sábado, 16 de agosto de 2008

TEATRO INFANTIL EN EN LA ESCENA DE UN FESTIVAL (y IV)

Al llegar al final de mi estadia en el marco de lo que viene siendo las actividades de la X edición del Festival de Teatro para Niños “José Gregorio Romero” y habiendo visto, varios ángulos del evento que va desde su organización, logística, programación, capacitación técnica como soporte para las diversas actividades pautadas, impacto comunitario, nivel de aceptación y pertenencia social, relación con los medios de comunicación impreso, radial y televisivo así como lo relativo a los patrocinios e incidencias de ayuda de entes gubernamentales privados como de algunas personeros de la cultura oficial del estado Anzoátegui, puedo indicar que, ha sido saludable, organizado, con sentido de seguir creciendo, que busca no amilanarse ante las dificultades y obstáculos, que cuenta con gente joven y dinámica en sus filas, que los grupos y compañías que han pasado se han sentido sorprendidas por los niveles de atensión y cortesía del evento, que no ha habido cambios sustanciales en la vitrina programada y que, todos expresan que este festival debe proseguir ya que es uno de los pocos que exhibe tantas fortalezas y que su nombre ya tiene ascendencia en el ámbito internacional o venezolano. En festivales como el que organiza el Teatro Infantil Nacional, en los festivales de Occidente, Oriente, de Vecinos de Cantaura, es poco o bajo el nivel de acción generacional que se genera. Hay vitrina, el factor eventista, la focalización de que lo infantil / juvenil es parte de ese todo, o apenas un segmento que debe incluir, pero, la gestación de sangre emergente, apasionada, formada e instruida que aspira crear sus propios espacios para proyectarse de forma eficaz es realmente lo que extraigo de esta vivencia en el Festival de Puertoteatro. Debo acotar que las otras referencias dirigidas al segmento infantojuvenil son las creadas por el grupo TKNela en Valencia / Canoabo y su encuentro “Más allá de los cuentos”. El grupo de títeres de Wolfang Villalba en Maracaibo que con mucha dificultad arma su estructura eventista y, quizás alguna que otra actividad puntual. Pero, realmente, el teatro para niños y jóvenes no cuenta con espacios reales y permanentes que permitan darle el sentido de fortaleza a un grupo humano que debe contar con algo más que entretenimiento, solaz o, recreación. Se hace obligante sistematizar mecanismos de Y, sin pecar de un edulacaro espaldarazo, hay que “darle al César lo que es del César”: un evento que casi estuvo a punto de tener un caída, se levantó con inusitada fuerza y mantiene su filosofía de estar al servicio del teatro para niños y adolescentes en la región oriental del país. No hablaré de sus organizadores ya que ello lo he expuesto en otras notas; me referiré a un hecho estimulante que se verifica a vuelo de pájaro apenas uno ingresa a los espacios del Compeljo Cultural de Puerto La Cruz donde está la sede de Puertoteatro, sus oficinas o la sala “Ricardo Lombardi”, es la sangre nueva de una generación de chicos y chicas que dinamizan el otro hacer, es decir, que alternan con su impetu,alegría,cooperación, interés por aprender haciendo desde las filas de su taller de formación actoral a todos los ámbitos que un evento como este festival exije. Se les ve prestos en atender desde la puerta de la sala, espacios comunitarios, apoyar a los grupos invitados, estar irradiando sonrisas a espectador, ir de aquí para allá dando respuesta a diversas necesidades de la logística y, sobre todo, pilísimas a la hora de estar en sus respectivas áreas de trabajo como actores y actrices aspirando no solo el aplauso sino las observaciones que les permitan crecer como futuros artístas. Eso habla bien de lo que un festival genera: que las nuevas generaciones comprendan que no solo es cuestion de obras, o relativos de ese evento sino que estén prestos a formarse y exhibirse, a oír y tomar consejos técnicos y artísticos cosa que es de un alto tenor para saber que esos jóvenes serán a corto y largo plazo, el músculo y la mente que mantendrá vivo eventos como el festival, el grupo y su accionar con y para la comunidad. En festivales como el que organiza el Teatro Infantil Nacional, en los festivales de Occidente, Oriente, de Vecinos de Cantaura, es poco o bajo el nivel de acción generacional que se genera. Hay vitrina, el factor eventista, la focalización de que lo infantil / juvenil es parte de ese todo, o apenas un segmento que debe incluir, pero, la gestación de sangre emergente, apasionada, formada e instruida que aspira crear sus propios espacios para proyectarse de forma eficaz es realmente lo que extraigo de esta vivencia en el Festival de Puertoteatro. Debo acotar que las otras referencias dirigidas al segmento infantojuvenil son las creadas por el grupo TKNela en Valencia / Canoabo y su encuentro “Más allá de los cuentos”. El grupo de títeres de Wolfang Villalba en Maracaibo que con mucha dificultad arma su estructura eventista y, quizás alguna que otra actividad puntual. Pero, realmente, el teatro para niños y jóvenes no cuenta con espacios reales y permanentes que permitan darle el sentido de fortaleza a un grupo humano que debe contar con algo más que entretenimiento, solaz o, recreación. Se hace obligante sistematizar mecanismos de institucionalización de esos festivales, de dar las ayudar que demanda el hacer de grupos para que organicen en otras regiones, muestras, encuentros y festivales que se proyecten con algo más que vitrinas, que exista un accionar formación / actualización / discusión / análisis de los problemas inherentes a este hacer. Que se propugne un mayor acercamiento con otras discplinas (circo, actividades de calle) que coloquen más al niño que al joven, en una toma de conciencia de su futuro creador. Esa y otras acciones (educar al público, re-pensar una nueva ética, combinar las nuevas tecnologías al servicio del teatro, allanar caminos de resematización de los viejos lenguajes y temas, creación de circuitos de difusión y gira para la actividad de los jóvenes y de grupos de niños para que trabajen con otros niños) pueden ser viables si cada institución fomenta, crece, se expande y se ve apoyada por el Estado, la empresa privada y, protegidos por su entorno comunitario que, a final de cuentas, debe saber que esos grupos / instituciones que han comprometido tiempo, esfuerzo, creación, pasión, sudor y lágrimas en construir un proyecto y mantenerlo en tiempo / espacio, es para todos, sin excepción. Por esto, la realidad del Festival de Teatro para Niños que ha institucionalizado por diez años por la Fundación Puertoteatro es modelo a mantener, seguir y optimizar con la mano generosa de muchos. Hay que darle ese oxígeno para que prosiga, para que haya más calidad en su vitrina, para que existan alternativas más de fondo para la formación y la capacitación del artista joven, niño o profesional, que sea eje para conformar un nuevo espectador, que sea circuito estable para difundir el trabajo creador de grupos locales, regionales, nacionales y foráneos. En fin, apoyarlos a seguir en un camino donde ¡una mano lava la otra y las dos, lavan la cara! La cara de un buen teatro para todos. UN NUEVO MONTAJE DE PUERTOTEATRO “Animales sueños” es el título más reciente de la producción dramatúrgica de Nelly Villegas. Una autora persistente en trabajar temas, asuntos y argumentos que de alguna u otra forma, no persisten en lo ya manido de los clásicos cuentos universales, de manipular o variar lo que se exhibe en programaciones televisivas, o de apelar de forma automática a la tradición cuentística folclórica de nuestras etnias para decir que soy más venezolana que la arepa. Su indgación apela a otras instancias donde toma de la “realidad” urbana elementos que sirvan para hilar variables que sean de interés para el niño / joven lector – espectador. Para tal fin, Villegas está atenta a los códigos del lenguaje, a los signos del comportamiento social, a las variables de la nueva sensibilidad del individuo. Estos aspectos los vuelca dentro de un armado dramático que tiene que tener ganchos de conexión con el receptor, y a sabiendas que este oscila entre 6 y 10 años cuyo potencial de asimilación es oscilante debido al alto bombardeo mediático en que se haya, por la complejización de contrastes de sus valores al colocarlos en cotejo con otros niños de su misma edad tanto en la escuela, la calle o por el círculo de amistades que adquiere, los asuntos que se sean expuestos deben, inexorablemente estar permeados a tomar de todo ello e inscribirlos de forma sutil o directa en la confeccción del personaje y las situaciones donde este habrá de estar inscrito. En fin de cuentas, Nelly Villegas es una de la pocas autoras que está comprometida a seguir hilando fino en materia de teatro para niños y jóvenes. Su acción escritural y su oficio como teatrista a tiempo completo lo avala. Con este nuevo esfuerzo teatral, Villegas apuntala algo más que el simple juego de opuestos maniqueos que se detecta en otras obras. Indaga desde la visual de animales humanizados, con tipologías y psicologías aprehensibles como las circunstancias del mundo social impone sus reglas sobre el pensamiento y el cambio de mentalidad de sus personajes y, como onda de refracción, ello llega al subconciente de quien ve o lee la obra. “Animales, sueños” dibuja un caleidoscopio de seres (burro, caballo, gallo, gata, zorra) que van hacia una gran urbe tratando de ser artistas. Las dificultades saldrán a entorpecer ese sueño: desde los oportunistas hasta los problemas de subsitencia. Sobrevivir en ciudad (más para el que proviene de la provincia, es mucho más arduo) por ello hace que sus personajes estén colocados en una toma sistemática de conciencia en los valores como la solidaridad y apoyo en la adversidad. De ahí, la trama se urde con sencillez y sin manipulaciones particulares. Amistad y confianza mutua entre unos y otros aflora, la pasión por la sensibilidad queda suatanciada en el anhelo de ser mejores y pelear por un sueño. La puesta en escena e iluminación efectuada por Pablo Ramírez, apelando a los aportes creativos de Luís Malavé en la música / arreglos, lo visual escenográfico (diseño) de Moisés Guevara y Joel Reyes y la realización de Carlos García y la elaboración del vestuario por parte de Sonia (no hay apellido ¿?) se articulo como un todo creativo definido y de buen nivel teatral. Hay efecto que se está ante una producción cuidada y que trata de estar a la altura del compromiso de esta agrupación. Me tocó ver dos veces el trabajo: una, bajo el efecto de reponerla luego de su temporada de estreno y que implicó una serie de problemas técnicos en el área de iluminación y una respuesta mediana por parte de la plantilla actoral. La otra, más decantada de presiones pero aun con algunos altibajos focales en lo lumínico que no generó la adecuada prestancia de atmósferas, zonas de marcado para situaciones y acciones coreográficas e, incluso, creando breves negros sobre los rostros de los actores. Se entiende que la premura por tener tantos compromisos al frente de la organización del Festival y los problemas con la consola de iluminación atentaron a favorecer ese sentido de coloratura lumínica que la puesta requería, más aún porque es más este factor el que se expone como eje no verbal después de los telones que solo ambientan (lo urbano) pero no generan posibilidades de juego o interacción para los personajes y que solo quedan apoyados por el vestuario que los define y su específico trabajo compositivo. La planta de movimiento es ágil, suelta pero con algunos aglutinamientos que generan algo de densificación a lo visual grupal. Ello también es algo menor ya que se percibe que hay buena intención de distribución de la plantilla sobre el espacio, que la fluidez coreográfica no sea atropellada y que se de lucimiento al potencial histriónico. Esto último es el gancho más ostensible de Animales, sueños” ya que el elenco estuvo consistente en su responsabilidad como colectivo creando una dinámica acoplada y con sentido de saberse un grupo que se apoya. Destacaré más lo bueno que las debilidades: Rafael Díaz (Gallo) con fuerza en carácter de un ave extrovertida y algo pendenciera, tiene proyección de voz y capacidad de matizar cuando está bajo una escena de confrontación, tiene carisma y si persiste en bajo el rigor de las tablas, le auguro un horizonte de éxitos artísticos. Moisés Augusto Ramírez (Perro I) detentó capacidad de relacionarse con perspicacia a cada secuencia y escena; hay soltura de cuerpo, agilidad rítmica y buena presencia escénica. Compuso junto con Gabriel Rodríguez (Perro II) una dupla bien aceitada tanto en corporeizar los anhelos, necesidades y aspiraciones perrunas, es decir, ambos, accionaron con compromiso y sentido práctico a darle credibilidad a sus papeles. Milagros Díaz (Gata) en búsqueda aun del perfil de su personaje, es atenta a la escena pero debe graduar esa sentido de meloso que su felino con necesidades de afecto y compromiso por vivir demandaba. En ella se detecta que está abierta buscando una dimensión personal a su trabajo de caracterización, cosa que se que lo logrará. José Gregorio Hernández, un joven muy dispuesto que ya le hemos visto en otras ocasiones. Él es proactivo, persistente y orgánico en cuanto a saber entender que el oficio es trabajo duro y exigente. Su papel logrado, con altos y bajos en lo corpo expresivo pero que no cejó en colocar su timbre personal a la personalidad de su animalito. La zorra caracterizada de forma correcta por Mirella Zambrano (primer elenco) en esa “mala” astucia de un personaje que trata de embaucar a los otros con trampas y timos, resultó atractiva ya que fluyó con naturalidad en la escena y siendo a final de cuentas, el personaje antagónico a los sueños de superación del resto, logra estar ahí, centradita en su rol. Enrique Márquez personificando al Burro maracucho, capta con su trabajo la mirada y atención del público. Hubo en su labor compositiva energía interna, capacidad de sumarse en las escenas y espontaneidad en otorgarle a su rol, su dimensión esencial. Por último, el trabajo creado por Joel Abrahan como Tortuga es satisfactorio en cuanto debe ser una de sus primeras experiencias en las tablas profesionales. Él saca partido de una sensibilidad y agudeza psicológica y la coloca al servicio de edificar al ese segundo personaje que es manipulado por la Zorra y que se convierte, casi sin saberlo, en su secuaz. Dúctil, aplomado, con inteligencia en su accionar también le auguramos que de proseguir estudiando y trabajando en teatro, sacará sino bien un artista, un ciudadano abiertamente sensibilizado con la cultura y el arte. Para todos, una sola cosa, deben estar aguzados con la exigencia técnica, el trabajo de darle ese acento de regionalidad que supone a cada personaje y que ello sea bien en los acentos o giros de lenguaje o en la corporeidad de los signos caracterizadores de cada animalito que crean sobre la escena, no se les desdibuje. Que sepan buscar la luz; que eviten amuñuñarse en el área central, que sepa concientizar el ritmo interno con el externo y con énfasis bien dosificado de sus respectivas destrezas técnicas. Si consideran estas observaciones y otras que les puedan dar otros espectadores, seguro, pero muy seguro afianzarán este vistoso y divertido trabajo que el grupo Puertoteatro ha concretado en este 2008 y se exhibió una vez más para el público anzoatiguense y foráneo que ha venido asistiendo a la X edición del Festival de Teatro Infantil “José Gregorio Romero”. ¡Un trabajo que merece mi más sincero aplauso!