domingo, 23 de marzo de 2008

REFLEXIONES PARA EL TEATRO DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

REFLEXIONES PARA EL TEATRO DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES Un eje disparador que podría (y debería) abrir un cierto debate con investigadores, críticos y educadores en el país y ¿por qué no?, con los creadores del teatro infantil / juvenil a lo largo del país es, ciertamente, una preocupación que siempre está sobre el tapete: ¿qué pasa con el teatro para niños y niñas en Venezuela?. Una arista de esta situación descansa en que cada día hay menos espacios donde se pueda asentar con respeto (y despojado de matices políticos) lo que día a día debería ser un diálogo activo para re-pensar el hacer que genera la praxis escénica dedicada a nuestra infancia. Lo anterior, lo apuntalo a sabiendas del hecho que una institución capitalina dedicada al quehacer escénico para niños y niñas como lo representa el Teatro Infanil Nacional (TIN) culminó hace cuestión de algunas semanas, uno de sus proyectos bandera el cual debió para el lapso en que lo realizó fomentar, por lo menos, un espacio para la reflexión, la discusión y en encuentro para ese segmento que constituye una parte de la gran familia teatral infantil. Ello, al parecer, fue obviado o, sencillamente no fue contemplado como parte de las actividades oficiales de este recien culminado encuntro festivo del FesTin. El Teatro Infantil Nacional, es ya una institución teatral con nombre y apellido (radicada en Caracas pero que aspiramos que, algún día pueda establecerse o expandierse hacia otras capitales de estado, con una junta directiva y asamblea de miembros plural y representativa de todo el país) pero que debo insistir -más allá que pueda sucitar alguna encono- que la misma ha estado mermando su capacidad operativa y que sus logros dejan mucho que desear. No solo es lo artístico en sí sino la apatía, desinterés o mínimo entusiasmo por animar, propulsar y crear mecanismos de encuentro, reflexión y debate de la realidad que vive y atraviesa el sector. No diremos que su actual situación institucional este boyante y sobrada ya que asienta los mismos moretones que muchos colectivos teatrales que hacen vida artística en el país. El sector teatral para niños y niñas que los ha acobijado muchas de las veces con amor y otras con una carga de resentimiento así como todos aquellos que se han convertido en sus detractores reconocen que el TIN sufre una serie de visibles problemas que van desde un constreñido orden presupuestario (subsidio del estado) para su normal funcionamiento hasta la reciente pérdida de su sede en La Casa del Artista. En su fuero interno para nadie es un secreto el opaco trabajo de una directiva harto cuestionada y que, no ha sabido oír las voces críticas sobre su accionar; al parecer parte importante de sus miembros solo perciben estas opiniones como voces negativas a la continuidad de lo que representan. Creo, sin embargo, que si se hubiese dado una canal de dialogo y una actitud de sumar fuerzas posiblemente el carácter y la actitud de las partes hubiese sido mucho más solidaria y dispuesta a trabajar en colectivo. El Teatro Infantil Nacional (TIN) está ciertamente en 2008 expuesta como una institución venida a menos. El TIN debe urgentemente cambiar, rotar y generar nuevos caminos para que otros colectivos se sumen y oxigenen su mermada existencia. Desde hace algo de tres años, su accionar solo se ha enfocado a darle continuidad a un Festival -y si tienen suerte en eso de "estirar los recursos"- a concretar su segundo proyecto: el Premio TIN que se confiere a los hacedores y hacedoras del teatro infantil en Venezuela. Mi opinión es que la recién culminada edición de dicho festival vuelve a tener una serie de grupos que bajo la mirada de otros no son lo es lo que representa el panorama del hacer nacional. Fue significativa la baja presencia de grupos siendo más el número de colectivos de Caracas que de las regiones. Desconocemos el ¿por qué?, de esta situación. En todo caso, la no presencia de una variado espectro de colectivos de otros estados fue estimado por algunos de pobre, por otros de sectaria y por unos menos, de egoísta. No hay formas ni maneras de saber como se puede satisfacer a todos, más aun cuando hay problemas de criterios de su directiva y miembros asociados bajo la circunstancia que algunos de estos últimos han estado trabajando para el estado. Lo que si es una debilidad más allá de lo puntual de la calidad y cantidad de su vitrina es que no hubo la intención manifiesta de sus organizadores a crear el marco de encuentro y diálogo que un festival por su propia naturaleza tiene. Desconozco si el seguimiento / estudio / ponderación de cada trabajo fue democrática como abierto. Me consta que por lo menos en una de las presentaciones no fue el jurado y se me adujo que el mismo valoraría el trabajo del colectivo participante por medio de un vídeo. Ello no es conveniente ni justo si se efectúo el seguimiento de ver al resto en cada sala, espacio donde se realizaron las presentaciones. Que los jurados puedan o no estar en capacidad de no ver tal o cual propuesta pone el dedo en la llaga a una inflamada herida que en mi parecer no es saludable para cuando se haga la ponderación de fortalezas y debilidades que tendrá el segundo proyecto de esta institución que es su premio. Emitir fallos acorde a trayectoria de cada agrupación que hace vida escénica en un lapso es dar respuesta objetiva de la calidad técnico artística de sus trabajos y que, el mismo festival permitía acercarle al jurado esas opciones teatrales dado que provienen de distantes geografías. La grilla del festival debió prever los tiempo y lugares, las horas y el equilibrio de esa muestra a fin de que todos, sin excepción fuesen sujetos de ser mirados y escrutados por el jurado y derivado de esta actividad se suponga que cada renglón del futuro premio tenga justos reparos, evitando así que no prime lo incomodo de ver vídeos mal grabados, que sea lo subjetivo que enfatice una decisión o, que sencillamente, se expresa posteriormente que estaba fuera de las posibilidades del jurado y de la organización del Premio, que hubiese una justa y equilibrada mirada a lo que en un año se realizó como producción escénica infantil. El otro (el Premio) se ha ido estrechando en cuanto al espectro de seguimiento de parte del jurado y de los grupos que deberían ser sujeto de seguimiento. Desde hace años que este premio perdió su peso de “nacional” debido a que por razones varias -algunas risibles, otras fundamentadas- ha estado limitado el conocimiento / seguimiento / revisión de los productos escénicos que deberían estar bajo el paraguas del mismo. Sabemos las bases del premio pueden ser manejadas por cada administración y/o directiva de turno para que esto tenga el mejor de los resultados a la hora de generar el universo de grupos a ser evaluados y que están en representación de un lapso del hacer del sector dedicado a la actividad infantil. Armar e integrar un festival es algo realmente agotador, difícil y complejo, eso todos lo sabemos pero la evaluación es una tarea que se somete a un tiempo perentorio y que las partes (los organizadores como los grupos sean de Caracas o de las regiones) deben establecer los mecanismos para que haya eficacia para la labor del jurado. El Premio es necesario para el reconocimiento del hacer y por ende, de la labor que año tras año se visualiza a lo ancho de la geografía regional nacional. Mi criterio –nada nuevo- es que ambas acciones (tanto el Festival como el Premio son necesarias y mejorables) están sometidas al problema (en voz de cada directiva de la institución que organiza estos eventos) al peso de lo económico. Pero, insisto y ha ahí mi crítica ¿por qué no hay discusión / reflexión? Esto se visualiza con fuerza ya culminada la edición del festival al cual he aludido. No hubo un espacio para el encuentro de los pares (llámese, directores, diseñadores, productores y actores) pares; menos aun, que parte de esos mismos cabeza de grupos pudiesen establecer un vaso comunicante con la actual directiva y acordar de alguna manera un principio activo de alianzas estratégicas e interinstitucionales para hacer músculo y activar el obligante como urgente encuentro (Congreso) que merece para ir acotando su actual situación. El festival que acaba de culminar pudo haber sido la bisagra del análisis y reforzamiento de lo que les compete como agentes culturales y, asimismo, echar bálsamo a una actividad que tiene que optimizar cada uno de los aspectos que le son de interés. Debo acotar que el Teatro Infantil Nacional (TIN) pueda que tenga las ganas de generar todo o casi todo lo que he expresado anteriormente, pero siento desde mi lado de acera que no hubo esa taxonómica voluntad. Pero también parte de la culpa se la proyecto a todos los grupos e instituciones dedicadas a lo infantil que tiene vida activa en el país, claro está, con contadas excepciones. Se esgrimen problemas logísticos, contrariedades de producción y conflictos de “poder e intereses” entre unos y otros para acometer proyectos y que la base de cortocircuitos descansa en el factor económico. ¡Cierto, desde una perspectiva!, pero ¡incierto desde otra! Si todo fuese cuestión de dinero, estaríamos en un país mudo y sin neuronas. Creo que para hablar y reflexionar en conjunto solo falta el deseo de crear ese espacio, que haya un grupo de creadores que armen temarios a fin de activar la voluntad de dialogar, pensar, reflexionar, pautar y re - accionar. El TIN debería ser un ente propiciador aunque no cuente con los fondos. Debería ser el impulsor / catalizar aunque no sea el que en la práctica lo asuma. Eso es lo que debería ser esta fórmula de agremiación de grupos. No basta con lo singular de pertenecer a clanes de poder o clubes de reconocidos que de cuando en vez aparezcan solo para demandar recursos. Los recursos son humanos y el pensamiento como el intercambio de ideas es el verdadero insumo que podría generar cambios y seguir enriqueciendo el hacer de nuestros teatristas sea este local caraqueño o regional. En fin, cuando estamos en la postrimerías del mes de marzo de 2008 y nadie parece recordar que fue lo bueno de la XI edición del FesTin. Retomo mi mirada y preocupación no por los logros o fallas de este evento sino por la ausencia de que los agentes participantes del encuentro no hubiesen tenido el espacio para verse, confrontarse, para hablar y dialogar, para cruzar criterios e ideas, para gestar nuevas alianzas, para exhortar a la actual directiva a que se dinamice el proyecto del Congreso Nacional de Teatro Infantil, que se debata si se puede ejercer presión ante los gabinetes de cultura estadales a que la acción escénica para niños, niñas y adolescentes tenga una atención prioritaria. Ya estoy en conocimiento que en el estado Mérida, el Gabinete Regional excluyó de forma desconsiderada la acción de un festival de teatro juvenil donde que ha tenido un alto impacto en la capital de los caballeros. ¿Por qué de esto? Sin respuesta. Pero, es botón de muestra de cómo se dilucida el apoyo económico gubernamental a grupos e instituciones cuando no hay un verdadero conocimiento de los funcionarios (as) de turno del hacer de personas y/o grupos que, año tras año se fajan como lo buenos para concretar dinámicas que favorezca las artes escénicas infanto juveniles. Hay teatristas y sus colectivos que tienen ya armada su agenda para seguir colocando su esfuerzo para fomentar, difundir, promover y circular el quehacer teatral para niños, niñas y adolescentes, en Carabobo, en Abril estará tanto en Valencia como en Cumbres de Canoabo el Encuentro “Más allá de los Cuentos” que organiza el grupo TKnela, en Agosto (el cual ya presenta obstáculos por la miope mirada de un Gabinete Cultural que no sabe ponderar los logros de este colectivo sino que parece apostar por la segregación armados con criterios de lista y referencias de ¿quién esta o no con el proceso?). Tendrémos, si el engranaje de las circunstancias así lo permiten, una nueva edición del Festival de Teatro Infantil “José Gregorio Romero” que dinamiza el grupo PuertoTeatro que trata, como todos los años, de superar las difíciles barreras del patrocinio ya que, al igual que el grupo TKnela parece que su labor para la comunidad infantil de Anzoátegui parezca estar desapercibida cuando no lo es así. En todo caso, el llamado de atención deberá hacerse a quienes se abrogan el mal sacrosanto derecho de lo político cultural con sus nefastas posiciones al no darle el debido espaldarazo económico e institucional del estado a estas instituciones y los hombres y mujeres que en ellos trabajan cada día de año para concretar una acción comunitaria positiva y que no puede ser tapado con apatías, desinterés o porque no tengan puestas las gringolas de una actitud de compromiso político. Algo cierto es que, ambos eventos cuentan con la voluntad y el apoyo tanto de muchos consejos comunales así como de las comunidades que han sido beneficiadas por años pero insisto, será cuestión de una posición política que se genere como decisión de apoyo en las mesas técnicas de los Gabinetes Regionales si la amarga verdad del hecho de la exclusión directa o indirecta se haga presente. En todo caso, si uno prima una cosa, se verá otra: el recorte presupuestario o la indiferencia de la cultura oficial. Si cada proyecto ha sabido aunar el aval de las comunidades organizadas y si estas son la expresión del poder popular organizado ¿quién se cree el funcionario de tal o cual gabinete para cercenar, limitar u omitir el tan necesario recurso que oxigene a este batallador sector del teatro? Grupos y personalidades reconocidas en su hacer están cansados de que año tras año tengan que lidiar con alcabalas y policías acostados de la burocracia gubernamental para acceder a un presupuesto digno en su monto y confiable en su entrega. La fortaleza de la cultura es bidireccional. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela lo garantiza pero el Estado a través de sus disímiles fórmulas institucionales entorpece la letra que da aliento a la vida de lo cultural. ¡Basta ya de tanta ineficacia burocrática! ¡Basta ya de encontrarnos con funcionarios adocenados con una mentalidad atornillada de tal o cual color partidista y que solo reaccionan por lineamientos político inmediatista y que no saben entender de una vez por todas que el teatro para niños, niñas y adolescentes deben ser apoyados y no promovido con dádivas mezquinas! Basta ya de esa actitud egoísta de grupos teatrales que solo quieren ser los que determinan que su proyecto es el fundamental pretendiendo solapar a los proyectos de otras instituciones! ¡Basta de desunión del sector! ¡Basta ya de que todo es dinero para resolver la esencia de cambio que tiene que tener el crecimiento del teatro infantil y juvenil! ¡Basta de regodearnos en los facilismos de una cierta creación comercial! Hay que entender que la actual generación de niños, niñas y adolescentes merece tener un teatro acorde al nuevo siglo, acorde a lo que la UNESCO y la UNICEF declaran como mecanismos para su sano crecimiento individual, social, psicológico y cultural. Incluso la LOPNA debe no ser un instrumento para sancionar sino para apoyar ante unos y otros un camino a seguir. También desde esta palestra exhorto a quien me lea, es especial a los hacedores y hacedoras teatrales del país a que se vean y confronten desde cada sala; a que discutan de forma sincera su hacer; a que sepan acordar de forma concensuada, acciones, mecanismos, proyectos de cooperación, coproducción bajo la voluntad de fortalecer aun más la realidad que los aglutina y emparentase en el darle vitalidad a la identidad nacional, a nuestros valores y folclor e idiosincrasia; a que constituyan mesas permanentes de trabajo con el sector gubernamental para allanar soluciones y solventar las trabas; a que haya cada día más salas, espacios así como una red de circuitos de exhibición donde cada grupo y cada creador se encuentre con su público natural; a que hayas más festivales y muestras; a que se instituyan más concursos de dramaturgia infantil y juvenil; a que haya más reconocimientos a quien ha entregado y sigue entregando su fuerza y vitalidad por los otros; a que se fortalezca la internacionalización del hacer escénico infanto juvenil hacia otras latitudes y geografías; a que tengamos una inclusión de estudios formales en la recién creada –aunque no operativa- Universidad de la Artes; a que hayan más grupos dedicados a la actividad donde la gente joven esté a gusto con lo que hace y no lo vea como un solo “matatigrismo”; a que haya mejoramiento profesional; a que exista un marco de seguridad social para el teatrista dedicado a estos menesteres; a que en escuelas y liceos el teatro infantil, las marionetas, el títere y otras disciplinas esté acompañando la formación integral del menor; que aparezcan cronistas y críticos dedicados a seguir acompañando con sus reflexiones y análisis el hacer y dinámica del sector; a que aparezcan revistas, folletos y más libros sobre el tema; a que se constituya el museo del teatro infantil y un centro de documentación del sector; a que la televisión venezolana e, incluso el cine, considere al teatro infantil y juvenil como aliado fundamental para crear un auténtico instrumento de cambio del actual clima antropológico, sociológico, psicológico, y pedagógico; a que el teatro de arte y el comercial tengan sus circuitos bien constituidos; a que lo banal y lo superfluo sea excluido del teatro infantil y de las formulas de entretenimiento; a que el teatro infantil de una vez por todas, se suba los pantalones y crezca pero sin perder su pasión, carisma, mística, entusiasmo, capacidad de sentir hacerse sentir… en fin, que tengamos el teatro infantil y juvenil que merece este país antes que sea demasiado tarde. PREGUNTAS, RESPUESTAS PARA UN CUESTIONARIO. En el deseo de seguir aportando reflexiones y criterios sobre lo propio del teatro infantil –e, incluso juvenil- respondo un cuestionario elaborado por la investigadora argentina Evelyn Goldfinger quien al inicio del presente año 2008 expusiese vía WEB, un foro abierto que se enmarcó en una reconocida página dedicada al quehacer escénico para niños, niñas y adolescentes. Esta “guía de preguntas sobre el tema [que es parte de su] tesis, [y que versa] sobre la evolución del teatro para niños y la relación teatro- televisión”. Al igual que ella, este tema siempre me ha resultado apasionante y propone aristas que deben siento deben seguir siendo analizadas por todo aquel que, de una u otra forma, perciba que es menester apuntalar con su experiencia analítica y creativa lo relativo al fenómeno mediático sobre los procesos creativos escénicos. Quizás de esta forma nuevos entendimientos se puedan abrir para seguir orientado el hacer teatral para el niño y joven espectador e, incluso, dar alguna pauta al lector de estos escritos sobre un tema que siempre está sobre el tapete. Insisto, es afirmar que solo son líneas y una que otra reflexión en voz alta y no que deba ser recibido como principios rígidos ya que para ello, de debería apelar a una bibliografía / hemerografía de soporte e, incluso, de materiales como folletos, programas de mano, etcétera para darle mayor rigor a lo que, en principio, tendría que ser las simples respuestas de un cuestionari ¿Cómo veo la evolución del teatro para niños? Desde mi personal percepción, esta nadando a contracorriente: por un lado, - en mi país- hay una fuerte tendencia a tratar una dramaturgia / puesta en escena como si no se considerase el tipo / clase / situación social- cultural del niño espectador; se les proporciona mucho “ensamblaje” escénico sustentado en amilbaradas referencias de una cuentística algo superada y/o se les, atapuza de un todo un bagaje mediático que no les aporta nada a sus inquietudes en formación. Por otro, la tendencia experimental que aun no termina de darle forma a un lenguaje verbal / no verbal en la puesta en escena que esté a tono con la formación de sus gustos, de sus percepciones, de la realidad intrínseca de seres individuales y que socializan en la casa, con los amiguitos, con sus compañeros de clases, con gente desconocida, con los sonidos de la calle, la plaza, la radio, la TV, el cine, el Internet, etcétera. La evolución parece tomar caminos diversificados en lo que suponemos como “niño” de una edad frente a otro niño de esa misma edad pero que vive en un ámbito rural y así, sucesivamente hasta llegar a lugares donde la situación de analfabetismo puede tocar o no, esa auténtica “ingenuidad” natural del niño tenga la edad que tenga, Sin embargo, el niño de las zonas urbanas es complejo. Esto no se considera en profundidad cuando un dramaturgo idea una trama o un argumento o diseña x o y situación o parlamentos. La puesta pasa por el tamiz de interpretación del director y de la “estética” de ciertos grupos que colocan “capa sobre capa” de incidencias sobre una ya dramaturgia que no toca fondo para lo que sería ese supuesto niño – público y que, en detalle, no escoge la obra que va a ver si no sus padres. La cosa es más complicada entonces desde esta punto entonces para hablar in extenso de una evolución, sociedad a sociedad, país a país, región a región de lo que entendemos como avance, fortalecimiento del hecho escritural / espectacular dirigido a “ese niño idealizado” que todos creemos tener en mente. ¿Son los niños de hoy y los niños de antes? Nunca lo serán. Mañana los niños de hoy, cambian a la misma velocidad que la tecnología suplanta el hábito de leer y de ir al teatro. Un niño con un juego electrónico, con un móvil, ya está tomando cierta conciencia de cambiar en sus formas y maneras de gustos, anhelos, sueños y de cómo los transfiere a su entorno psico social en relación a él mismo y a ¿cómo ve a los demás niños de su generación? El hecho de tener un artilugio electrónico, el que no hayan elementos de “oralidad” cercana en su casa (cuentos de padre a hijos; lectura de textos, anécdotas, incluso, en comunidades rurales y hasta indígenas, del folclor, mitos y leyendas), que no le refuercen / tergiversen sus valores de hoy (sin caer en maniqueísmos, ni estereotipados “tabúes”) hará que ese mismo niño a la postre de un año, es diferente. Basta hacer retrospectiva con nuestra niñez y ver que el “salto tecnológico” es inmenso. El niño de la 4ta generación de celulares jamás será el mismo niño de los años de vigencia de los antiguos juegos de Pac Man, Súper Mario Gross o, Castillos y Dragones, si mal no recuerdo; ¿Qué decir del niño que creció bajo el paraguas de influencia de Walt Disney? ¿Del niño que creció bajo el amparo de los clásicos cuentísticos de los Hermanos Grimm? ¿No creen que los niños que navegan hoy en la Internet o manipulan complejos juegos nipones sean los mismos de ese cercano mañana? ¡Yo creo que no! Hay cambios sutiles y cambios abruptos en sus maneras de aprehender lo que les motiva y ello hace que no sean iguales, que sus conductas de comportamiento socio familiares y psicológicas sean disímiles a los de la generación que les antecede. Hoy hay mayor tecnología, mayor es el impacto sobre la capacidad de tener un niño dotado de mecanismos de respuesta a un entorno que muta de forma impresionable. El niño de ayer, el niño de hoy y el niño de mañana será siendo en lo esencial: un niño. Y, sin embargo, es distinto desde todo punto de vista. Su educación, visión moralidad, personalidad, actitud, capacidad de socialización, empatía con lo mediático es superior a la pasada. Ya no es el niño que lee, es el niño lúdico cibernético. El niño de hoy es un ser que ya no se conforma con la oralidad del cuento clásico sino que parece estar magnetizado con lo sugestivo de la imagen futurística más allá que se inscriba en nicho social de estrato pobre e, incluso, situado en una geografía donde, en apariencia, el efecto de la T.V, el cine y el cable son de bajo impacto. Es un niño inquieto, inquisitivo, más permeable, con una sensibilidad más aguzada. También debemos enfatizar que hay un niño con carencias de afecto, que está desmotivado por razones varías, con un entorno social agresivo y que hasta se puede decir que sufre de una indigestión de agresividad. Todo ello influye a afirmar que el niño de hoy es comparable al niño del mañana; tampoco puedo decir la niñez que viví en la década de los cincuenta del s. XX sea igual a la niñez del niño que vaya a vivir dentro de un breve lapso. Nunca serán los mismos niños ni serán las mismas condiciones la que lo afecten en lo que suponemos sea el transito de la próxima década del s. XXI. El niño de hoy, casi rozando los 3 años hasta es capaz de manipular instrumentos tecnológicos -que eran para mi época parte del glosario de la ciencia ficción- de un mundo que, en apariencia no termina de comprender dado que es la respuesta de un mundo altamente industrializado y con situaciones comunicacionales tan particulares que lo exponen a responder casi de forma automática a estímulos muy variados. Hoy todo lo que fue una cierta “ciencia ficción” parece que está a la mano de los padres que se la suministran al infante todos los días: desde el juguete más “inocente” lleno de microchips y figuras robóticas hasta llegar a colocarlo frente a una “caja boba” llena de decenas de canales con programaciones “infantiles” que ni siquiera responden a su propio imaginario cultural. Se puede verificar la presencia de la Internet con innumerables programas y contenidos de entretenimiento para infantes que décadas atrás eran inimaginables concebir. Hay películas que sobrepasan en su nivel temático argumental lo que fue el impacto de los clásicos de la literatura infantil. En fin, es cuestión de miradas, comparaciones y percepciones de lo que tratemos de encuadrar bajo el nombre de “niño”, “niña” o adolescente” y lo que aprehende de su realidad. En todo caso las preguntas se multiplican: ¿Cuándo empieza verdaderamente la niñez emotiva y racional del infante? ¿Cuándo termina para dar paso al adolescente? ¿Cuáles son sus características? ¿Cómo se las determina? Estas y otras cuestiones son parte de un complejo rompecabezas que es y debe ser preocupación de especialistas: del docente al psicólogo infantil, del padre “madre”, de la madre soltera, del tío o hermano mayor que de alguna u otra forma asume una acción de contarle cuentos, crear juegos, o estimular al infante a ver y disfrutar de una obra de teatro. Son interrogantes que, incluso, se deben extrapolar a quienes tienen la responsabilidad de generar una cierta dramaturgia dirigida y pensada para esa especial etapa del ser humano. Seguir insistiendo que el niño de ayer es distinto al de hoy ya no es una pregunta, es una afirmación inequívoca. ¿Hay códigos nuevos? ¡Si, los hay! Basta ver los medios clásicos de comunicación como la televisión, -por cable, satelital o de frecuencia liberada- pasando por la radio (y las emisoras que escucha) hasta todos los artefactos como Ipods, grabadores, celulares que almacenan cierta clase de música que asume como propia y que es distinta de las escucha en su entorno familiar o en ambientes públicos. Hay infinidad de juguetes chatarra que se le ofrecen cuando van con sus padres o amigos a locales de comida rápida; hay un tipo de lectura que llega a sus manos marcadas por los signos de la cultura oriental que en nada reflejan la idiosincrasia de su entorno. Baste ver el tipo de libros que leen, el tipo de barajitas que llenan sus álbumes de colección. Hay que revisar el lenguaje de sus compañeritos de estudio del que se maneja en casa, el lenguaje que oye en la calle de forma indirecta, en metro, en las camionetas o en los ámbitos de recreación donde se reúnen de forma indiscriminada chicos menores de doce años junto a adolescentes y jóvenes mayores de dieciocho años. Hay que ver la codificación estética, visual y de formas que conlleva la moda y consumismo… en fin, los códigos están por doquier y parecen sobre imponerse de manera atropellada y extremadamente con un hiper dinamismo que sobre pasa la capacidad restrictiva de la “moral” o buen criterio selectivo de los padres se sienten confundidos a que tipo de filtrado explicativo se debe aplicar al niño (a) o al adolescente y así evitar que unos y otros se vean envueltos en una maraña inesperada, en un festín pantagruélico de signos, códigos, referentes y significados que moldean ferozmente su psiquis y carácter ajustándolo, reajustándolo de forma vertiginosa y a la vez sistemática y ello, a su vez, crea una distinta cosmovisión de su ser que debe validar día a día para poder sobrevivir en la jungla de lo social. Estamos en un mundo globalizado, interconectado, mediatizado, sublimizado de imágenes, y hasta tergiversado con actitudes, signos y referentes para poder expresar la existencia de códigos sobre códigos en cuento al lenguaje, el vestir, la conducta, las formas y las maneras de las conductas individuales y grupales. Todo ello abre un complejo y basto paraguas de códigos que aun no se han terminado de asentar y apenas se vislumbra una cierta quietud, se arremolina sin pestañeos otro tsumani de códigos, signos y referentes que parecen aplastar los que unos meses atrás marcaban la pauta del ser social. Creo que no hay tiempo ni para poder establecer una cierta desestructuración de su poder de cambio y menos aun, de hacer cierto ejercicio de semiótica de ellos. ¿De dónde vienen? Aunque se lea algo reiterativo, hay que enfatizarlo: del entorno socio cultural que esta bombardeado desde lo mediático: el cine, la TV, los productos de consumo desechables, la Internet, el cable, la radio, la publicidad, etcétera; incluso, dentro del mismo hogar según como esté constituido el núcleo familiar (hermanos, tíos, conocidos, etcétera). ¿Considera que incluye códigos mediáticos en sus obras? No escribo obras teatrales, ni guiones para el mundo televisivo pero estoy convencido por haberlo constatado que hay una miríada de códigos que utilizados con cierto grado de premeditación para influenciar y modificar conductas de consumo en el niño / adolescente y ellos están a veces detectables a través de un llamativo título de una pieza teatral, por medio la moda de tipo de peinado, por el uso de ciertos vestuarios en tal o cual actor o actriz que trabaja en canales de cable o en ciertos programas de televisión abierta y hasta en los spots publicitarios. Todo ello repercute como ominosa influencia en la conducta, personalidad, carácter, moralidad, creencias del niño y del adolescente. Estos nuevos códigos están por doquier y aun cuando se hace necesario un levantamiento de los más reconocibles hay decenas que llegan día a día por los distintos medios de comunicación, la prensa, el cine, y la Internet por solo mencionar los canales desde donde se irradian. Todos estos “nuevos signos” son empleados para ganar la empatía / agrado / sugestión y potencial de interés para que se consuma algo, sea un producto o el hasta el mismo signo en sí. Es un show escénico del signo donde padres e hijos asisten consciente e inconscientemente sin apenas saber diferenciar si es de su agrado, disgusto, o para que le refuerce un valor moral o ético. Estamos en la era del bombardeo indiscriminado del signo. ¿Por qué? Porque se deriva de la influencia directa, e indirecta en lo que se tiene como “horizonte de expectativa” en parte del canal de producción – circulación – consumo. Una influencia permanente mediática cambia patrones de lo que ese “potencial” niño / padre consumidor demandará a la hora de escoger que ver como solaz en un determinado momento. ¿Qué pasa la convocatoria al espectáculo, cómo se promociona/ publicita? Una parte de la realidad de la oferta – consumo en Venezuela en cuanto a “producto” / “espectáculo” para niños se da en la combinación particular de avisos de prensa pagados (pocos, cuando el grupo dispone de buenas finanzas o anunciantes, pero de alto, medio o bajo impacto según el costo cm x columna en tal o cual diario de circulación nacional), de difusión de apoyo en páginas culturales ON LINE / WEB donde hay el efecto indirecto de la misma gacetilla multiplicada a la n, según el número de sites culturales; de una que otra valla; de pendones (según los costos y capacidad económica de un grupo o de su productor por conseguir anunciantes que paguen dichos desplegados en calles, en la entrada al teatro, etcétera); de volantes ( lo menos oneroso para un pequeño grupo / productor, pero de efecto limitado); de tener la “suerte” de patrocinante oficial o privado que costee un anuncio en hora de alto share en televisión de libre circulación. Incluso existe también, avisos directos vía mail a las libretas de direcciones que, el director y/o productor poseen. Hay algunas maneras como mensajes pregrabados en los celulares (móvil) de los integrantes del grupo… Hasta uno que otro osado que lanza a sus actores a recorrer avenidas, calles, o lugares cercanos al teatro con el vestuario y maquillaje para captar el potencial de interés del padre o, su defecto del niño consumidor de teatro. Hay que hacer distingo de rigor de “publicidad pagada por el grupo” sin mediaciones de interés de un patrocinante tal o cual de este que exige al grupo exhibir las bondades de un producto “y” o “z” que aspira que se posicione como el sponser de rigor para ese montaje. Afluencia de espectadores Cantidad de espectadores por temporada por show Debo hacer deslinde de la palabra “show” de “espectáculo” en mi país.- La primera, implica mucho oropel, fastuosidad, despliegue descarado de tecnología, figuras mediáticas variopintas, un alto despliegue publicitario y de promoción, con muchos patrocinantes, etcétera. Ello supone que ese “show” para niños capte un ingente número de espectadores motivados por cierta inquietud sobre lo que verán. Los aforos para esta clase de eventos juegan sobre los 2000 a 2500 (caso de un espacio macro como lo sería la Sala “Ríos Reina del Teatro Teresa Carreño y/o Sala No.1 del Centro “Rómulo Gallegos” (CELARG) con capacidad cercana a las 350 butacas / similar capacidad, en la Sala “Anna Julia Rojas” del Ateneo de Caracas. Las tres, espaciadas del suroeste al este de la ciudad (Caracas). Para el caso de otras salas en las regiones (Ateneos o teatros de capitales de estados como Zulia, Carabobo, Anzoátegui, Sucre, Guanare, etcétera) los aforos (un teatro o un ambiente de usos múltiples en un colegio) pueden oscilar entre los 150 a los 500 espectadores. Recordemos que a pesar de que por momentos se dan buenos o regulares montajes, el término “temporada” cambia de una capital de estado a otra, más si en esa capital o ciudad regional la incidencia del teatro infantil está o no apoyada por grupos cuya orientación vaya hacia el teatro para niños. Si el término es “espectáculo” hay que detallar que la mayoría de los montajes le colocan el marbete de “teatro musical” del que no hay sino la banda sonora. También apela a recursos del “show” pero, de baja intensidad dado los costos, publicidad, anunciantes, estrellas de la farándula que intervengan. Uno y otro parecen buscar la intensión de lo masivo pero, queda la sensación de que eso “masivo” –al contrario de un montaje “de arte” con signos, códigos, y una dramaturgia bien asida, y que no sea catalogada de “elitesca”- sepa capturar en buena lid, al espectador consecuente en ir al teatro en los fines de semana. Es un algo peculiar el proceso de oferta y consumo, de públicos “cautivos” y públicos potenciales pero exógenos al hecho natural y puntual que está marcado por la temporada de determinados grupos (léase, Xiomara Moreno Producciones; Grupo Skena - Champagñat; Teatrela; PuertoTeatro, Bengala; TKnela; El Chichón (en su época de “fastuosidad y grandilocuencia escénica); Teatrilandia; Dharma o, en tiempos pretéritos, el Proyecto NAVE (Niños Actores de Venezuela) por citar algunos ejemplos. También hay que sumar lateralmente, la incidencia que tienen algunos espacios (Escena 8, Teatro Chacaito, etcétera) que cuentan con salas donde se lo comercial de ciertos espectáculos hacen que, temporada tras temporada las cifras de espectadores suban o bajen según sea su capacidad de publicidad / promoción y si el producto está o no ligado al efecto mediático de tal o cual programa televisivo (basta ver los distintos canales de cable o de TV vía satélite para tener una idea fugaz de las matrices de copia sobre las cuales pueden ser imitadas por algunos grupos de teatro para niños de carácter improvisado), películas del momento, hasta de forma altamente tergiversada de explosivos boom literarios como lo fue la saga de Harry Potter. En todo caso en Venezuela aun no se ha estudiado en su estructura, complejidad, alcances y derivaciones que conlleva esta interrogante; pero hay quienes han generado de forma, más o menos coherente, reflexiones sobre el tópico (como la expresadas por director y dramaturgo, Armando Carias, por ejemplo), más allá, son opiniones sesgadas y que aun no dan con el meollo especifico del asunto. ¿Cuántos espectadores puede sumar un montaje de “éxito”? Podría decirse que depende de los elementos y factores en curso detrás de ese proyecto escénico. Una cifra tentadora podría afirmar que si capta en buena temporada (más su correspondiente reposición, unos 4000 espectadores, hablamos de una impacto sensible en la composición de la oferta / demanda que ese montaje genera en relación comparativa al resto de las demás producciones que, en un año tal se dan en la cartelera teatral local o nacional. Edades. Las edades son variables. No se ha cuantificado con exactitud este factor. La media es que por cada padre, un niño; a lo sumo, dos. Lo que en una sala estándar daría como una proporción más o menos cercana al 65% niños (as) - 35% adultos. Claro, pesa los elementos directa e indirectamente comentados en la pregunta anterior. Si el montaje es ofrecido a un plan de escuela o, dentro de un festival de teatro (adultos con programación para niños o, infantil en su totalidad) pues la cifra rondaría el 95% de aforo en salas de capacidad de 150 a 350 butacas, por una sola función. Rara vez se ve que haya una función de temporada con “público cautivo” donde la rata porcentual esté marcada por la presencia absoluta del infante. Género / ¿predomina platea femenina o masculina?. En lo que va de los últimos cinco años a la fecha (2008) a vuelo rasante y sin mediar con estadísticas precisas, el ojo por ciento de la platea está superada en una relación 3:1 en espectador femenino (donde se incluye el espectador / madre, espectador / infante infantil). Las razones quedan a la especulación debido a múltiples factores que va desde lo sociológico cultural a la relación ubicación de sala en un circuito teatral dado. Sería de gran utilidad poder establecer algún censo y un concordante análisis estadístico sobre el ¿por qué de esta inclinación de una platea femenina sobre una masculina? En cada estado, municipio, urbanización, barrio del país hay factores que inciden en que el comportamiento del género presente una variación hacia lo femenino o lo masculino. Incluso, cabría preguntarse si hay grupos teatrales con cierta clase de producción escénica infantil que sea más atractiva para un género que para otro. Esta cuestión es abierta y la especulación incide por más que haya estudios segmentados de cómo responde el teatro para niños sobre el interés de consumo artístico para un global masculino o femenino en este país. ¿El público adulto acompaña? ¿En qué modo? Ciertamente, el público adulto acompaña al infante y en algunos casos –contados- al joven, en el entendido de que va más como padre-amigo, que como la figura que selecciona o conduce al joven a ver tal o cual experiencia escénica- ya que es curioso contar con un niño informado sobre lo que acontece en materia de teatro en una temporada dada. Este público adulto merecería ser estudiado en cuanto a su conformación, segmentación e intereses ya que ello es aspecto que incide sobre la presencia del público infantil en una producción dada. Hay que visualizar si se efectuase una tentativa encuesta o investigación de ¿por qué el padre / madre / familiar cercano / amigo asiste al teatro infantil? ¿cuáles son las referencias que tiene de la trayectoria del grupo, género o tipo de montaje que verá, calidad e impacto temático de la obra, selección de la infraestructura teatral a la que asiste, conciencia del costo del boleto, interés / curiosidad de su niño para degustar el trabajo escénico por él seleccionado? ¿Cómo ha sido la situación de acceso de información recibida por el público adulto a la hora de asumir el que ver cuando hay alguna gama de propuestas en una temporada dada? ¿Está el espectador adulto preparado para orientar y/o apoyar a su niño (a) sobre lo que la trama / argumento de la obra? ¿Cómo es el proceso creativo? Como crítico, no he estado cercano a ningún proceso creativo en materia de teatro infantil aunque en otro tiempo, como asistente de dirección de algunos directores pude verificar que se maneja todavía los mismos criterios: de la selección del texto teatral, la discusión de mesa para darle soporte a la idea del director y los diseñadores y con presencia del productor para establecer el lineamiento del trabajo, la escogencia básica de la plantilla actoral, las pautas de tiempo y carácter del ensayo, la idea de cual será la sala donde estrenar el proyecto, una que otra discusión del tipo de público que se espera encontrar, etcétera. Pero, los tiempos cambian y la modalidad creativa no puede ser aplicada de forma similar entre tal o cual grupo. Cada director y compañía tiene un estilo. Cada región implica en el seno del creador (esté en Caracas o en cualquiera de las capitales de estado del país) tiene una visual ya hasta un grado de experiencia del tipo de idiosincrasia de su receptor al que aspira llegar. La creación ahora parece sufrir más las premuras de gestar proyectos con menos tiempo para cuidar el detalle, de saber y responder ¿qué tipo de contenido se adecua al horizonte de expectativa de su potencial público? Es más, la creación está siendo marcada por la situación de estabilidad del grupo cuando este no posee una sala propia o tiene garantizado una temporada saludablemente consistente como para irse promoviendo (más que publicitando) en los medios WEB, prensa, vallas y volantes, incluso, a través del boca a boca que se da entre algunos miembros familiares que tienen en cada seno particular, uno o varios niños. La creación es un factor que también debe objetivar supuestos basados en estéticas, formas y maneras de abordar el “producto escénico” e, incluso, la modalidad de si lo desplazan del teatro de arte hacia los linderos del teatro comercial donde la presencia mediática parece garantizar el “éxito” o no de ciertas propuestas. Tiempos. Como lo esbocé, los tiempos son variables que oscilan de un grupo a otro. Hay grupos que pueden darse el lujo de contar con hasta tres meses de confección conceptual, estético y de estudio de lo que será el impacto de su hacer. Pero esta es una presunción más que una aseveración. Los tiempos parecen quedar sujetos a lo inmediato del factor económico que un grupo tenga y a la hoja de pautas de acceso a tal o cual sala si el grupo no tiene una sede propia. Creo que para que exista un saludable tiempo en materia de producir, crear, generar temporadas y circular cada producto teatral, el teatro venezolano deberá sumir con honestidad si lo hace teatro infantil porque desea ofrecer un trabajo digno y con todos los elementos bien encuadrados o solo responder a la ominosa fuerza del mercantilismo de arte y entretenimiento. Ensayos. He percibido al hablar con algunos colectivos que han ido desde El Chichón (en su época de oro hasta un grupo como TKNela en Valencia, pasando por Thalía o Colibrí de Caracas hasta PuertoTeatro en Puerto La Cruz, por citar tan solo cuatro) que, sus tiempos quedan definidos a variables que van desde contar con sede, dinero (a tiempo, privado, público o grupal), de contar con diseñadores / realizadores de planta o contratados que estén al lado de actores, director y productor, de saber si es un espectáculo de apertura de un ciclo de temporada o de armarse como un montaje ex profeso debido a que hay una circunstancia (festival, impacto de un algo mediático al que hay que saber explotar a través del furor de una taquilla, de contar con tal o cual actor o actriz que esté vinculada a una novela o serie televisiva de turno, de si hay que celebrar o no el aniversario del colectivo y se asume el reponer, remontar o estrenar una pieza “x” o “y”… El tiempo de ensayo es fundamental para afinar todos y cada uno de los aspectos y elementos artísticos, conceptuales, estéticos y de producción que un buen montaje de conllevar. Es un lapso de ajustes, valoraciones y entendidos que el producto teatral debe estar bien compactado a fin de que no se le vean los pliegues a la costura de la producción y que la respuesta artístico técnica esté a tono cuando se suba el telón o se enciendan las luces de la escena. Es mi opinión que si no se da un lapso de buen ensayo no habrá solvencia en la capacidad de estar frente al espectador más aun cuando este en tan especial como el infantil. ¿Hay diferencias entre hacer teatro para adultos y teatro para chicos? La pregunta parece estar casi respondida. La básica está dada en cuanto al tipo, tema y asunto que se exponga tras la concepción de cada espectáculo y la visual que tiene el trinomio grupo / director / dramaturgo de ¿a quien se dirige su propuesta escénica? He estado en espacios teatrales para niños donde lo que se ofrece fastidia enormemente a su público natural y, viceversa, en espectáculos de adultos con una alta incidencia de menores totalmente atrapados y receptivos ante lo que ven. He visualizado manejo del espacio donde el adulto está en problemas para estar en sintonía mientras su niño (a) está divertidamente inserto y dinamizado en dicha propuesta. He constatado que en algunas experiencias multimedia el teatro de texto se abandona para enfatizar lo visual haciendo que la decodificación sea algo inaprensible para el teatro de adultos como para el niño y hasta propuestas multidisciplinarías (donde mimos, danza, ballet, cine, etcétera) se conjugan y reforzando lo textual y efectuando que no haya distingo de teatro de adultos de teatros para chicos sino teatro familiar. Es claro que hay diferencias pero según el carácter e idiosincrasia del manejo del “tabú” moral de cada contenido en cada parte del tejido social y antropológico. Cada vez más se hace énfasis en que esto es de y para niños (as) que para adultos una vez que en el país (Venezuela) entró a actuar la LOPNA, de la presencia o no, de los casi extintos comité de censura y de los fiscales de espectáculos públicos. ¿Qué grupo o colectivo de adultos en alguna capital de estado no se ha sorprendido al constatar que el aforo de lo que se supone un espectáculo para mayores de 18 años esté siendo consumido por una platea donde el porcentaje de menores esté cercano al 45%? ¿No pasa con lo mismo el caso de algunos montajes infantiles donde el 65% del adoro está constituido por padres / madres que por niños / niñas? Bueno, es algo para pensar y evaluar. En caso de haberlas, ¿cuáles? Las diferencias estriba en el tipo / carácter del genero dramático que se pretende llevar a escena; del tratamiento de la obra en cuanto a la difusión de ciertos contenidos explícitos o sugeridos tras el decurso dialogal, de las escenas (donde pueda haber una carga de elementos de erotismo, sexualidad, violencia, incitación al odio, racismo o, xenofobia, entre muchos otros), de la capacidad “moral” de quien lleva al niño a la sala de teatro sea este su progenitor, pariente, amigo, conocido. El tópico del tabú es otro lindero que, en el país, se soslaya. Ello actúa como especie de pimiento picante a la hora de ser un algo que deba ser tocado; se convierte en traba, problema o escollo insalvable que es capaz de crear una separación entre lo ético moral y lo que se entiende como "acorde" a los que es o deba ser digno de consumir. Hay temas que por sus situaciones pueden hasta contener espinas perversas que es mejor no tocar. Dos ejemplos sencillos: uno, el problema del maltrato sexual al niño (a); otro, el del divorcio del padre. Uno y otro pueden ser situaciones que aun en esta sociedad venezolana no se ha explorado con suficiente ahinco. Aparte del tratamiento temático argumental también está el problema del tiempo de duración de tal o cual espectáculo. El potencial de atención del niño (a) es menor al del adulto y si la obra no lo engancha, pues al traste con el resto de lo que se le ofrezca. Hay variados aspectos que acá pueden incidir, pero es una fina harina que escapa del cernido de esta escritura. ¿Cómo hacer para captar al niño durante el tiempo que dura la obra cuando existen gran cantidad de estímulos (Internet, playstatión, TV, etcétera) que atrapan su atención? La repuesta es harto difícil en virtud del estereotipo que cada grupo o compañía asume como su público receptor y del tipo de tratamiento de efectos especiales o de incisos multimedia que pueden ser gancho para simular lo que otros espacios asumen como herramientas lúdicas, de formación y/o comunicación. Insertarlas en el espectáculo es útil para captar su interés si ese mismo interés responde de forma directa a su modo cotidiano de vida. El niño o la niña e, incluso, el adolescente parecen estar cómodo cuando en un montaje los estímulos provenientes de su entorno diario están insertos en la conjugación de lo espectacular escénico. Es un una reacción directa y no subordinada a que el director / productor sienta que se la está comiendo cuando emplea el recurso de los estímulos externos como la Internet, el playstation y la TV en el marco de un discurso visual escénico. Lo que si es cierto es que el niño tiene un potencial de atención que varía o no según la edad, su adscripción a una clase social donde estos recursos son del día a día, de que sepa o no distinguir de que asiste al teatro con sus normas y convenciones a seguir exponiéndose a una forma de continuidad de lo cotidiano tecnológico en el área de lo escénico. Distinguir como es la reacción y el pulso de atención del infante y del púber al confrontar un evento escénico es una tarea que poco se ha estudiado y aplicado en el hecho socio cultural del teatro venezolano. Hay poca información en caso dado sobre la materia. ¿Qué recursos se pueden utilizar? Creo que los elementos deben estar sujetos a la capacidad de cada grupo por reinvindicar la oralidad como instrumento de magnetismo de la atención, el saberle dar nuevos sentidos al poder de la palabra y de no crear paraísos de artificialidad con lo visual. El niño como el adulto sabe dejarse atrapar cuando esta frente a un algo que lo involucra, que lo hace co-partícipe de un imaginario, que lo convierte en actor y sujeto de una acción, que le permite ser individuo lúdico con la presencia de convenciones que le rompe esquemas y le sugieren retos altamente estimulantes. Siento que la gran parafernalia efectista está sumiendo a nuestros niños en la inercia del espectador pasivo cuyo interés parece seguir necesitando los reflejos de un mundo convencional en el cual lo mediático rige y la fantasía como la creatividad se relega. El recurso es re-inventar una escena donde dramaturgia y puesta en escena sean capaces de estar en sintonía a sus expectativas como espectador. Esa expectativa debe ser estudiada, re-evaluada, se re-semantice y se convierta en un recurso que aliente el entusiasmo de quien se sabe espectador. Deberá, por tanto, establecerse un nuevo esquema escénico donde el niño y sus padres puedan disfrutar aprendiendo, disfrutar conociendo, disfrutar participando, disfrutar creando y que la tarde de un sábado o de un domingo en la sala de teatro se transmute en una relación oxigenada de estímulos y así re-transformar esos espectadores pasivos en un público receptor dinámico frente a la escena que no dependa del exceso del efectismo ni de propuestas amilbaradas. Es recobrar la esencia de un teatro con conciencia de que el niño del s. XXI es un ser que está siendo moldeado con nuevos paradigmas y ellos les acompañaran en tránsito de su juventud y madurez. ¿Cómo ve el futuro de teatro para chicos? Nadie tiene una esfera de cristal para ver el futuro del teatro para niños más si se presta atención a lo que ocurre en otras latitudes se verá que hay quienes se atreven a ingresar temáticas consideradas “tabú” en lo que ha sido la tradición de mensajes al niño / niña; que hay incidencias lúdicas donde lo tecnológico es un instrumento de participación para crear estaciones de retroalimentación al espectador, que la platea ya no debe ser el lugar estático donde los niños y sus padres deben recibir lo que se crea sino que la escena es todo el ámbito donde la ilusión y la fantasía de un espectáculo está por doquier. El futuro es saber ver más allá de lo que en un momento pudo ser ofensivo a ciertos linderos de lo catalogado como “moral” y peligroso para la formación psíquica y emocional del infante. Si el efecto de la calle, de lo mediático, de las comunicaciones, del entorno familiar, de la escuela, del círculo de amigos y conocidos como de la intenet están allí desdibujando los patrones ¿por qué hay que parar la marcha en materia de que es lo que el teatro para niños y niñas debe ofrecer o no en estos tiempos? Insisto, es difícil pronosticar ya que los cánones de la cultura occidental se moldean de forma distinta día a día y vemos como los patrones de la cultura oriental han calado sistemáticamente en la recepción / percepción de los valores de la actual generación infanto juvenil. La pregunta sería en todo caso ¿los padres están preparados para saber manejar el futuro de un nuevo teatro infantil? Como algo puntual, sabemos que en Austria una dramaturga y una compañía teatral infantil han llevado a escena una pieza donde la temática de la homosexualidad está allí frente a los ojos y conciencias de quien la ve. El shock está cuestionando los tabúes, los mitos y las creencias. La sociología y la psicología se sacudirá en sus bases cuando empiecen a vislumbrar el efecto de esta clase de riesgos creativos en materia del quehacer para niños y niñas. En todo caso, los retos siempre propondrán más retos y las respuestas de quien hace teatro para la infancia y la juventud deberá estar atenta al sonido del tambor de esta nueva era.