sábado, 13 de octubre de 2012

EL PÚBLICO DEL TET

Es alentador constatar que hay grupos que, aparte de crear escénicamente hablando, han comprendido la imperiosa necesidad de formar a los nuevos talentos en actuación y dirección. Uno de esos colectivos ha sido el Taller Experimental de Teatro (TET) colectivo fundado hacia los inicios de la década de los años setenta del s. XX (1972) en los sótanos de la Universidad Central de Venezuela por quien hoy ostenta el reconocimiento de ser una de las referencias vivientes en la dirección y por ser Maestro a quien se le confiriese el Premio Nacional de Teatro; me refiero a Eduardo Gil. Una agrupación que se sustentó desde sus inicios con una preclara vocación investigativa, pedagógica, de exploración escénica que les ha valido respeto, admiración en el país y una línea formativa que ha dado excelentes zafras generacionales.

Son pues casi cuarenta años de labor ininterrumpida, de creatividad puesta a los ojos de cientos de espectadores tanto en el país como fuera de él y por que han sumado, sin lugar a dudas que son paradigma a seguir por muchos otros colectivos teatrales que, a pesar que transitan por otros linderos del hecho escénico teatral contemporáneo, reconocen y saben que el TET es punto cardinal referente a la hora de asentar ¿Quién es quien en la ardua labor de construir algo y que deje huella?

Ayer sábado viernes 12 de octubre, tuve la especial oportunidad de acercarme a constatar parte de lo arriba señalado cuando presencie el montaje de grado del Centro de Creación Artística TET en su forma de Taller de Formación Actoral con el montaje El público (escrita en 1930) y que se constituyó en una de piezas icónicas del dramaturgo y poeta español, Federico García Lorca (1898- 1936).

El público es una de esas raras piezas que el mismo dramaturgo en algún momento catalogaría de irrepresentable –que, extrapolando lo que el ensayista Jean Paúl Borel podríamos decir que se enmarca –al igual que su obra Así que pasen cinco años – de un “teatro imposible”. Y hay que tomar solo una ínfima parte de lo que suscribió Lorca dentro de El públicoal decir que: “Al público que también me gusta a mí: obreros, gente sencilla de los pueblos, hasta los más chicos y estudiantes u gentes que trabajan y estudian…” para caer en cuenta que hay una clase se mensaje, un postura y una perspectiva que permite que tras este texto se vislumbre “la poesía humanizada e individualizada que iluminan las luces de las candilejas [y donde] se encuentra el amor-el amor imposible y el amor rescatado- que se ha convertido en personaje y que vive su propia aventura, siguiendo su propio ritmo y su razón propia. Pero es siempre el poeta, o una parte de él, desgarrada, separada, la que vive esta experiencia y nos las hace vivir al mismo tiempo en la comunión de la escena: «Todos los espectadores tienen un sentimiento que vibra en sus pechos».

Pues bien, con lo verificado con la representación de El público por esta cohorte que culminó su Taller de Formación Actoral en el TET bajo las riendas del maestro Guillermo Díaz Yuma se observó una coherente respuesta artística de jóvenes histriones dentro de un trabajo limpio en el manejo del cuerpo, la voz, la intención compositiva; honesto, porque lo experimental de un espacio bi frontal no se exageró con artilugios efectistas que sofocase lo que uno aspiraba ver y disfrutar: un texto, una puesta en escena clara y un desempeño bien sostenido por parte del grupo actoral donde intervinieron: Maribel Anaya, Vanessa Bolívar, Gabriela Burgos, Marianella Espinoza, Larisa González, Aromaia León, Kimberling Longueira, -el fogueado, Pastor Oviedo- Alan Puerta, Maia Urresti y Solange Vásquez.

Con un diseños de iluminación sugestivo dado por el propio director, el diseño de maquillaje y vestuario entre Alan Puerta y Larisa González, el vídeo de Kimberling Longueira / Gabriela Burgos y la producción general del TET y los propios estudiantes del Centro de Formación Actoral lograron homogeneizar un producto escénico fluido por la capacidad significante de cada elemento, compacto en intención actoral y que reflejó que con voluntad siempre el aprendizaje es también muestra que da satisfacción estética al espectador.

Me auto citaré de lo que escribí en eso que la red Facebook la misma noche que regresaba a casa después de mirar y reflexionar entorno a este trabajo: “Y lo cierto es que, sin ser una universidad, el TET es un equivalente en múltiples sentidos. Como se lo decía a una joven espectadora antes de entrar: los verdaderos creadores y artistas se forjan no en centros académicos sino en las tablas bajo la tutela de hombres y mujeres que hacen de los espacios aulas edificantes para el emergente talento generacional.

Acotó para cerrar: ¡el trabajo creativo / artístico y formativo visto como espectáculo es digno de estar en escena para que sea visto por muchos!