Una experiencia altamente gratificante es ingresar a un teatro y verlo colmado de espectadores deseosos de pasar un magnífico rato con el arte. El pasado domingo 15 –en el marco de la celebración del Día del Niño- asistí al Teatro Principal y a minutos de iniciarse la función era notorio como la platea y parte superior de este recinto estaba colmado de decenas de padres, madres y en especial, de niños y niñas. Oportunidad plena para verificar que el teatro infantil es puerta de entrada para que la familia se disfrute en común y más aun si el espectáculo crea una auténtica comunicación entre estos hacedores de sueños con temas aleccionadores para todos.
De hecho, el montaje que me tocó ver fue titulado como Tengo una casa llena de sueños (escrito y dirigido por Gladys Prince) y escenificado por el colectivo artístico, Proyecto Azul.
Como tal, el argumento es sencillo: es la historia de Fernando un señor mayor quien junto a Federico un muñeco que se convierte en niño se alían a la pelota Fofa para concretar el sueño de ser felices siguiendo la gran voz de Papa Chacho. Hermoso mensaje que edifica el valor de la amistad y que hay que aventurarse a construir todo anhelo, sueño y esperanza por ser mejores.
Obra que surgió de lo vivido por Gladys Prince -actriz y directora harto curtida en el quehacer teatral nacional e internacional- cuando observó cómo era la realidad Argentina donde constató como muchos niños adolecían del cómo prepararse ante la vida siguiendo sus sueños. En esa tierra vio como un señor dedicaba su tiempo para que muchos infantes pudiesen compartir y soñar desde la práctica del balón pie. Proyecto Azul es portador de esa clase de iniciativas desde el año 2000 persiguiendo un teatro distinto.
Propuesta sencilla donde lo central es el tema y la capacidad histriónica de Augusto Galíndez con un muy desenfadado desempeño y carisma escénico, Adriana Bustamante dúctil como animosa y la voz de la propia Gladys Prince con matices, modulaciones e inflexiones vocales para generar ese alegre puente de lo teatral con su público.
Producción pulcra de Verónica Cortez. Dos observaciones: emplear los elementos dispuestos sobre la escena y que no sean meros adornos; asimismo, tratar que la forma escénica no se perciba como fiesta de cumpleaños, es decir, cuidar el empaque estético y conceptual a fin que se perciba superfluo y que potencie lo lúdico creativo. Si se afina estos aspectos se dará fortalecerá el logro artístico con más lustre y conexión con lo intrínseco textual.
Con todo, Proyecto Azul proyectó un profundo como aleccionador mensaje tras Tengo una casa de sueños ya el mismo supo acentuar y valorar como metáfora de vida en el trasfondo de esta simpático trabajo teatral.
Épale / Suplemento Cultural de Ciudad CCS
Domingo 22.07.2012