jueves, 6 de noviembre de 2008

APUNTES PARA UNA CRONICA DE VIAJE: CADIZ 2008

Dentro del amplio espectro de eventos dedicados a exhibir la realidad escénica europea en la actualidad, hay que afirmar que existe una vitrina del alto valor artístico en suelo español. Un punto referencial que por más de dos décadas ininterrumpidas y de forma indiscutible se ha convertido en vibrante espacio para que el teatro gestado dentro del múltiple abanico de países que constituye tanto la América de habla española y portuguesa así como España y Portugal se ha conformado como puerto seguro para los amantes del oficio de Thespis y que es, sin duda alguna, el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (España), el cual este año se celebró del 14 al 25 de octubre en tierras de Andalucía. Evento plural. Fiesta dinámica. Encuentro dispuesto para el asombro, la discusión, el intercambio, la reflexión, el análisis, la crítica y por años ha tenido abiertas las puertas de espacios como el Gran Teatro Falla, las salas Batillo y Tía Norica (situadas en el monumento histórico del Baluarte La Candelaria) así la Sala Central Lechera pero también diseminado en focos públicos de esa mágica urbe como los que están por ejemplo, aledaños a la plazas de la Gran Catedral de Cádiz, la Plaza San Antonio o en el majestuoso edificio del Ayuntamiento gaditano. Un espacio y un tiempo que permitió a locales e invitados de diferentes latitudes a hermanarse dentro de un espíritu alborozado que se abrió a estar expectante ante lo insólito sea bien bajo la claridad vespertina del cielo mediterráneo o dentro de la magnificencia de edificaciones que articulan ese todo urbanístico que uno percibe con la plena certidumbre de ser soberbio y ala vez acogedor y que insufla de especial brío tanto al artista, el espectador, al académico o al transeúnte que por razón de habitar la ciudad en sus faenas diarias o para el turista de paso en un continente acrisolado por tradición de siglos pero marcado por la audacia de la celeridad del mundo contemporáneo. Asistí como invitado especial (lamentablemente, el único venezolano ya que por espacio de dos años no ha habido presencia de agrupaciones ni de delegados ponentes) a la realización de la vigésima edición del Festival Iberoamericano de Teatro que se celebra en la urbe andaluza de Cádiz, España. Lo singular y lo sorprendente se acrisolaron en un lapso de doce días donde teatro, danza y música capturaron la mirada de quienes comprenden que el arte sigue siendo puente para transformar y deleitar con extraordinarias fábulas producto del vistoso despliegue artístico, estético y técnico exhibido por decenas de grupos nacionales y foráneos que convergieron a esta nueva cita del teatro iberoamericano gaditano. Las delegaciones teatrales y dancísticas tanto latinoamericanas, lusa como españolas conformaron una vibrante cantera de posibilidades plena de disímiles discursos y fábulas que indicaron que más allá de la separación geográfica de donde proceden tienen en su fondo ejes convergentes que accionan una confrontación siempre dialéctica, siempre capaz de sintonizarse bajo criterios concordantes y de no hacer distingos entre la visual de la creación muros que separen sino caminos de encuentro. EL FIT- Cádiz 2008 aglutinó una vez más, la convergencia de esos horizontes creadores y permitir validar entre unos y otros, el ímpetu de riesgo que busca romper con lo tradicional o que este último se reafirme con sentido propio ya que ha sabido oxigenarse a pesar de contar con ya muchos siglos de edad. Entre lo múltiple de esta fiesta para los sentidos pude cotejar espectáculos gestados por colectivos provenientes de Argentina (grupo Voalá, Cía. Espectáculos Aéreos con el admirable “Voalá” de Roberto Strada que maravilló a una amplia concurrencia con ese toque experimental como audaz armado en una especie de tío vivo humano, donde un vértigo coreográfico se trasmutase en metáfora para “personajes turbados por la rutina”. Un ballet aéreo que tocó el cielo y el alma de quien lo contempló. Colombia, gracias al compacto trabajo teatral ofrecido por el grupo A los ojos del hermano Eterno con dramaturgia y dirección de Manuel Orjuela Cortés expusieron a través del montaje “Simplemente el fin del mundo” que con decantada sapiencia de ritmo actoral, un aplomado sentido dramático y fuerza de atmósfera para hilar tema entorno de la ausencia y de una familia marcada por la incomunicación que las palabras, los gestos y un lenguaje apuntalado en imagen significantes hace que surja ese estado íntimo entre el universo de odios y distancias pueda ser vencido por la esperanza. Por su parte, la joven Fundación Chiminigagua pletórica de con sangre juvenil, asumió tanto en la arena del mar su ceremonial “Rituales de lo primitivo a lo moderno” pero también capturó con su frenético “Pasacalles y parada acrobática teatral zancos en patines” al caminante desprevenido. La delegación peruana asumió bajo una coproducción con Finlandia su propuesta “La señorita de Cádiz” la cual dejó algo estupefactos a los concurrentes debido a que esta comedia de tono nostálgico no pudo ser aprehendida más allá del esfuerzo histriónico dado. También estuvo el afamado colectivo Yuyachkani de creación colectiva quienes expusieron sus trabajos de investigación centrados tanto en el universo de lo ceremonial campesino (“Rosa Cuchillo”) o en el afiligranado “Kay Punku” que sería como “Esta puerta, Ayer, Hoy, Mañana” donde se denunció las agresiones de género de que fueron objeto las féminas campesinas en un terrible periodo de represión política cuando se fueron violadas y sus hombres e hijos muertos por la inconciencia de la bota militar. Trabajo de carácter performántico, imbuido de hondo sentido poético y a la vez de indagación ideológica que supo elevar la denuncia para que no olvidemos esos horrores. Ecuador con la presencia monumental del grupo Malayerba con la producción “Bicicleta Lerux, Apuntes sobre la Intimidad de los Héroes” escrita, dirigida (y actuada) por el célebre dramaturgo Arístides Vargas fue un espectáculo sincero, pleno de aristas poéticas, algo extendido en su la forma discursiva, armado sobre el periplo del héroe homérico, Ulises en su retorno a la legendaria ciudad de Ítaca donde su mujer, Penélope, teje y desteje en la espera. Un juego de relaciones entre lo ficcional legendario y un viaje hacia lo humano; y, sin embargo, un relato dramático nunca geográfico, sino sustanciado en que la tragedia del ser es retornar a la memoria del afecto y evitar que las emociones se trasmuten en desapegos. Montaje que, en lo personal, se cautivó a pesar que dividió el gusto de la platea de de buena parte de los críticos asistentes. Costa Rica con su minimalista puesta “Trigal con cuervos” del autor y director, Luís Fernando Gómez asumió un relato no biográfico del pintor impresionista holandés, Vicent Van Gogh; compacto en el uso espacial, correcto en la conformación dramática de los últimos días de alucinada lucidez del artista y encarnado con sobriedad por dos histriones que sin ampulosidad y sincero sentido de la escena, hicieron lo suyo para ofrecer al espectador una visión sincera del valor del arte y del ser humano. La delegación uruguaya, representado por el colectivo Teatro La Gaviota asumió bajo la aplomada dirección de Mario Morgan, el texto teatral de una joven dramaturga sueca Cristina Herrström titulado “Erling”. Trama un tanto tirada hacia los laterales del absurdo pero sostenida con maestría actoral y técnica decantada por artistas de la talla de Juver Salcedo Lilián Olhagaray y Félix Correa. España ofreció en la inauguración de esta fiesta en el Gran Teatro Falla, el montaje “Argelino. Servidor de dos amos” versión libérrima realizada a dos manos por Andrés Lima y Alberto San Juan para la obra clásica de autor del s. XVIII, Carlo Goldoni y que el grupo Animalario en coproducción con Teatro La Abadía bajo la puesta en escena Andrés Lima concibieron un juego entre las fórmulas clásicas de la comedia del arte y lo contemporáneo a fin de urdir una profunda reflexión sobre el problema de la inmigración y sus consecuencias, sean estas relativas al desarraigo cultural, a la soledad o de dominación, hambre y miseria. Montaje consistente, plástico en su visual y aceitado en la respuesta actoral que también dividió el gusto de la platea y la crítica. Debido a que hubo mucho que ver (10 países y más de 25 espectáculos) solo concluiré estos breves apuntes (crónica de viaje) dando un sincero aplauso al trabajo teatral ofrecido por el grupo gaditano, Albanta que dirigido por José Bablé Neira de forma mesura y tino escénico / dramático ofreció con un distintivo sello de calidad tanto de escenificación como de respuesta actoral (Charo Savio y Ángeles Rodríguez) la pieza de Arístides Vargas, “Flores arrancadas a la niebla”. Pieza constitutiva de uno de los ciclos del exilio. Metáfora de un viaje hacia la “otredad” para dos mujeres distintas e iguales y no un viaje hacia geografías por placer o escape sino trayecto hacia un mundo interior donde esos seres, desarraigados de si, buscan saber que viven yy seguirán viviendo en su dolor, anhelo y esperanza. Montaje compacto, sutil y hermoso que emociona por su contundente capacidad de decir cosas.