domingo, 4 de noviembre de 2007

SEMBLANZA PARA UN GRAN ACTOR

EN HOMENAJE AL MAESTRO DE LAS TABLAS: GONZALO J. CAMACHO.
Celebrar (más de) cincuenta años de oficio actoral es, realmente, una hazaña en una época donde el imperio de lo mediático campea y avasalla. Pocos son los afortunados que han vivido y aun prosiguen haciendo arte a partir de lo efímero e insubstancial como lo representa la palabra que insinúa imágenes, del gesto que concreta situaciones y de pasión como recurso que nunca se agota puesta al servicio de enlazar la vida con el todo.
Un histrión es un ser de carne y hueso pero con un alma insuflada de hermosos universos expresivos. Su cuerpo es maleable material que permite la materialidad de personajes y discursos de ahora y de siempre. Un actor es el emblema de una imaginación local y a la vez universal por tanto su experiencia así como su voluntad de desdoblarse será la voz portadora de otras dimensiones de la humanidad y que nos han inculcado mil maravillas desde que el hombre ha vivido en sociedad y su visión ha dado tramas y personajes desde Sófocles a Shakespeare, de Lope a Chejov o de Rengifo a Chocrón.
Para el teatro venezolano, cinco décadas de oficio histriónico representados tras la inconfundible presencia de Gonzalo J. Camacho es prueba fehaciente de que tras su largo periplo creador, existe sin duda alguna: una sólida y asimilada formación, una acabada técnica, un plausible espectro de logros, una feroz tenacidad como artista y, más que nada, un inmenso amor por el arte de la escena.
Las tablas venezolanas le han visto transitar trasmutado en disímiles personajes. Su peculiar estilo interpretativo calificado por algunos como “stanislawskiano excesivo” tan solo demuestra que como histrión es lúcido poseedor de una sagaz perspicacia a la hora de enfrentar la ardua labor de caracterizar. Gonzalo Camacho es uno de los pocos actores cuyo trabajo ha hablado por su mismo. Y lo que ha logrado emanar de cada uno de sus retos escénicos y de cada uno de sus personajes lo han expuesto como un consumado artífice que sabe unir coherentemente al actor y la ficción en un espacio y una estética muy personal.
Sumar las obras y los personajes que lo han definido ante nuestros ojos y ante nuestra apreciación no nos dejaría espacio; sin embargo, la síntesis más objetiva de su vida en la dinámica teatral venezolana es que él ha sabido arraigarse con firmeza desde su debut como una voz del Coro de la zarzuela Los Gavilanes hacia finales de la década de los sesenta. A partir de ese momento, el decurso del tiempo le fue inscribiendo al lado de directores como Paul Antillano hay que recordarle con su monólogo Estimado Procer y de poco a poco, con un impresionante espectro de caracterizaciones. Así, con el transcurrir de los años, la lista se fue engrosando con cada trabajo gestado bajo la mirada atenta de nombres como Horacio Petersón, Gilberto Pinto, Romeo Costea, Ugo Ulive, Jaime Miranda, Armando Gota, Antonio Constante, Marta Candia, Ibrahim Guerra, Gerardo Blanco, entre muchos otros.
Pero Gonzalo Camacho tras esa inquieta mirada y su decidido accionar como actor se le descubre su veta de formador de juventudes. Como tal, ha sido un cabal docente que ha sabido moldear y servir de guía a distintas generaciones que no solo recibieron lo mejor de su experiencia, sapiencia, técnica y noble humanidad sino que lo han ido constatando con clara pulcritud profesional y solvente eficacia artística tras los gestos, las palabras y las voces de decenas de personajes en una larga y fructífera carrera que ha venido descollado en la Venezuela contemporánea por más de treinta años de presencia ininterrumpida.
El país teatral tiene una deuda de gratitud por su arte y todos nosotros le debemos un inextinguible aplauso que debe seguir sonando para saludarle y para rendirle el honor que merece. No hay el menor asomo de duda de que la vida y las preocupaciones del maestro y del actor Gonzalo Camacho aún son norte, ejemplo, virtud y orgullo dentro de esa ética y actitud artística que el arte teatral en Venezuela merece tener. Gonzalo ¡eres un actor cuya mirada de actor sigue reflejando la vida y la pasión de que siempre hay un nuevo reto por alcanzar!. ¡Congratulaciones y un fuerte aplauso a usted, maestro Camacho!.

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