domingo, 4 de noviembre de 2007

TEATRO EN LAS REGIONES: UNA APROXIMACIÓN

Por décadas, la actividad escénica desarrollada en la inmensidad del territorio venezolano ha dado muestras de ser divergente, disímil, pro-activa, constante, vigorosa, variada y hasta oscilante tanto en sus formas expresivas, maneras creativas, capacidades de planificación, producción y circulación así como en sus particulares búsquedas conceptuales y artísticas estéticas. Ya no se puede calificar que la dinámica del teatro regional sea la misma a la observada en lo que fue el paso desde los años setenta del siglo XX a lo que se expresa en estos primeros años de la primera década del siglo XXI.
Independientemente de la complejidad de factores y elementos que han incidido en su crecimiento, expansión, consolidación o en los mismos hechos de su actual contracción o debilidad, lo cierto, que es aun se puede afirmar que el teatro verificable en salas, auditorios o espacios no convencionales está imbuido de aliento por sacudirse de los avatares de lo económico, de las inestabilidades propias de cada espacio o infraestructura o bien, por el asordinado éxodo hacia las grandes urbes –e incluso, al exterior- de los mejores talentos, donde bien que mal, la acción de continuidad es, quiérase o no, mucho más consistente, coherente y a manifestar una propensión a tener ese hilo de insistencia que, en otros centros urbanos resulta difícil de mantener.
Mucha agua ha pasado bajo el puente. Los tiempos han definido, desmontado y obligado a re-definir los derroteros de continuidad y permanencia para muchos colectivos teatrales a lo largo y ancho venezolano. Sabemos que un segmento importante ha sabido capear desde la oleada de altos recursos con un pertinente sentido de asertividad hasta otros que, muy probablemente han tenido que siempre estar entre la espada y la pared de saberse empujados hasta los límites de la desaparición pero que con tenacidad y -podría intentar aplicar la frase- de hacer re-ingeniería de la astucia, prever lo que a la vuelta de algún tiempo eran elementos concomitantes para su supervivencias como entes creadores.
Lo cierto del caso, es que al hacer un muy superficial paneo por lo que es la realidad del hacer desplegado por agrupaciones –subsidiadas por el Estado o no- me atrevería a calificar al quehacer de estos como audaz, obstinado y con un grado de compromiso de que expresa que más allá de las coyunturas económicas, más allá de los vaivenes de lo político institucional, más allá del centralismo y muchísimo más allá de los entendidos de que es o no un grupo reconocido, la realidad sin ser totalmente exacta dice al que la desea ver que el teatro regional está ahí, que la dinámica derivada del un oficio de muchos grupos emergentes, estables o consolidados ha sido preservada por lo más caro que todo grupo creador debe aquilatar: sus artistas.
La visual en estos primeros años del presente siglo me expresa que muchos más de cualquier vaivén social, político o económico, los hombres y mujeres radicados en las distintas capitales de estado así como en sus municipios más apartados, lo escénico tiene cosas por decir al centro. Quizás para un mutable Estado centralista con su inestable cambio de políticas, funcionarios y manejo / entrega de “dadivas económicas” no esté n capacidad de comprender y menos aun de ayudar a variar las endurecidas sensibilidades de los gobiernos estatales y municipales a que de una vez por todas asuman con rigor y seriedad un vital giro de verdadero como solidario respaldo al quehacer gestado cientos de grupos y compañías que, -juntos, a pesar de lo disperso que pueda parecer- constituyen lo medular del universo escénico regional y establecer un pragmático y perspicaz sentido de acercamiento a lo que cada grupo, compañía, movimiento y creador regional aspira encontrar para su noble tarea de hacer arte y cultura teatral en relación con su entorno socio-cultural cada vez más conciente como deseoso de ver como la labor de “revolución verdadera” se gesta en sus manos y no en los escritorios y en los grandes salones de una Dirección de Cultura, un CONAC o, ahora en un Ministerio de Cultura.
La realidad que se expresa a través del duro oficio de la escena es expresión de muchos. Gente con años de fogueo y ganada experiencia, de generaciones que emergen con la ansiedad de de ver que haya futuro para lo que han decidido sea no una vocación y si una profesión, de que lo que ya ha estado permanezca y no de disuelva, que hayan más espacios teatrales y menos salas cerradas o en estados deplorable, que los dineros de la cultura sea aliciente para la imaginación y la voluntad de muchos y no la excusa para crear sistemas aislados de su sociedad, su tiempo y pero aún, su país.
Siento que el teatro regional está esperando respuestas tanto desde ellos hacia si mismos como desde los centros de poder hacia sus concretas realidades de producción. Las expectativas son tan diversas que sería tonto tratar de enumerarlas. Lo que si percibo es que tanto en occidente, centro, sur y oriente hay amplia infinidad de hombres y mujeres, niños y adolescentes agrupados bajo entes creadores que sería inmodesto el tan solo enumerarlos; en todo caso, para muestra diría que desde el Teatro Estable de Portuguesa, Garaje Teatro, Teatro Coordinación, Acción Creativa, Actores para la Ciudad, Pequeño Grupo de Mérida, Comediantes de Mérida, Teatro de Cámara de Maracay, Grupo 8 de Marzo, La Petaca Nacional, Estival Teatro, Teatro Giraluna, Fundación Teatrón, Teatro Arlequín, TKNela Teatro, Teatro Los Robles, Compañía Regional del Estado Anzoátegui, Cometa Cantaura, Grupo Contrapeso, Grupo La Barraca, Teatro de Cámara de Maturín, Teatro Establece Villa de Cura, Teatro Profesional de Lara, hasta la Compañía Regional del Estado Amazonas entre otras decenas y decenas más, no solo espera que haya un real como efectivo tino en lo que es y será la política del Estado central, las Direcciones de Cultura de Gobernaciones y municipios sino que se comprenda de una vez por todas que TEATRO no es solo lo que se maneja como concepto de un grupo de individuos reunidos para expresar con su esfuerzo y pasión un oficio, sino que TEATRO es también infraestructuras, TEATRO son mejores escuelas, institutos y universidades donde las nuevas y -¿por qué no? Las viejas generaciones estén unos al lado del otro para delinear con unidad, tesón y ardor, lo que para mi entender no es teatro de las regiones sino, TEATRO VENEZOLANO. ¡Amanecerá y veremos! Por lo pronto, tomaré parte de la letra de una reconocida canción del cantautor Alí Primera y le efectuaré un inciso algo forzado para cerrar este escrito para afirmar que: “La patria [y el teatro] es el hombre…!”
Artículo publicado en la revista YO_Ediciones Año I No 5 / Febrero - Marzo, edicion especial 2006 Red de Teatro del Estado Lara

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