad. Si ello no fuese así, el teatro que sustanció Rengifo en su periplo existencial sería simplemente un mensaje asfixiado y neutralizado por el oportunismo de una práctica escénica inmediatista que no ha podido –ni podrá- emplear lo fundamental temático ideológico que descansa tras la totalidad de la producción dramática, para decirle cosas trascendentes al espectador sino de seguir ganando indulgencias y aplausos de conveniencia ante el momento socio político del tiempo que les tocó (o le tocará) vivir. La historiografía de la escenificación de la obras de César Rengifo es difícil cuantificarla y más aún, de enmarcarla bajo un cierto modelo de comprensión discursiva Un estudio especial de toda su obra demandaría una comprensión profunda del “ideario” que Rengifo esgrimió cuando rubricaba cada obra así como de la proyección del “mensaje” que estaba inserto en ellas en el momento de llevarlas a la escena. Ello debe generar no solo el entendido ideológico de sus títulos y contenidos sino también como cada pieza estaba inserta en un contexto sociopolítico y socio cultural determinado. También cabría escribirse otro estudio que describiese, de forma incisiva, como se entendió y decodificó la totalidad de las piezas por él producida y llevada a los escenarios de los teatros tanto de Caracas, como de ciudades del país, por decenas de grupos y compañías tanto noveles como profesionales. En suma, esto y aquello nos daría una aproximación a ¿cómo se entendió y proyecto sobre el público los temas y pensamientos que el autor expuso? y si ¿hubo o no, un cambio de actitud entre lo que entiende como arte para el “disfrute” de un arte con propuesta para la reflexión? Compendiar por tanto ¿cuáles han sido las obras de Rengifo escenificadas desde los años cuarenta del siglo XX hasta el presente?, es sin duda, una deuda abierta con este autor y su pensamiento. El presente escrito solo esbozará algunas pistas sobre ¿quiénes?, ¿y en que momento se llevaron a la escena estas obras? Si ello ayuda a que otros prosigan en el arduo camino de construir de forma sistemática y comentada esa historiografía de la escenificación de la obra rengifiana, pues, entonces, se habrá dado un paso en concreto hacia el sentido de saber si ¿la obra de Rengifo tuvo o no, real importancia en el quehacer de cambiar el arte teatral venezolano? Una de las primeras fuentes de consulta que se puede apelar para tener referencia de: ¿cuáles obras? y ¿quiénes las montaron?, apunta sobre el investigador y compilador, Carlos Salas, quien señaló sobre algunos montajes de las obras de Rengifo. Refiere que, en 1952, “El Teatro del Pueblo, dependiente del Ministerio del Trabajo, presentó en el teatro-cine Ritz, de la parroquia San Juan, el siguiente programa: 1.- Estreno de Joaquina Sánchez, de César Rengifo bajo la dirección de Luís Peraza” (…); más adelante, al adentrarse en mes de julio del año 1956, nos dice: “5. Fiesta nacional. El Teatro del Pueblo representó nuevamente, Joaquina Sánchez” esta vez bajo la dirección de Horacio Peterson. Hacia 1958, apunta “Enero. 27. El grupo teatral Máscaras estrenó, en el Teatro Nacional, Soga de Niebla (…) Dirección: Carlos Denis; escenografía de los pintores Borges y Sabater; efectos musicales de Rhanzes Hernández”. Hacia finales de 1959, en el contexto del Primer Festival de Teatro Venezolano, organizado y auspiciado por el Ateneo de Caracas y la Sociedad Pro –Venezuela acuden varios grupos y montajes, Salas nos refiere que una de esas obras fue: El vendaval amarillo “(Teatro Popular de Venezuela)”; “Soga de niebla, de César Rengifo (Grupo Máscaras), Director: Humberto Orsini; escenografía: Omar Granados; jefe de producción. Augusto Landáez; asistente, Mario de Cabo”. Ya, para Mayo de 1960, Salas acota que: “El Teatro Nacional Popular, bajo la dirección de Román Chalbaud, presentó en el Teatro Municipal, Joaquina Sánchez (…) Escenografía de Paz y Mateos”. En el marco del Segundo Festival de Teatro Venezolano celebrado en 1960, otra pieza de Rengifo se escenifica; Salas señala: “Mayo. 23. En la continuación del Festival de Teatro, el Grupo Máscaras estrenó Lo que dejó la tempestad (…) con la actuación de Mirta Borges, Rosalía Romero, Fernando Villa, América Calcurian, Mayra Chardiet, José Salas Luís Pardi (…) José Ignacio Cabrujas, Antonio Guerrero y Eduardo Martín. (…) Dirección: Humberto Orsini, producción: Mario de Cabo y Antonio Guerrero (…)”. Otras referencias se pueden hallar Insertas en un cuadro de montajes y ediciones (Cronología de teatro en Venezuela 1950 -1969; efectuada por la investigadora Alba Lía Barrios) del cual se detectan varios títulos de la producción dramática rengifiana que lograron ser escenificadas a los ojos del público tanto de Caracas como de urbes regionales. De este cuadro se extrae (se forma sesgada) la siguiente data: “Obra: Joaquina Sánchez; Género: Drama; Fecha: Estreno 10.01.1952; Grupo o Director: Teatro del Pueblo; Dirección: Francisco Petrone. (…) Los canarios, Género: Comedia Dramática 1 acto; Fecha: 10.06.1952 (reposición Mérida); Dirección Eduardo Calcaño. (…); Obra: Los canarios; (…) Fecha: 20.04.1953; Grupo o director: Teatro Universitario de Mérida. (…) Manuelote; Género: Drama 1 acto (…); Fecha: 31.01.1954 (Valencia y Barquisimeto); Grupo o Director: Grupo Máscaras. (…); Hojas del tiempo; Género: Monólogo dramático; Fecha: 3-28.04.1956; Grupo o Director: Teatro del Pueblo; (…); La sonata del alba; Género: Drama 1 acto; (…) 5,7,18,y 23.11.1956; Grupo o Director: Teatro del Pueblo; (…) Estrellas sobre el crepúsculo; Género: Drama 1 acto; (…) Fecha: 07.1957; (…); Grupo o Director: Grupo de Valencia; (…); Manuelote (…); Fecha: 10.04.1059. Grupo o Director: Grupo Teatral Lara, en Barquisimeto; (…); Buenaventura Chatarra (…); Género: Farsa satírica (…); Fecha: 14.05.1963; Grupo o Director: Teatro de la ULA (…); El crítico teatral, Rubén Monasterios cita que, el propio Rengifo escenificó hacia 1967 (dentro del III Festival de Teatro Venezolano, celebrado del 12 de enero al 05 de febrero de 1967, con el Grupo Escénico de Caracas) su obra Los hombres de los cantos amargos. Asimismo, su pieza La fiesta de los moribundos fue montada en 1966, por Santos López (en otra referencia se especifica que, este puestista la efectúo para el Grupo “Organización de Arte Teatral”). Esculcando aquí y allá, hallamos más referencias; por ejemplo, en el año 1971, la Cantata en verso Esa espiga sembrada en Carabobo (Funeral a un soldado del pueblo) fue escenificada en el propio suelo donde se gestó esta magna justa, contando con la dirección de Eduardo Moreno y el apoyo de la Asociación Carabobeña de Arte Teatral por el motivo del Sesquicentenario de la Batalla de Carabobo. Montaje que, posteriormente, giraría hacia varias capitales de estado, pero con la singularidad de tener la dirección de Levy Rossell y su equipo Arte de Venezuela. Otro título: Buenaventura Chatarra fue llevado a las tablas por el Taller Permanente de Teatro para América Latina – Conac en la Muestra de Autores Latinoamericanos en julio de 1977, bajo la dirección de Humberto Orsini (aunque la mirada acuciosa de la investigadora Carmen Mandarino, refiere que fue “representada por vez primera en 1960”). En la vitrina del VI Festival Nacional de Teatro celebrado en Caracas del 13 de octubre al 06 de noviembre de 1983, Un tal Ezequiel Zamora de César Rengifo, bajo la dirección de Humberto Orsini vuelve a estar en la mirada del público. De igual modo, Las Alegres Cantáridas fue representada por el Grupo La Huella de Valencia, bajo la dirección de Arcadio Padrón. Más adelante, uno de los montajes claves e icónicos de la producción de este autor se materializó, gracias la voluntad escénica y gerencial de la Compañía Nacional de Teatro (C. N. T) cuando en agosto de 1985, fue presentada en el Teatro Nacional de Caracas, bajo dirección de José Ignacio Cabrujas, la obra Lo que dejó la tempestad; un montaje extraordinario que contó con los diseños y realización de vestuario del artista plástico, Jacobo Borges, iluminación de Kevin Dreyer y la participación de un elenco de connotados actores y actrices de las tablas venezolanas entre las que se pueden mencionar a: América Alonso, Aura Rivas, Eva Mondolfi, Tania Sarabia, Francis Rueda, Mimi Lazo, Marcelo Rodríguez, Elio Palencia, Javier Paredes, Ricardo Salazar y el primer actor, Rafael Briceño. Hacia el (16 de marzo) del año 1991, encontramos que la pieza Las mariposas de la oscuridad fue representada por el Nuevo Teatro Universitario de la Universidad de Carabobo bajo la dirección de Saúl Arocha en el Ateneo de Valencia. Otra referencia la plasmó la dirección de José Gregorio Cabello para el Taller de Teatro Manatí, al escenificar en 1992, Osceneba, una manera de decir libertad. Se sumaron para ese año, los montajes de la Compañía Regional de Teatro del Estado Cojedes para la obra Lo que dejó la tempestad bajo la dirección de Alfredo Castro y, las escenificaciones de La esquina del miedo como Estrellas sobre el crepúsculo por parte de los colectivos Buen Despertar (dirección: José Brito) y Agrupación Paraíso (dirección: Víctor Padrón). También El vendaval amarillo contó con puesta en escena por parte de la Compañía Regional de Teatro del Estado Falcón bajo la dirección de Carlos Miranda. Corre el año 1993. Nuevos piezas y montajes de piezas de Rengifo cobran vida escénica, entre ellos: El caso del Beltrán Santos efectuado por el Grupo Teatro Estable La Vega bajo la dirección de Daniel González; La fiesta de los moribundos por el Teatro Estable de Barcelona y dirección de Kiddio España en el Centro “Teófilo Leal” de la ciudad de Barcelona (Edo. Anzoátegui) y luego presentada en el Teatro Nacional de Caracas en el marco del VII Festival Nacional de Teatro pero bajo la impronta de la Compañía Regional de Anzoátegui. También figuraron dentro de ese festival las producciones Lo que dejó la tempestad y El vendaval amarillo, la primera, a cargo de la Compañía Regional de Teatro del Estado Cojedes en la Sala Aveprote y la segunda, por parte de la Compañía Regional de Teatro de Falcón en el Espacio 80 de Parque Central. Marca el año 1994, y en los Anuarios del ITI-Unesco, se asienta que el Grupo Fantoches con dirección de Diego Sadot, asume Lo que dejó la tempestad en el Auditorio del Liceo “Fermín Toro”; en la región merideña, el grupo Teatro Experimental Zea, bajo la dirección de Jesús Rojas escenifican Harapos de esta noche; el grupo Teatro Estable de Güigue-Aragua concretan La sonata del alba en el Ateneo de esa ciudad bajo la dirección de Pedro Rodríguez. Entre 1995 y 1999, se rastrea en la escenificación de las piezas rengifianas: El caso de Beltrán Santos (Teatro UNELLEZ), con dirección de Carlos Vitriago); Lo que dejó la tempestad (por el Liceo Libertador y puesta en escena de José Ignacio Ochoa), El vendaval amarillo (por parte del Nuevo Taller de Artes Escénicas de Guarenas y dirección de Manuel Aponte); La mariposa de la oscuridad (por el Teatro Estable de Tinaquillo y dirección de Humberto Zapata). La Escuela Superior de Artes Escénicas “Juana Sujo” lanza una nueva generación de actores y actrices quienes bajo la dirección de Héctor Manrique en 1999, escenifican El insólito viaje de los inocentes en la Sala del Actoral 80 de Parque Central. Irrumpen los primeros años de la década del siglo XXI. Rengifo debería seguir siendo un autor atractivo y fascinante para aquellos que desean encontrar a través de sus piezas, una abierta dialéctica con una sociedad cada vez más agobiada por las fuerzas económicas, sociales, políticas y culturales. Sin embargo, la cantidad de escenificaciones merman de forma alarmante. Factores como las fuerzas de un teatro “ligero” tanto de forma como de contenidos que se apropia de la mirada de grupos y directores; apatía en el seguir buscando claves ideológicas a un teatro bien pensado y hasta desdén por un autor clave de la dramaturgia nacional hará que el “gran teatro comercial” voltee su atención hacia otros intereses, siempre más mercantiles que ideológicos. Habrá entre una situación y otra, que la obra de Rengifo siga causando necesidad de rescatarla y volverla a decodificar. Habrá, ciertamente, menos producciones sobre este autor pero Rengifo es difícil de obviar; más aún en esta Venezuela que busca otros derroteros para su sino como nación. Las referencias serán más difíciles de acotar pero todavía se puede nombrar algún grupo o director que apueste a escarbar con mirada digna y puesta específica, como los temas y argumentos rengifianos siguen expresando que están vivos y con fuerza para decir cosas a quien desee oírlas. A modo referencial se puede traer al recuerdo algunas de estas propuestas: Alfonso López recrea en 2001, en el coso de Cipreses (Teatro Nacional), Un tal Ezequiel Zamora contando entre otros histriones a: Pedro Marthan, Aura Rivas y Eliana López. Hacia 2005, “una sobria producción de la Compañía Teatral Comunitaria de Venezuela, con Francis Rueda en el rol protagónico y dirigida por Gilberto Pinto” copa la atención del espectador caraqueño con la puesta en escena de Lo que dejó la tempestad en la Casa del Artista. Finalmente, el Instituto Universitario de Teatro (IUDET) hará lanzará a la palestra profesional a una emergente camada de licenciados; conducidos por Miguel Issa (director del Grupo Dramo) se escenifica (en 2007) tanto en los espacios de la Sala “Nicolás Curiel” (sede del IUDET) como posteriormente, en la Sala “Anna Julia Rojas” del Ateneo de Caracas, la propuesta escénica Los Comparseros, un collage donde se extrajeron escenas de las obras que integran el denominado “Mural del Petróleo” (Las torres y en viento; Los raudal de los muertos cansados y El vendaval amarillo que junto a un par de lienzos de este creador conformó un todo espectacular vibrante y pertinente para seguir expresando que, tanto la obra dramática como la pictórica de César Rengifo aun tiene hondos significados para lo que es el ánimo y espíritu del ser social venezolano. Tal y como se asienta al inicio de este escrito, será tarea de algún concienzudo investigador o de un grupo de ellos, el seguir profundizando sobre lo acá discurrido. Es bastante obvio que se haya dejado en el tintero, -pero no en el olvido- muchos montajes y producciones embebidas de la obras, temas y argumentos gestados por la dramaturgia de César Rengifo pero he allí un reto de altura a afrontar para quien aspire seguir construyendo parte de la memoria del teatro venezolano. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA: • 1974, SALAS, Carlos. Historia del Teatro en Caracas. 2da edición. Edición Consejo Municipal del Distrito Federal, págs. 320, 328, 333, 340, 341 343, 350, Caracas, Venezuela. • 1975, MONASTERIOS, Rubén. Un enfoque critico del Teatro Venezolano. Monte Ávila Editores, págs. 59, 60, 72 Caracas, Venezuela. • 1981, Autores Varios. César Rengifo Imagen de un creador. Federación Nacional de la Cultura Popular / Asociación Amigos de César Rengifo. Pag. 151 Caracas, Venezuela. • 1997. BARRIOS, Alba Lía; MANNARINO, Carmen; IZAGUIRRE, Enrique. Dramaturgia Venezolana del siglo XX Panorama en tres ensayos. Pag. 184; 287-319. Centro Venezolano del ITI-UNESCO, Editorial Melvin, Caracas, Venezuela. • 1995. MORENO-URIBE, Edgar Antonio. ¡Bravo! Primera década de la Compañía Nacional de Teatro. Pag. 32, Caracas, Venezuela. • 1999. ___________________________. Teatro 99 Apuntes para su historia en Venezuela. Pag. 70, Kairos Producciones, Caracas, Venezuela. • 2005. ___________________________. Teatro 2005 Apuntes para su historia en Venezuela. Pag. 349, Kairos Producciones, Caracas, Venezuela. • ANUARIO TEATRAL´77 VENEZUELA. Consejo Nacional de la Cultura CONAC, Pag. 106, Caracas, Venezuela. • ANUARIO EL TEATRO EN VENEZUELA 1991, 1992, 1993, 1994. Ediciones Centro Venezolano ITI-UNESCO, CONAC, Caracas, Venezuela. Artículo a ser publicado próximamente en la Revista Theatrón del IUDET

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