domingo, 28 de septiembre de 2014

HAMLET “VOLADOR”

Con una breve temporada de siete funciones en el Teatro Bolívar e inscritos en Circuito Teatral de Caracas, el Centro de Investigación Artística Nueva Escena (CIANE)dirigido por Soraya Orta acompañada por la perspicaz capacidad de producción de Peggy Bruzual, ha permitido que esta emprendedora agrupación retomase con brios, el reto de reponer su Hamlet (estrenado en 2013) con objeto de seguir expresando que, trabajar con el texto clásico es un proyecto que nuestro público sabe reconocer y respaldar; más aun, si el mismo es capaz de sorprenderle al tiempo de generarle gozo estético como artístico dentro de una sana dialéctica cultural.

Una propuesta marcada por ser teatro físico, una escenificación plena de elementos contemporáneos sin que ello desvirtúe la esencia de lo trágico shakesperiano. Montaje imbuido de empuje gracias al dinámico entretejido de sus escenas que fueron capaces de exponer el signo de lo espectacular junto con la osadía de una lectura acelerada.

Mantengo mi apreciación que Ciane con este Hamlet sigue siendo un “montaje desapegado de la idea ortodoxa del como encarar un texto que tiene sus formas y exigencias para concretarlo de una manera que sea correcta”. Es así que, la idea rectora que da soporte a la rúbrica de este grupo se sostiene y se articula con el empleo de “elementos no verbales coreográficos sustentados en técnicas corporales (cuasi circense) con técnicas de zanquería –propias del teatro de calle- y en la proyección de ruptura a la italiana desde un ritmo pleno de vitalidad juvenil y sobre todo de estableciendo una recodificación de lo que el espectador maneja como comprensión del Hamlet tradicional”.

Y me retrotraigo a la primera lectura de esta espectáculo porque sigue habiendo esa especial rúbrica tras una versión que sigue calando en la recepción de un espectador joven que, se identificó con los signos universales de esta obra al tiempo que le permitía descubrir que ni es una teatro lleno de naftalina pero tampoco excesivo por la grandilocuencia del efectismo.

Un Hamlet etiquetado por el mismo Ciane de: “volador”, porque aun posee esos elementos audaces tras su concepto escénico y porque es inocultable el coraje en lo que a concepción se refiere y que ha buscado ser especie de percutor disparador de otros significados para el público que lo recepta. Trabajo ágil que supo marcarse con desenfado experimental. Empleando un dispositivo modular y ámbitos fijos, se apoyó en una febril atmósfera de luces como en acentos de una ambientación musical –en vivo como con empleo segmentos de una banda sonora apropiada - el conjunto actoral se disparó a crear un ritmo coherente, unificado y bastante atrevido en su destrezas físicas como en lo requerido para que casa escena fuese efectiva como contundente. Como conjunto histriónico tenían un solo norte: dejar en claro al espectador que la trama que moviliza al príncipe danés, Hamlet, era su obsesiva busca de la venganza.

La agilidad escénica estuvo dispuesta por la entrega histriónica que dio vida a cada uno de los personajes. A todos, un merecido aplauso. En lo individual, valido el denodado empeño en la construcción / exposición de sus papeles a: Martín Astudillo, Oliver Jaramillo, Ramón Goliz, Reinaldo Rincón, Yurahy Castro, Rufino Dorta. Asimismo, a las intervenciones de Marcos Díaz, Kathy Colina y Badyr Paracuto junto con otros artistas que, sin mencionarles, les felicito porque demostrar que no había papel pequeño sino un reto artístico a ser concretado con arte. ¡Un Hamlet que merece tener más funciones y ampliar su difusión a distintas salas del país o estar en los festivales y muestras que se despliegan a lo largo del año!