domingo, 3 de agosto de 2008

OPINIONES FUERA DEL TINTERO PARA NO OLVIDAR

INTROITO La actividad teatral caraqueña así como de algunas regiones se ha activado de forma positiva en los que ha sido el trimestre Mayo- Junio de 2008. Tanto en Barquisimeto, Guanare y la región capital (en algunos circuitos teatrales concretos como Celarg, Ateneo de Caracas, Escena 8, “Luisela Díaz”, Teatro Trasnocho, Teatro San Martín) la efervescencia creativa de grupos teatrales subsidiodependientes o que operan bajo esquemas de independencia económica o, bien el caso específico de la Compañía Nacional de Teatro ha cobrado fuerza productiva en este lapso. Incluso, para el ojo avieso de quien escribe, se patentiza que las expresiones de teatro de calle, teatro comercial, teatro emergente, teatro infantil como del teatro de arte ofrecen un sustancioso mosaico para que nadie diga que acá no pasa nada. Es más, ¡asombra la oferta teatral en la ciudad¡ Aunque ella no sea de la aceptación de los ortodoxos en la materia que prefieren esperar viajar fuera del país a fin de solazarse consumiendo “teatro de verdad” en importantes capitales como Madrid, Bogotá, New York, Londres o, Buenos Aires. Tenemos el teatro que tenemos! y simplemente, ¡Hay que apoyarlo desde la parcela de gusto que tengamos! Hay una importante dramaturgia que merece ser etiquetada como: insurgente, emergente, consolidada o, reconocida. Ella vienes expresando con altas y bajas de estructura dramática y con sus variables tenores temáticos toda una gama de percepciones argumentales, con incisivas o esquemáticas tramas, con capacidad de ser agudo o simplista en la radiografía pulsante de personajes que son, indiscutiblemente seres inmateriales fraguados desde la proyección de lo social / cultural nacional y que es y será (para gusto o disgusto de muchos) el ser el venezolano del s. XXI. También hay diversidad de situaciones que abarca desde la visión íntima del autor que mastica su visión de realidad a fin de plasmarla sin ambages en negro sobre blanco oteando con determinación el latir de lo político, lo cultural, las formas conductuales, de la incidencia del bombardeo mediático, a las fuerza gravitacional de los gustos, modas, influencias mundializadoras y hasta globalizantes. El dramaturgo ve y asienta ese mundo que ya no está reducido a la “aldea global” sino a un universo comunicacional más basto y cada vez más atomizador de lo íntimo personal o subjetivo colectivo. Pareciese que la intuición de algunos dramaturgos percibe con rapidez ese proceso de deterioro de lo individual hacia procesos de individualización forzada, de la inconmensurable bastedad de una información que cada vez se embotella en portátiles, CD, WEB (con sus variado sites que van desde Youtube a Facebook y para usted de contar), a series televisivas (en decenas de canales vía cable o Direct TV), cine (con ciclos especializados, remakes de clásicos, quemaditos a disposición de todos por efectos de la “piratería”, etcétera) a otras rarezas tecnológicas (que van desde los blackberrys a toda una quincallería de aparatitos que ya ni se como se llaman). Pero que todos a la vez marinan la mente, maceran el alma y cocinan a fuego lento los entendidos. Un universo que parecía lejano. Un universo que cuando era joven era la llegada del año 2000 pero ahora pasó y me dejó estupefacto porque quine sabe si antes de morirme, veré mi planeta azul como turista espacial. En todo caso, la ciencia y la tecnología, las nuevas ciencias informáticas y las variantes de formación académica (y hasta personal y no de estudios formales) actúan sobre cada conciencia, cada ser y ello es tomado como material de trabajo por el (o la) dramaturgo (a) que busca rápidamente entenderla, deconstruirla, reconstruirla, resemantizarla y volcarla hacia imaginarios que parecen como esponjas gigantes que chupan todo. La aldea global informática es ahora transculturizada, transversalizada, interconectada, compleja, nada sutil, avasallante, brutal inevitable. La dramaturgia local sea caraqueña, valenciana, guara, u andina está a la zaga de lo que es la dramaturgia del primer mundo, pero aun así, es nuestra dramaturgia. Una dramaturgia que resuma tintineos de mirada endógena con exultante aire cosmopolita que se toma una cervecita ligera venezolana, un zumo español o un vino espumante francés y entre el suschi y las caraotas negras, devela los acertijos de la ciudad, los enigmas de las miradas y los deseos de cada quien en sintonía con cada cual. No es sorpresa encontrar en un mismo circuito de consumo teatral a los exponentes de la vieja guardia escritural nacional junto a los oteadores de las nuevas formas dramatúrgicas. Los premios y los galardones ya no serán para las mismas figuras. Los montajes ya no exponen a los mismos autores. La dramaturgia represada parece ir drenando por los costados e inundando el campo de la escena caraqueña. Por un lado, los textos de José Gabriel Núñez, Edilio Peña, Miguel Torrence y, hasta de Mariela Romero. Por otro, la autoría de Elio Palencia ("Penitentes" y "Mi hermano José Rosario"), Karen Valecillos ("Cuentos de Guerra para dormir en paz"), Vicente Lira ("Los dioses del Sur"), Carmen García Vilar ("Contacto") o la de Ricardo Nortier ("Parece que va a temblar") apuntan con sus disímiles maneras de comprender a un país, su sociedad y una venezolaneidad en mutación a través de mecanismos que articulan el comportamiento del ser social que se ve entre aguas sinuosas que van desde la corrupción a la guerra, del sexo a la política o, sencillamente, desde su percepción de lo que es las nuevas formas de unión familiar al suceso ritual diario definible desde ¿qué consumo? o ¿qué entiendo como moderno? Ya las terminologías de postmodernidad, contemporaneidad para el venezolano de a píe y para un país que vive su sacudón político, económico e ideológico ya va a cumplir una década. El país de los noventa del s. XX se ha desdibujado y redibujado con tinta sangre, con cambios lentos, con la inefable sensación de que hemos sido remoldeados sin ruidos con “crisis”, sin cataclismos angulares y con mucha ansiedad. Las formas no son fáciles de aprehender aunque cada quien las especule; más aun, si esa especulación es cincelada en parlamentos de una obra de teatro. El advenimiento de la Venezuela del s. XXI aun parece una valla de tinte de pelo al final del túnel, pero las canas de los gritadores de cataclismos parecen ensordecerse ante la buhonería de los intelectuales enfaralados de política, oportunismo y se ¡quítate tú pa ponerme yo! La camada de jóvenes directores está en lo suyo. Pero, ¿Quién define como joven emergente o que ya está situado en un estadio de experiencia que uno debe respetar? Nombres como Dairo Piñeres, Juan José Martin, Juan Cordido, Ignacio Márquez, no son los nombres que uno dice: ¡esta es la generación de relevo! Ya ellos están con sus nombres y su trayectoria. Su acción revela que han dado forma a grupos como Séptimo Piso, Teatro de la Noche, o están relacionados con colectivos con trayectoria indiscutible como Contrajuego, T.E.T, Teatrela, o, Teatro El Laberinto por solo mencionar algunos (as) y dejar otros (as) que dejo fuera del tintero. Hay grupos que buscan cualquier resquicio teatral para expresarse. Pero ¿Quién habla del grupo Teatro de la Baraja y un director como Luís Alfredo Ramírez? ¿Del Teatro K y del joven talento actoral y puestista como Morris Gerentes?, del grupo Te-Artes bajo la tutela creativa de Jerico Montilla o del grupo Teatro Dié y del actor / director Franco De Vita? Si, hay grupos y nombres que debemos estar atentos a conocer, seguir y cotejar en calidad, formación, trayectoria y reconocimientos. Es deber tanto de quien escribe como del espectador, buscar en las marquesinas sus propuestas y confrontarlas. Así, lentamente, el panorama de cambio se dará con la puntual capacidad de decir hay quien está formándose en centros académicos y se están expresando en los espacios teatrales de la ciudad, hay quien esperan que la mirada de los periodistas, críticos e investigadores empiecen a ver sus formas de expresión y creatividad ya que ellos serán –con términos de insistir, seguir formándose y estar en la brega de la escena- los que de alguna u otra forma será los que estén tras los nombres con los que abrí este párrafo. Estos grupos, actores, directores, diseñadores y un grupo formal de productores (con grados de instrucción ganados en las aulas del IUDET, Escuela de Artes, Escuela “Juana Sujo, Laboratorio Teatral “Ana Julia Rojas, Escuela “César Rengifo”, Taller Nacional de Teatro de la Fundación Rajatabla, por solo mencionar algunos) están creando sus instancias de creación y ganando el pulso de atención al un público mayoritariamente joven. Los ámbitos que orbitan pocas veces son considerados como “teatros formales estables” para algunos y sin embargo, también están en las tablas de circuitos teatrales reconocidos. Inevitablemente están ahí y ya tienen una del público y una que otra mirada de soslayo de la crítica especializada. Ellos se hiciesen fuerza y agrupar energía deberían crear y formalizar lo que una vez Tulio Hernández califico como el “off off Ateneo”. Ese circuito de pequeñas salas, de espacios alternativos, de lugares no convencionales que para citar uno es el que ha venido ofreciendp el Laboratorio Teatral “Ana Julia Rojas” y su digno teatrino en Bellas Artes -donde la infatigable Carmen Jiménez siempre abre su casa para que esa gente joven, esos grupos que ansían mostrar su talento confronten a propios y extraños en una ciudad que les niega un circuito real como tangible, permanente y con el mínimo técnico articulen una dinámica inocultable- está más constante en el horizonte de expectativa del consumidor teatral formal y que poco a poco, haya un acuerdo tácito entre ellos y ese público, cambiar la estrategia de no ofrecer teatro débil sino de más y mejor calidad y que el espectador sepa retratarse en la taquilla con un precio adecuado y así ir oxigenando la relación producción, circulación-consumo. Este segmento de creadores muestran su hacer y solo queda que cada uno de nosotros lo tome en cuenta ya que han venido exhibiéndose desde la gratuidad a precios solidarios. Pero ¡ojo!, también hay teatro muy pero muy deleznable que puede distorsionar el efecto de que todo grupo joven está creando un paradigma, ganando un público y creando condiciones para que los que vienen atrás, estén seguros en donde insertarse una vez concluida su fase de formación. Incluso, la oferta escénica de unos y otros, más de las veces se corresponde a un teatro bien hecho con sus bemoles artísticos claro está, pero ¿Quién no los tiene? ¿Qué tipo de teatro deberían asumir? ¿Es la experimentalidad lo que les debe signar? ¿La dramaturgia emergente debe estar a la mano de estos grupos, directores, productores, actores y diseñadores a fin de crear un estadio de credibilidad que genere derroteros de fortaleza e independencia y de esta manera entrar en concordancia con parte de las líneas esbozados en el reciente finalizado Congreso Nacional de Teatro, Lara 2008? Preguntas en espera de respuestas. Interrogantes que deberán ser respondidas con pausa. La apuesta está hace rato echada sobre la mesa y esperamos que no haya un bloff, ni una situación artificiosa. Acotare un poco más. El que grupos de alumnos del ex IUDET (ahora UNEARTE) estén teatralizado en otros espacios así como agrupaciones de jóvenes artistas en fase de formación se aglutinen por aquí y por allá no es indicador de que la cosa esté del todo saludable. Hay instancias de formación que deben cerrarse antes de ir a la escena profesional y así no embaucar a la gente cobrándole un boleto que solo el nivel profesional es capaz de hacerlo. Tampoco crear lugares no teatrales que en mi parecer pueda que active como por ejemplo una oficina cerca de la Hoyada donde alumnos con muchas ganas hagan desde lecturas dramatizadas a performances. Eso es válido si uno lo constata en el lugar de la academia pero no deformar la marquesina con productos que aun tienen costuras. Avalo más que haya encuentros de grupos teatrales formados bajo el paraguas de la Universidad Central de Venezuela o UNEARTE que exhiben de forma articulada montajes y propuestas que capte la atención de una población estudiantil un tanto apática y amigos que ir a presentarse en salas donde la competencia es real y dura, donde están los productores que semana a semana pulsan todas las dificultades el llamado a sus distintos segmentos de espectadores y que va desde el Aula Magna de la UCV al Trasnocho, de la Sala Experimental del Celarg a la Casa del Artista Cada nivel de grupos y colectivos (que pueden ir desde el emergente, al estable, del reconocido, al comercial) se proponen tener desde actores con gran renombre hasta histriones con sus primeros escarceos escénicos. Hay desde los y las artistas de la llamada “farándula teatral” que llevan monólogos hasta montajes ligeros a un teatro de arte con títulos de piezas clásicas, venezolanas y latinoamericanas. Unos pasan como meteoros al ver sus temporadas vacías otros, con mucha suerte ven el efecto del éxito abonado con un público conformado por estudiantes a esnobs que solo se dejan atraer por el título de la pieza y por el staff actoral que tal o cual producto teatral exhibe. Los costos de la taquilla no es el problema ya que hay mucha hipocresía y hasta un no ponerse de acuerdo ¿Cuál es el costo que un grupo novel debe colocar frente a lo que debería estar cobrando un grupo con más de 15 años de actividad reconocida? No es lo mismo haber ido a ver a el montaje de "Los Productores" de la empresa Producciones Palo de Agua en el Aula Magna de la UCV que haber ido a ver "El Proyecto Padre" en los espacios del Teatro San Martín y menos aún, con el efecto de gratuidad de cualquier montaje auspiciado bajo el paraguas de la Compañía Nacional de Teatro que fueron desde "El eco de los Ciruelos" a "Barranca Abajo". Lo que se derive de: ¿Quien está ofreciendo? ¿Qué ofrece que? ¿Cuál es el sistema de economía para da soporte a sus propuestas y los espacios donde se exhibe?, genera un territorio de valoraciones que deberán ser analizados por todos. Insisto, ¡no es lo mismo ofrecer por un grupo de jóvenes creadores recientemente conformados y que acceden a un espacio como la sala “ Fernando Gómez” - Casa del Artista que haber asistido a la Sala de Conciertos del Ateneo de Caracas al grupo Teatro del Silencio con su trabajo "Reunión de muertos en familia" de Alberto Rowinski! Grupos nuevos o consolidados; dramaturgos locales o foráneos, talentos histriónicos emergentes o reconocidos; compañías regionales que visitan la ciudad o viceversa; espacios alternativos o salas aglutinadas bajo circuitos teatrales formales; los costos de taquilla entre lo que se ve / consume en el oeste y el este de la ciudad; los mecanismos de producción, circulación, consumo; los resortes de la convocatoria (desde la promoción vía Internet a los mail list, pasando por el pequeño aviso de 3 x 3 en la cartelera teatral del fin de semana a un ávida de ¼ de página dado por un sponser); el gusto de consumo del público, la segmentación del mismo; la duración de las temporadas; los factores exógenos a la producción (inseguridad, horarios, vigilancia, parqueo de autos, ámbitos para la socialización del espectador antes, en y después del consumo del producto teatral así como otros indicadores deben generar más análisis / comprensión por quien funge como productor, director o gerente de sala / circuito cultural. Hay elementos que deben estar más en sintonía del marqueting y lo mediático del producto de arte que de lo “sociológico” que tal o cual acción teatral trata de imponer. Todo es necesario indagarlo, explorarlo, analizarlo, cotejarlo y validarlo. El público no se ha alejado del teatro, solo que siento que no hay una oferta definida y que los grupos aun no comprenden a fondo ¿Cómo debe de capturarlo? ¿Qué entiende un grupo que insurge a la marquesina por teatro comercial con o sin figuras de renombre de la farándula?, a lo que maneja una institución teatral oficialista como ¿Qué tipo de teatro debe de auspiciar y/o generar para capitalizar una demanda efectiva? ¡Preguntas, preguntas, preguntas! Las respuestas deberemos responderlas entre todos ¿no le parece amigo lector?