sábado, 13 de octubre de 2012

¿DÓNDE ESTÁ EL TEATRO DE CALLE?

Más que una interrogante, es una búsqueda ya que en los últimos años es fácil comprobar que el teatro de calle parece languidecer en las sombras. Hace ya algún tiempo el dramaturgo Pedro Maldonado –director del Grupo Comediantes de Mérida- en un artículo reflexionaba que, el teatro orientado hacia la calle estaba en “terapia intensiva”- Manifestaba su profunda decepción porque más allá del desinterés gubernamental en apoyar, difundir, o promover esta clase de manifestación escénica, esgrimía que buena parte de la culpa que esta actividad escénica estaba languideciendo lentamente porque año tras año los hombres y mujeres que optaban por esta modalidad, sencillamente cambiaron su norte y dejaron a la deriva una particular forma de producción teatral que, por décadas, se resistió a desaparecer.

Ya no estamos en los años sesenta / setenta del s. XX cuando el Teatro de Calle no solo estaba activo y se hacía sentir con fuerza no solo con un número importante de colectivos y autores que activaban un hacer sino una dramaturgia cónsona al género.

No citaré quienes eran o que se hizo sino hacer constar que la dinámica era visible. Los procesos socioculturales, políticos, económicos e ideológicos hacia que tal situación fuese propicia para que se aunaran esfuerzos tanto de forma individual como grupales. Había presencia del Teatro de Calle en muestras y hasta se contaba con un Festival del género que daba a conocer el trabajo de agrupaciones establecidas como las que se iniciaban. Pero los tiempos han cambiado; entre los años ochenta y noventa de la pasada centuria se observó el declinar del movimiento teatral de calle hasta poderse afirmar que en esta primera década del s. XXI es rara avis que se niega a morir aunque está sumida en el marasmo, la desconexión, la no continuidad y lo peor, el abandono de las jóvenes generaciones que se han ido formando hacia en interior de comunidades, barrios, centros rurales, pueblos y en las regiones.

No es hablar de Teatro en la Calle, tampoco de Teatro para la Calle. Es dejar claro que Teatro de Calle es manifestación que debe contar con dramaturgia específica, que debe tener formación artístico técnica concreta, que debe estar consustanciada con los problemas de su entorno y que no requiere de las demandas efectistas que ostenta el teatro de sala. Incluso, un buen teatro de calle debe considerar no solo asuntos como la polución ambiental, la agresión al entorno, problemas del individuo que aisladamente levanta su ojo crítico ante la injusticia capitalista o que haga frente común con obras y montajes como sencillas apostillas críticas ante la vorágine de un mundo atiborrado de lugares comunes.

El Teatro de Calle debe resurgir mucho más comprometido en lo ideológico, político como en su papel de reivindicación social; deberá mostrarse como un trabajo artístico nutrido con inquietantes contenidos de denuncia e impregnado con planteamientos capaces de desmontar lo obvio. Una línea tentadora sería retomar la desusada modalidad de la “agitación propaganda” a fin de imbuirse con ropajes de dramatizaciones orientadas a mostrar con crudeza –y humor- la cambiante realidad de este mundo globalizado, aburguesado, consumista y alienado.

Estamos en momentos que el Teatro de Calle debe ser repensado por quienes aun lo tienen como fórmula creativa no sea que en un lapso perentorio se vea como una forma extinguida. Es deber de grupos, autores y entes culturales insuflarle dar un vuelco de potencia para que esta expresión escénica vuelva a ser acontecimiento artístico cultural capaz de ir por derroteros disímiles a lo que se exhibe en muchas salas y teatros del país.

Publicado en: Ciudad Caracas / Septiembre de 2012