jueves, 16 de septiembre de 2010

UNA MONEDA Y DOS CARAS: MARINEROS Y EL EVANGELIO SEGÚN BULGAKOV

Tal y como lo exprese en la anterior entrega, el ejercicio de crítico debe comprometer hacer que la memoria del hecho escénico tenga vigencia sea bien por una crónica, una reflexión o un análisis sobre lo que comporta el quehacer y dinámica de ¿Quién produce? ¿Dónde se expone?, y ¿Cómo es la recepción del producto artístico? Pareciese sencillo desmontar estas preguntas; sin embargo, no lo es. La memoria a veces le hace cometer a quien observa (el público receptor) una postura de gusto o disgusto que según sus mitos, valores y creencias sumados a una actitud abierta o cerrada hace que ciertos elementos de la relación producción, circulación y, especialmente, el consumo de un determinado trabajo creador sea asumido con distendido goce, place estético que satisfaga una necesidad espiritual, emocional o intelectual más que otra. También aspectos inherentes a quien conforma eso que denominamos propuesta espectacular / trabajo escénico y/o montaje teatral. Hay sutiles diferencias a mi entender en cada una de ellas y si un grupo, compañía acuerdan la selección de tal o cual autor / obra teatral implica otras derivaciones que la mayoría de las veces quedan veladas a la conciencia de quien va a un espacio (sala de teatro) a confrontar ese esfuerzo creativo. Incluso, el factor de la recepción es algo tan particular, que nadie comprende aun las fuerzas que operan para que tal o cual espectáculo cale en el gusto de un segmento del público y pueda romper con el celofán de eso que se denominada gusto individual y convertirse en un éxito de taquilla. ¡Y, ojo!, no me refiero a grupos / artistas que ya gozan de una cierta popularidad en el sentido que sin ser hegemónicos en lo que en un momento histórico cultural social de una determinada urbe hace que fluya con fuerza, el magnetismo de ir a ver ese espectáculo no por las relevancias del cartel, la permanente promoción / publicidad que se despliegue por medios impresos o audiovisuales, sino por el tan cacareado “boca a boca” que entre cada espectador convierte en un suceso un montaje frente al resto de los demás. Pensar en los circuitos teatrales que actualmente operan en una ciudad como Caracas donde se pueden distinguir no solo sus salas y la forma como sus gerentes administran recursos para que determinados eventos se den de forma coherente ante el horizonte de expectativas del potencial público habitúe al teatro. Cabe bien reflexionar que si una sala está activa, el encargado de programar tendrá varias opciones (grupos / proyectos de montaje / reposiciones / estrenos) para decidir como y cuando debe articular un engranaje de oferta que sea no solo atractiva sino que cause el efecto de posicionamiento de un cierto target de espectadores que se sientan confiados que, entre el costo de la entrada (que inclusive puede ser desde gratuita hasta pasar por la singular moda de “entrada por colaboración” hasta ostentar una segmentación de precios según el aforo del espacio) y lo que va a recibir como oferta para su consumo convenza desde el neófito que asiste por primera vez a ver un espectáculo escénico a más avezado de los espectadores (entre los que se insertan los cronistas y críticos especializados). Uno y otro pueden o, salir satisfechos o, por el contrario, generar una especie de abanico que se abre desde el agrado al disgusto. Se puede decir entonces que es cosa subjetiva de la recepción de cada quien. Pero indudablemente, el gusto / agrado / disfrute / gozo de un espectador se puede multiplicar por mil, si y solo si, - más allá de los tiene que ver con el cartel, una obra de moda o de un espectáculo donde opere tras de sí el nombre posicionado de un grupo o de un director; incluso, más allá de la más efectiva promoción publicidad que se le haya establecido- este consumidor teatral sabe que halló en su confrontación con el montaje calidad estético artística en la estructuración del hecho escénico, que la respuesta actoral expone cualidades innegables que va desde un equilibrado staff histriónico, una pertinente como pensada concepción conceptual que de - codifique y re - codifique el texto a montar, una solvente resolución para la construcción de cada papel a interpretar por los histriones y algo extraño pero que a veces pueda que incida o no, me refiero al tiempo de duración del espectáculo. Estas sucintas reflexiones (aun quedan muchas más en el tintero) son oportunas para enfilar eso que el crítico / cronista teatral debe contemplar al momento de acercarse a ver / aprehender una cierta propuesta escénica sea expuesta por un grupo emergente o bien, por el más ducho de los colectivos teatrales que hacen vida continua como activa en esta metrópolis. Lo que si se debe ejercer por parte de la crítica es un papel de observancia constante, análisis comedido, reflexión a fondo y exponer en su discurso una actitud ética lo cual dará esa patina de credibilidad a lo que luego de hecho de ver, asuma el hecho de escribir y asentar memoria en sus respectivas palestras de opinión. En lo que fue el lapso comprendido entre el 15 de Junio y el día de hoy (16 de Septiembre) de 2010, la cartelera teatral caraqueña ha estado muy animada en cuanto a oferta. Hay circuitos y salas que aun este servidor no ha podido aproximarse (por ejemplo, Teatrex) y se además que, por el sector Los Naranjos ya se abrió otra sala privada que tengo entendido está siendo asumida dentro del campo gerencial / programático por el actor y director Basilio Álvarez. En resumidas cuentas, hay oferta factor que se debe estirar bien a la hora de ejercitar la actividad de seleccionar lo que se expone como la “cartelera unificada” del Diario El Nacional, ya hemos hecho hincapié que hay salas y circuitos que no aparece con su oferta en dicha cartelera. La oferta de consumo nos llega por varías vías: correos electrónicos, mensajes de texto al celular, invitaciones personalizadas, algún que otro afiche o pancarta y hasta, llamando directamente al número del teatro (caso del Teatro San Martín de Caracas) donde se le dice lo que allí está en programación. Insisto, en espacio de casi tres meses, la oferta escénica caraqueña ha expuesto trabajos teatrales de todo género y para todo gusto. El trabajo sea para el espectador nato o el crítico es buscar la posibilidad de consumir algo más de la cuarta parte de esta oferta y caerá en cuenta que esta oferta le puede abrumar. UNA MONEDA: DOS CARAS. CARA A: El MARINERO. Montaje sencillo expuesto en el espacio del teatrino del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas hace ya un par de meses (Julio) en breve temporada. Bajo la dirección del veterano actor (ex integrante del grupo Rajatabla) y emergente director Germán Mendieta en estas lides, asumió como riesgo personal y bajo el patrocinio del propio Laboratorio, la escenificación de la palabra – imagen del poeta Fernando Pessoa. En el propio programa de mano las ideas del ¿por qué de este montaje?, nos refiere Mendieta que “asumo con muchas ganas de hacerlo, por encima de todos los obstáculos, un poco a lo que ya nos estábamos acostumbrando, al volver a creer en el teatro de verdad, sin truquitos, ni falsedad”. Algo sintomático que se lee entre líneas ya que es bastante cierto que una parte emblemática del teatro que vemos estos días apela a la grandilocuencia del aparataje escenográfico o la vistosidad lúdica o la obtención del vestuario sin obviar, la creciente presencia del efectismo tecnológico que parece crear un teatro de apariencias con su propio discurso que trasmuta la esencia de la palabra, el signo y la expresión de los cuerpos que en comunión con un texto apela a lo que el propio Mendieta situaba como justificación: “(…) el aire de Ricardo Lombardi, la disciplina del maestro Peterson y la ingenuidad con que asumo [Mendieta] este espectáculo”. Ciertamente, este director en un ámbito cerrado supo crear una compactada escenificación del universo pessoiano quiero argumentar con ello que la visual de puesta en escena calibró con equilibrio adecuado un compacto , con luces medidas solo para sugerir más que para enfatizar, con una planta de movimientos sencillas, con bastante aplomada la atmósfera para indicar que la palabra debe tener su encanto y que sea capaz de imbricar ese entendido del juego poético de los heterónimos del poeta lusitano, que “el juego de caracteres” se explayase con sus límites o sus deficiencias en lo que era construir cada papel en su justa dimensión. La labor de Mendieta fue justa en la concreción de un constructo espacial dentro del cual sintetizó hasta donde le fue posible que tomar y que dejar como significantes derivados de la luz (diseño de Víctor Villavicencio), el destello de simbologías tejidas en la sencillez de color y caídas de telas en el diseño de Raquel Ríos, y el empleo de determinados objetos. Además adicionaremos la labor artística de buscaba proyectar con una reducida plantilla actoral. Dentro de su registro de escenificación que efectuó la dirección se patentizó de forma asertiva un trabajo franco que descansó en esperar que hubiese empatía tanto en un espectador poco habituado a sentarse como espectador en este espacio como para aquel que ya le conoce y entiende que existen limitantes espaciales que con perspicacia se puede componer un gracilidad y sutileza una potencia que puede cautivar la recepción del público. La no eficacia de su labor como director estuvo en que no exigió más al trabajo del actor consigo mismo lo cual – intuyo que cuando las actrices trataron de hilar su búsqueda del actor con su personaje, no disponía de un bagaje referencial más asentado como para impulsar la proyección del personaje- por ende, creo (y ello es solo apreciativo subjetivo) que si la dirección hubiese insistido en trabajar más cerradamente con cada actriz por separado y luego de forma articulada, la potencia del mensaje emanado como significante global desde lo histriónico hubiese sido más eficaz. Y, sin embargo, acotaré que el esfuerzo compositivo de conjunto fue oscilante por no decir plano. He acá que lo ofrecido por Cristina Latt (Primera) y Olivia Parra (Tercera) no cohesionaron las sutilezas que debían surgir de la palabra en relación a sus gestual y menos a la proyección de voz con cadencias, melodía y matices. Pudieron estar más concentradas (para lo que fue el día que me tocó observarlas) y establecer lo que si logró Karla Fermín quien desde su silencio y sus movimientos hicieron que la expresión de poesía y la gracilidad de la palabra se armase un todo artístico muy sugerente. En síntesis, El Marinero se constituyó en una atractiva muestra de que el teatro no hegemónico, el teatro que parte de le sinceridad y sencillez puede con su poderosa presencia (aunque pocos hayan sabido de la misma) concitar un momento de deleite para quien tuvo la suerte de haberlos constatados. CARA B: El EVANGELIO SEGÚN BULGAKOV. Es raro hallar en los últimos años dentro de las marquesinas teatrales de esta ciudad algún referente de la obra del ucraniano, Mijail Bulgakov (1891 – 1940). Incluso, siendo un autor europeo con una obra literaria, dramática y de crítica, entre cuyos títulos podemos referenciar la novela satírica El maestro y Margarita (1928 / primer escrito quemado por el propio autor / 1931 / un segundo borrador que exponía una articulación de su trama y la versión final del año 1937 donde esa trama quedo definitivamente estructurada; se dice que con ayuda de su esposa, esta pieza alcanzó una pulitura y versión final -4ta versión hacia 1940 a cuatro semanas de su muerte) de la cual se ha dicho que fue “la mejor novela del período soviético” o la más polémica de sus piezas teatrales facturada en pleno periodo staliniano como lo fue Iván Vasilievich (1936) sobre la cual se inscribe como “comedia grotesca” la cual de forma aguda y feroz ser especie de metáfora sobre la figura el implacable dictador que dictó los destinos de millones de rusos. Será a partir de la lectura de El maestro y Margarita que el grupo Pantheo Teatro bajo la dirección del maestro Francisco Salazar concibió un montaje cuya trama sitúa una jornada dentro de la vida del que sería conocido como el “prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 de nuestra era”, Pontius Pilatos (Poncio Pilatos) del cual todos sabemos en el Nuevo Testamento fue quien asumió el juicio contra (Joshúa) Jesús de Nazareth una vez que el los sacerdotes del Sanedrín colocaron en sus manos, lo que sería la suerte del predicador de Judea. Un drama que impulsa al espectador a ser espectador y testigo en segundo plano subjetivo de lo que es el valor de un acto que tiene consecuencias: la cobardía versus la culpa ante una verdad inocultable. La pasión de Cristo, será en el fondo, un juego de contradicciones que no solo atañen a los personajes sino que actúa como parábola frente a condiciones de traición / dicotomías entre los valores de moral / ética que una ciudadano puede hallar ante la toma de decisiones frente a disyuntivas políticas o sociales, claro está, siempre dentro del contexto de que cada individuo debe asumir un rol y una responsabilidad en la toma de dichas decisiones. Una incisiva como corrosiva “crónica” de uno de los eventos más significativos que marcaría un hito en la historia de la cultura judaica y abriría el portal a lo que sería después de la muerte de Jesús, las controversias de la religión cristiana en el mundo occidental. Para el grupo Pantheo Teatro este montaje escenificado (temporada del 03 al 19 de septiembre) dentro de los espacios de la sala experimental “José Ignacio Cabrujas” de Cultura Chacao (Los Palos Grandes) y mejor referencia sobre la idea de este proyecto escénico que la que se puede extraer del blog de este colectivo (http://pantheoteatro.blogspot.com) donde leemos derivado de una entrevista del Ángel Gómez que: “La puesta en escena está determinada por el proceso actoral. [Francisco “Pancho” Salazar agrega que] "Las pautas en escena las voy sacando del contacto directo con los actores, de la partitura que van generando ellos, que define el movimiento en escena". El montaje intenta en un espacio reducido crear dos ambientes, uno real y otro onírico, el vestuario no es de época sino ecléctico, según el director, y se vale de cierta musicalización grabada” Y para quienes no conocen sobre la trayectoria y relevancia de este grupo se puede adicionar que: “Pantheo surgió hace tres años como proyecto de investigación del arte del actor, tema que ha apasionado a Francisco Salazar desde sus inicios en el Centro de Creación Artística TET. "Nuestro interés es el trabajo de entrenamiento y laboratorio actoral", agregó el director, quien comenzó a trabajar con apenas dos actores. El primer montaje de Pantheo fue A puerta cerrada (Huis Clos), de Jean-Paul Sartre, que en una segunda ronda de funciones se llamó Una temporada en el infierno.” Son pocos los grupos que aplican la audacia y la indagación para construir una propuesta de puesta en escena con pilares bien firmes; este colectivo le va demostrando con cada experiencia y aunque no sea del todo potable para el espectador promedio hay un dejo que saben lo quieren y pelean con firmeza por asentar sin tapujos los que le impele. Con El Evangelio según Bulgakov el espectador no estará indemne de entender que no es la risa o el drama algo que estará allí para ser asumido de forma fácil; es un reto y aguda exigencia que tiene interrogantes / respuestas de forma bi direccional, es decir, que emergen desde el trabajo creador / estético / conceptual y artístico dado del escenario por los histriones bajo una dirección bordada donde las sutilezas indican y los resquicios estructurales señalan; un montaje que genera la postura analítica del espectador y el reto (dada la proxemía, entendiéndola como esa “relación entre el espacio personal y las características de cada individuo y sirve para conocer y entender las necesidades de cada uno en diversos tipos de situaciones”) del actor consigo y con los demás histriones e, incluso, con el público- lo cual indefectiblemente generará no una indeferencia del lector / espectador sino un subjetivo e íntima involucración con los hilos del drama y con mayor rigor, con el subtexto que desde la dirección se desea proyectar. La dirección de Francisco “Pancho” Salazar fue por todo hilada en sus aspectos formales y técnicos a fin de procurar una sintética forma y fondo desde el cual tanto la planta de movimientos, la densidad de atmósfera diseñada por José Pérez y los elementos básicos de ambientación y vestuario conformase un plano de significación sobre el cual la labor de la plantilla actoral conformada por Arnaldo Mendoza (Pilatos – Berilos), Steven Rosas (Joshúa), Israel Moreno (Afranio – Voland), Natasha Puches (Margarita), Markel Méndez (Maestro), Ana González (Secretaria Puches), Jonathan Rodríguez ( Secretario- Judas)y Alejandro Miguez (Mateo – Iván) estuviesen prestos a calzar en la medida de cada función, el constructo individual de cada papel. Dado que alcancé a asistir el día del estreno, la lectura de interpretación histriónica me fue más convincente en los trabajos de Israel Moreno por su templada performance donde los matices, el tempo interno, la cadencia y modulación de voz y lo orgánico del cuerpo en función de signar las coordenadas de cada papel, lo elevaron sobre el resto de sus compañeros de reparto. También reconoceré la ductilidad de Alejandro Miguez quien estuvo siempre con su personaje y dio pruebas de ello a lo largo de toda la representación. El crédito final lo concedo a la labor interpretativa de Jonathan Rodríguez quien con templado olfato de sus coordenadas físicas y el pulso de cómo debía desenvolverse con el resto de sus compañeros afilo un singular perfil a su papel. Espero que con el pasar de las funciones el resto del elenco afine sus papeles y que la densidad artística se atempere a fin que el todo luzca compacto y libre de vacilaciones propias del día de “subida de telón”. Tomaré como colofón lo que el propio grupo Pantheo Teatro nos hizo llegar en una gacetilla al hablarnos de este trabajo de El Evangelio según Bulgakov al tomar “este clásico contemporáneo para que los espectadores sean testigos de una vieja historia, cuyos personajes controversiales todos conocen, pero contada de una forma nueva y a veces contradictoria”