sábado, 13 de octubre de 2012

DIRECTORES DE RELEVO

En la Venezuela de estos doce años iniciales del s. XXI se ha visto una ebullición de talentos en la dirección teatral. ¿Renovación? ¿Cambio generacional? ¿Nuevas maneras de asumir los retos de la puesta en escena partiendo de gestar visuales distintas a lo constado por otros nombres asociados a agrupaciones teatrales reconocidas? No se cual será en realidad la respuesta más pertinente; en todo caso, si examinamos los últimos 15 años, notaremos la insurgencia de un abanico de directores y directoras que asociados en colectivos emergentes, sumados a grupos estables o vinculados a proyectos específicos están delineando con paso lento lo que esperamos sea la evolución del arte de la dirección escénica que estos tiempos demanda.

Me es imposible citarlos en tan breve espacio pero me apego a un seguimiento (sesgado a Caracas) a fin de colocar parte de un rico abanico que apuesta por señalar una senda creativa con preparación, estudios, esfuerzo, talento, creatividad y riesgo artístico. Por ejemplo, están: Consuelo Trum, Ignacio Márquez, Juan José Martín, Dairo Piñeres, Luigi Sciamanna, Delbis Cardona, Jericó Montilla, Melissa Wolf, Carlos Del Castillo, Mayling Peña, Vladimir Vera, Oswaldo Maccio, Rufino Dorta, Maigualida Gamero, Soraya Orta, Armando Álvarez, Jesús Carreño, Morris Merentes, Luís Alfredo Ramírez, Javier De Vita, Luís Bernal, Carlos Alberto Sánchez, Jenifer Morales, Dante Gil, José Jesús González, J. René Guerra, Jorge Cogollo, Miguel Landa, Adolfo Nittoli, Katty Rubenz, Glener Morales, Daniel Mago o Stalin Rodríguez por tomar referencias a sabiendas que muchos quedaron en el tintero.

Figuras que, en palabras del teórico español Juan A. Hormigón (1991) son quienes hacen específicamente que el teatro exista a través de la puesta en escena que “en su sentido más genérico [está] determinada [en la] organización de los materiales escénicos: interpretación actoral, música, elementos espacio visuales, [planta de] movimiento, [o, concepto de] iluminación”. Trabajo creativo que se hace obligante reconocerlo.

Muchas veces estos directores (as) les observamos cumpliendo papeles alternos en lo escénico como ser directores-dramaturgos, directores-actores y hasta directores-productores; en fin, saben ampliar el rango de responsabilidad dado que –aparte de ser muchos de ellos cabezas grupales- deben estar atentos a todo dado que, en época de limitaciones económicas como para mantener un grupo estable o de aspirar contar con una sede propia deben multiplicarse para calar en un nicho altamente competitivo.

Dicen que la dirección teatral venezolana sufre de debilidad y falta de rigor; que sus propuestas se expanden hacia el terreno de lo superficial con montajes vacuos, limitados en lo conceptual y con poco o ningún horizonte estético. También se a muchos se les cataloga por estar apegados al factor mediático o lo comercial farandulesco en materia de contenidos. Creo que hay que darle una mano al diablo y permitirles avanzar porque ellos están en sus particulares derroteros si se les observa con detenimiento. Empiezan de forma atinada o, a veces desafortunada a ver la concepción del espectáculo con una “intencionalidad significativa” que lentamente empiece a tomar forma.

Para finalizar, son artistas de la escena que deben ser seguidos porque están procurando “definir una forma y un estilo propio” que de aquí a veinte años más, la ley de la calidad y la ley de la persistencia basada en un esfuerzo creador constante dirá si contaremos con la generación que releve a los nombres de la dirección teatral que les antecedió.

Publicado en: Ciudad Caracas / Agosto 2012 (con algunas modificaciones)