jueves, 5 de noviembre de 2015

EL DIARIO DE UN LOCO DEL TET SUPO CREAR GOZO ARTÍSTICO

Producto del trabajo creador de uno de los grupos teatrales más relevantes del país como lo es el Taller Experimental del Teatro (TET) el público caraqueño pudo tener a su alcance de disfrute en el BOD Cultural, uno de los montajes más emblemáticos de esta agrupación: El diario de un loco, texto homónimo del novelista ruso, Nikolaj Gogol (1809 – 1852) considerado como unos de los representantes más eximios de la escritura clásica de todos los tiempos.

Del autor de textos como Almas muertas o la comedia satírica El inspector general, su producción escrita mostró esa sapiente mezcla de incisivo humor con acento de realismo social, permitiéndole armar una serie de relatos entre 1835 y 1842 bajo el título de Los cuentos de San Petersburgo. Allí se inscribe El diario de un loco donde Gogol apeló a una prosa desenvuelta y poco ortodoxa plena de elementos claves de la existencia que abarca desde la convivencia al amor.

El diario de un loco fue unos de esos relatos. Dentro del mismo, se nos descubre al personaje Axenty Popprischi, un oscuro funcionario atrapado en las madejas burocráticas de la Ucrania del siglo XIX. Medji, lleva un íntimo diario desde el cual no solo permite descubrir al lector/espectador, desde la sorda filigrana de las humillaciones hasta su descolocación psíquica; es un relato y un personaje que nos sabe hablar de lo que ve, siente y sobre todo, armar una profunda cavilación casi desquiciado sobre lo percibía de su entorno.

Esta particular capacidad de mostrar desde lo literario una síntesis entre naturalismo y realismo, hizo que, hacia la década de los años noventa \del s. XX, el maestro Eduardo Gil - fundador del TET - asumiera llevarlo a escena bajo las premisas de una labor investigativa que demandaba exponer con la lucidez de sus trabajo con la línea actoral grotowskiana un sencillo pero a la vez potente montaje que, ha sido emblemático a la hora de saber que representa el TET en estos nuevos tiempos.

Protagonizada por la soberbia actuación del actor Carlos Sánchez Torrealba creó un sintético como afiligranado universo de sensaciones y emociones donde la más pequeñas de las a de las sutilezas externas como internas del personajes, afloraron con crepitante maestría porque este histrión, ha sabido captar y aprehender una técnica depurada donde la voz, el cuerpo, la gestualidad y el mundo interior son uno. Es uno de esos actores capaces de hacernos sentir que el arte de la interpretación es especial y solo dado a los que con voluntad y rigor hace que lo aparentemente fácil termine por ser algo excepcional.

Con un trabajo de puesta en escena que supo respetar lo hecho por Gil, el montaje contó con la solvente escenografía de Rafael Santana
, la música original de Sergio Colmenares y el compacto e eficaz acompañamiento de la actriz, Mariela Suárez. Uno de esos trabajos teatrales que nos ayuda a saber que el arte siempre está ahí, dispuesto para nuestro gozo y deleite.