miércoles, 5 de marzo de 2008

¡¿UNA MIRADA CRÍTICA?!

INTROITO CON ACENTO PERSONAL

Tras un lapso que para algunos parece retiro o que para otros se siente como reticente a no comentar por razones que desconoce, quien suscribe retoma la actividad de reflexión y análisis de lo que ha ido aconteciendo en la escena caraqueña como regional. Creo que la subjetividad del “ver” debe por momentos descansar aunque la dinámica de ese mismo verbo ver no genere la personal “reflexión” que relaciona el marco de los agentes creadores, los altibajos del eje creación, circulación, consumo y que, una serie de situaciones noticiosas, actúen de forma catalítica en la preocupación sobre la partitura sonora que es el teatro nacional. El ánimo de quien ejerce el oficio de comentarista, cronista o crítico de arte especializado se impregna, se satura, se potencia, toma conciencia a distancia o, objetiva el subjetivismo de lo que percibe con el fin de que la alta audibilidad de los sucesos artísticos no le creen el imperativismo o la compulsión mecánica de generar “n” cuartillas semanales sobre lo que piensa de tal o cual acontecer, hecho creador o, noticia. Hay que estar atento eso si, a la marea de lo histórico nacional ya que sino se corre el riesgo de no saber otear el tsunami de ciertos hechos y desde la parcela íntima de la reflexión, establecer el necesario convivio con quien ofrece el pan del arte o el vinagre del absoluto

La labor del teatrista nacional no se ha detenido ni se detendrá. Esto lo apunto en respuesta a la reiterativa capacidad de otros por colocarle en el dedo gordo del pie la etiqueta de que el “teatro venezolano está muerto” o del comentario zahiriente que nuestro teatro está anémico por no saber responder con bríos al actual momento histórico que atraviesa la sociedad y la política venezolana. La harina del costal de si el teatro de los sesenta o los setenta del s. XX era mejor es una cosa pero intentar colocarle cal en vez de levadura a la cuestión de discusión es apostar por un pan de piedra, que será duro e intragable, que servirá más de piedra que comestible vital para la fortaleza del organismo. Amasar con reconcomios, gringotas y la boca seca hará que la digestión reflexiva produzca espasmos si se sabe que el pan del teatro fue amasado con solo especies cuya fecha de vencimiento ya es caduca o, por lo menos, que la esté adobando en exceso.

Siento que la actual circunstancia histórica en que está el teatro venezolano, merece ni ser complaciente, ni acrítico pero tampoco pretender verla desde el ámbito de hay todo esta podrido, mancillado y maniatado. Es querer desde esa postura, ansiar tapar el sol con un dedo arguyendo que la escena nacional –en su aspecto de espectáculos y en su dramaturgia- está sorda, ciega y muda. Son tiempos donde la política y el retomar de lo social campean en todos los rincones de la vida nacional; el teatro, ciertamente, está bastante callado cuando debería responder de forma más enérgica a las fluctuaciones de estas circunstancias pero no de forma mecánica, oportunista y camaleónica. Es tiempo donde debería haber más teoría y creación ideológica pero lo que se percibe es una disonancia política y una desarticulación ideológica por falta de capacidades argumentales que la sepan sostener. Esa es una verdad; otra, nos puede decir que, tras el hacer de algunos grupos y la mirada autoral, el país está inmunizado a la reacción de cambio y que, la erupción de la piel del venezolano parece son enrojecer más como un síntoma de un salpullido que como una auténtica muda de piel que luego de la caída de la costra aparezca la lozanía del nuevo cuerpo.

Sin se maniqueísta, hay que enfatizar que el repertorio de respuestas no hila tan fino como se aspiraría y, sin embargo la rueca no se ha detenido como uno que otro “investigador” del teatro nacional exprese de cuando en vez. Aun se hila, aun se sigue mirando la “realidad social” del país, aun se sigue construyendo su imaginario y aun cuando las estéticas, las formas y los estilos no son lo más cónsonos a lo que estos ex críticos pero si acuciosos “investigadores” desean ver, oír y sentir para su satisfacción de clase e ideología, la dramaturgia nacional y ciertas expresiones de su respuesta sobre la escena están colocando sus respuestas a los variados mecanismos del pulso histórico, social, cultural e individual.

Reitero mi personal postura que más allá de la fiebre ideológica que tumba a unos y hace delirar a otros, la dinámica creadora no se ha detenido. Mi posición como hombre de teatro se altera ante la desazón con sucesos y/ o noticias que van de acá para allá: la posición de la actriz Fabiola Colmenares ante las declaraciones del ciudadano Ministro del Poder Popular de la Cultura. La situación de mala tensión generada sobre el fin del comodato de las instalaciones de la Sala Alberto de Paz y Mateos donde radica el grupo Theja y/o lo que se percibe como la crónica de una muerte anunciada de lo que sería el ciclo del Ateneo sea en este año o en el próximo. También es un hecho que la relación de dependencia del dinero estadal está en franca recesión. Años de subsidiodependencia está por hacer de la ley darviniana de la sobrevivencia del más apto parezca estar en ciernes.

No estoy de acuerdo con cierre de salas. No estoy de acuerdo con los pases de factura de uno a otros. No estoy de acuerdo que se cierre un circuito sin saberse a ciencia cierta, si este ámbito cultural será sustituido por algo mejor. Me opongo a cualquier mecanismo de censura o intimidación. No creo que la cultura deba ser blanca, negra, azul, verde, amarilla o roja. Tampoco creo que ciertas “verdades” se mantengan y que la gran mayoría las reconoce pero que en su gran mayoría obvia creando su ominoso trabajo de fondo a favor de un sector en detrimento del otro. Me opongo a la cultura elitesca que siente que debe tener su “verdad” de grupo hegemónico y que desdeña la otra cara de la realidad de la cultura social. Tampoco es mi deseo ni aspiro que los arribistas de ocasión empujen a quien con trabajo creador, esfuerzo moral y ético así como una inocultable constancia ha construido país. La cultura debe ser amplia, plural y abierta tanto al disenso, la controversia como la polémica. En ella debe caber de forma respetuosa, la confrontación de ideas, el equilibrio respetuoso de aceptación del disenso del otro y más que nada, esa sensación que la libertad de opinión no deba temer porque puede crear incomodidades al funcionario de turno, al productor del momento o, al programador de un evento. Las verdades deben ser puestas es su junto término y no dejarse arrastrar por los intereses de una parte u otra.

Todos en el medio escénico nacional saben que existen esos intereses que vistiéndose de tal o cual matiz ideológico, partidista, económico o de poder de clase privilegiada, empuja al otro con fines non santos. Es necesario que haya diálogo de altura y no cuchicheos de esquina, pasquines anónimos, declaraciones amarillistas ni oportunismos mediáticos. La cultura y el arte puede en un momento debe estar al servicio de la transformación de la sociedad y del individuo y eso para mi entender, es revolución. Si la asumimos con tolerancia, hay avance. Si la asumimos con fanatismo hay fosilización. El teatro es y deberá ser terreno abonable para el debate, el dialogo, la comunicación, la creación, la construcción y el intercambio del saber: es un espacio para crear la verdadera revolución. Sino es simplemente una caja de grillos, un cuadrilátero donde se olfatean y caen a destelladas canes rabiosos para diversión del oportunismo.

¡SI SE BUSCA, SE ENCUENTRA!

La cartelera se ha activado en 2008. Grupos y compañías en sus diversas formas de producción y circulación de producto escénico han articulado sus estrategias: reponiendo, remontando y estrenando. Es difícil afirmar que, en el caso de la capital de la república no haya al menos en este momento –inicio del mes de marzo de 2008- cerca de unos doce montajes. La oferta ha estado más abierta a exhibir producciones para el segmento adulto que hacia el segmento infantil. La carga se irá nivelando con el pasar de las semanas.

Si un asiduo a las tablas efectúa un rápido paneo en los distintos circuitos culturales de Caracas, podrá caer rápidamente en cuenta que el termómetro del quehacer está marcando una temperatura agradable en cuanto a que existe oferta. Sin menoscabo de lo que se exhibe, hay calidad y cantidad. Hay que estar conscientes que para la percepción y gusto de ciertos ex - críticos, la vida teatral venezolana está muerta. Allá ellos; fungen como brújulas alienadas por la oscuridad de un cierto pasado glorioso donde ellos encumbraban un hacer y personalidades, creando la matriz de que en esos momentos, nuestro teatro era vital, orgánico y merecedor de su atención. Peor ciego es que el no desea ver y más aun, que ese ciego se conforme con la erudición académica para ponderar las luces y reflexiones de épocas pretéritas. ¡En fin!

Es destro de este accionar que si hacemos ese consabido paneo de la cartelera teatral de nuestra urbe podemos encontrar que, en los predios de la del Celarg en Altamira, el grupo Teatrela bajo la dirección de Costa Palamides ha estrenado la pieza de Elio Palencia, “Penitentes”. En la Sala 01 de ese mismo centro cultural, una productora independientem presenta elmontaje “La Duda”. Hacia el circuito centro oeste, tenemos que, la Fundación Rajatabla sigue presentado “El Peligroso encanto de la Ociosidad” de Gilberto Pinto bajo la dirección de Germán Mendieta y producida por Francisco Alfaro. En el Ateneo de Caracas Caracas, se puede cotejar los montajes “Final de Partida” de Samuel Beckett del Actoral 80 bajo dirección de Héctor Manrique. Bajo la dirección de este mismo regisseur, en la Sala de Conciertos, el público puede cotejar la dupla deproducciones “Los hombres son mortales” y “Las Mujeres también”. En el Teatro San Martín de Caracas, se exhibe “Comegato” de Gustavo Ott. Y para los niños, hasta el domingo el Teatro infantil Nacional ha activado su XI edición de su Festin en varios espacios de la ciudad. En el este, en específico, en el Teatro Trasnocho, se puede ver el excelente montaje del grupo Dramo “La Zaranda” (infantil) y “Esperando a los Dos”(adultos). Esto es apenas unas referencias que pueden animar al público a optarpor una alternativa de buen teatroque le garantice que el pulso escénico capitalino esta latiendo.

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO: ¡UNA APUESTA LOGRADA!

Si bien este montaje ya bajó suspresentaciones dentro de la sala Luís Peraza (Los Chaguaramos) debenos decir que fue un montaje bastante atractivo en cuanto al trabajo del texto homónimo del bardo isabelino, William Shaqkespeare. Una producción afiligranada en cuanto a saber que se deseaba obtener sobre la escena; la caligrafía estilística del grupo La Bacante marco la escena con una adaptación asumida con tono, sentido y ritmo caribeño en la cual la capacidad creativa de Marcos Suniaga como puestista logró compactar un producto escénico que satisfizo si se le mira sin tanto apego a las exigencia que debe tener los textos clásicos shakesperianos.

Un trabajo inteligente que busca no solo exponer como bajo la fuerza sonora de la música con ritmo de merengue y otros cadencias propias de nuestra mar caribe son capaces de propulsar un sentido de apropiación entre lo textual y lo que compromete el sentido de sustanciarlo en la escena. Espacio bifrontal, entradas laterales, empleo de efectos sutiles para ayudar a potenciar la sugerencia de la palabra, hábil o manejo de las composiciones histriónicas para que se traduzcan el escenas con fuerte sentido lúdico, puntual pertinencia de separar los ámbitos de situación que la obra demanada, tanto el bosque donde ocurren los encuentros de esas figuras mágicas como son Oberón y Titania quenes junto a Puck y otros entes crean ese submundo de sueños, embrujos y injerencia sobre la vida de los osados mortales que se atreven a ingresar a sus predios. Allí, la escena de los comediantes – en nuestra recepción, el mejor logro del director fue el haberle aplicado un acentuado toque de sainete cariaturesco a los personajes- elevó desde todo punto de vista el resultado global de la puesta ya que supieron componer sin exageraciones desmedidas, encanto orgánico y desenfadada histrionicidad, cada escena, cada situación del juego del teatro en el teatro y porque, sin duda alguna, exhibieron una fulgurante chispa de retroalimentarse de una energía expresiva que se irradiaba de la escena a la platea y viceversa.

Suniaga como puestista despojó este trabajo del peso escenográfico. Existe ese concepto brookiano donde la acción debe captar la tensión / interés teatral en la observación del público. Su orientación la acentúa en la eficacia de la síntesis del texto, la consistencia de respuesta de su joven plantilla actoral la cual en conjunto estuvo plausible, armónica y con ese espíritu exultante que se agradece para pasar una velada satisfactoria.

Con el apoyo de sentido del vestuario diseñado por Oswaldo Maccio / Diana Peñalver, con una iluminación seductora sin altibajos, con el empleo de bellas máscaras (diseñadas por Diana Peñalver) que son el rostro sobre la faz de actor para enmarcar el plano del otro, la correcta selección musical con todo el sentido sonoro referencial de una época (años cincuenta) hizo que la sensibilidad del constructo estuviese bien hilada para generar eso que aun late en el espíritu latinoamericano como lo “real maravilloso” y que, a su vez, era propiciadora para armar una labor coreográfica asentada con eficacia. Estos fueron algunos de los aspectos más resaltantes de una propuesta que uno como espectador aplaude ya que se les reconoce un esfuerzo digno desde cualquier ángulo que se mire.

Finalmente, el trabajo actoral. Este pudo haber sido más compacto pero las diferencias formales en técnica de composición del personaje, la tensión en el manejo vocal a fin de que hayan matices, cadencias, inflexiones y sentido armónico no fue del todo resuelto.

Hubo en ellos, soltura corporal, flexibilidad en saber colocar el cuerpo en cada situación y de potenciarlo en cada escena -salvo algunas excepciones-; se puede decir que, lucieron frescos,animosos y que buscaron en todo momento estar en su ahi y ahora para expresar, comunicar, crear y divertir – divirtiendo.

Mi aplauso está dirigido a la labor dada por Abel García, Vera Lucía Linares, Ana Gabriela Melo, Yazel Parra, Jesús Hernández, Ernesto Montero y Yara Daniela Suárez. Creo que se pudo haber mejorado los trabajos de Roselyn Sosa (Puck) dado que lo vocal y lo expresivo del personaje quedaron a medio camino, he allí que la dirección tenía su parte de responsabilidad. Las respuestas artísticas de Román Mendoza e Irene Vivas se mostraron oscilantes a veces en dotarle un sentido cohesionado al personaje pero a veces no; hubo en ellos, buena disposición como entrega pero faltó un toquesito más de organicidad interpretativa que nos los disminuye pero que en la función que me tocó verle estaban un tanto desajustados.

En resumidas cuentas, un trabajo actoral que, en términos escénicos tuvo sus bemoles y con todo, lo sacaron hacia adelante hecho que se aplaude porque en todos estaba la pasión y entrega de que no era un simple reto el que se asumía.

La Bacante con esta producción de “Sueño de una noche de verano” apuesta bien con la gente joven que desea manifestar su anhelo de ser artistas y con un público que debe cotejarlos para que se reafirme que las generaciones creadoras del país están ahí para demostrar que más allá de los problemas, el arte del teatro clásico puede ser mucho más que teatro ligero y que en tiempos cuando se dice que la escena nacional esta “muerta” pues nuestros grupos y su gente sigan bombeando energía.

Un aplauso para La Bacante así como para el colectivo que le tocó estar sobre la escena del Luís Peraza en tan breve temporada.

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