martes, 12 de agosto de 2008

TEATRO INFANTIL EN LA ESCENA DE UN FESTIVAL

Contra viento y marea, el grupo PuertoTeatro radicado en el estado Anzoátegui, levantó el telón de la X edición del Festival de Teatro Infantil “José Gregorio Romero”. Del 09 al 24 de agosto de 2008 el regocijo, la alegría estará marcado por las risas y los aplausos de decenas y decenas de la gran familia oriental. Es la apuesta por abonar terreno a la creatividad, la fantasía y a la fomración de valores. Un evento como pocos en el país. Una acción loable y que brilla con su sol y luna de afiche y el duendecito con escarcha que anima los espíritus. Un proyecto nada fácil de asumir bajo la circunstancias económicas que le ha estado vivir a quienes lo organizan y, sin embargo, se hace de “tripas corazón” a fin de dar a la comunidad puertocruzana, una fiesta escénica para niños, niñas, adolescentes y toda la familia que siente como suyo este exultante esfuerzo para decir que si es posible un mejor país. Evento que, al arribar a una década de actividad initerrumpida se ve forzada a reducir su rádio de acción, promoción, difusión, logística, capacidad de generar eventos alternos y de ampliar la vitrina de exhibición. La lógica indicaría que ya se le debe considerar una estructura consolidada; sin embargo, como toda actividad multidisciplinaria que se arma bajo la estructura de un evento de tono festivo (Fundación Festival Tatro Infantil), de modalidad no competitiva, pero abocada a ofrecer disímiles alternativas escénicas (danza, títeres, marionetas, mimo, zanqueros, circo y teatro infantil en sala y espacios no convencionales como en salas) para toda la familia pero fundamentalmente para la infancia y la juventud dentro del periodo vacacional cuando es mayor el índice de captación de este segmento, depende obviamente, de recursos financieros, técnicos y logísticos que operan desde todos los ángulos para que los colectivos y artistas que se pauten en su grilla de quice días tengan garantizados se mínimo indispensable para que lo ofertado sea expuesto a la comunidad que los ha de ver sin ningúna clase de tropiezos. La agrupación Puertoteatro bajo la égida de un grupo de trabajadores teatrales ha sabido subir la cuesta y evitar que el síndrome de Sísifo les arrope. Tres personas visibles como lo son Pablo Ramírez, Nelly Villegas y Carlos García se han echado por años, esta dura faena. Tras algunos nombres que son solo parte de un personal tanto artístico de diseño y técnico que ha tenido que multiplicarse en labores de variado tono que va desde coordinación de salas a los intringulis de logística han dado su tiempo personal y profesional para que estes sueño llegase al puerto de esos diez años que es fácil de sumar pero cuan cuesta arriba es verlo desde la perspectiva del hacerlo realidad. El sueño fue iniciado años atrás por el artista José Gregorio Romero quien animó a generar un evento donde convergiese la acción escénica para los más pequeños. Al morir, su nombre honra a lo que ya es esta indiscutible realidad. Incluso, los avatares que ha tenido que sortear Puertoteatro también rinde homenaje en su sede a otro teatrista como lo fue el director sureño Ricardo Lombardi que en su tiempo vital existencial ayudó a optimizar el sentido de creación que el grupo Puertoteatro exhibe hoy día sea bien en lo referido al teatro para adultos como para las acciones para la infancia y la adoslecencia, es así que la sala sede donde se despliega parte de lo planificado dentro de esta nueva edición del festival, lleva su nombre. Al inicio expuse que para las personas que organizan este festival de teatro infantil ha sido cuesta arriba debido a la carencia del fluido financiero. Ello es vital para toda acción cultural. El dinero viene por distintas vías: subsidios, aportes especiales dados por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, el IAEM o por asignaciones que determine el área instiitucional gubernamental estatal de Anzoátegui; también por el espaldarazo que entes públicos como Pedevesa por algunas de sus filiales facilita bajo costos de hotelería, pagos de comidas, etcétera. Un poco por aquí y un poco por allá va cubriéndose cada partida y con cada aspecto financiero, técnico o de bienes, se arma el tramado del festival. Es cuestión de patria que todos lo hagan pero no siempre lo que se promete con antelación se cumple, es decir, que la ayuda ofrecida en aportes económicos no llegan o no se dan, que algunos ofrecimientos que son “garantizados” para el condumio de los artistas se olvidan por razones que nadie termina de comprender. Súmese los inponderables del día a día que un evento debe contemplar y los planes “B” y “C” tienen que activarse so pena de dejar baches en la programación y peor aun, tener que dar explicaciones tanto al grupo como al público de algo que estaba asegurado y que, por “negligencia”, “descuido” o, “desinterés” del ente que apoya debilita y hasta casi pone al borde del caos, la planificación (grilla) que el público atiende. En fin, como lo reza el refrán popular: “¡unas son de cal y otras, de arena”! Lo que si ha importado es que los que dan la cara, asumen su barranco y hasta ahora, la realidad de este evento infantil sigue su periplo. Si las ayudas llegan a destiempo ya hay un desface pero la nao artística aunque eche agua seguirá a puerto seguro. UNA ZARANDA QUE DIO VUELTAS MAGICAS Con la presencia del grupo de danza contemporánea, Dramo provenientes de Caracas, se inauguró esta X edición del Festival. Ellos mostraron su esquisita propuesta de danza-teatro, “La Zaranda”, trabajo concebido y dirigido por Miguel Issa articulado bajo el cancionero de la inmortal venezolana, Morella Muñoz. Espectáculo singular por el característico sello de calidad escénica que siempre Dramo ha sabido sintetizar sobre las tablas nacionales e internacionales. La recreación de lo intangible de las canciones que van desde canciones de cuna a canciones de juego coreografiadas de forma lúdica, acompasadas y con sentido vivo de un sentir que se expande del escenario a la platea y se devuelve repotenciada en sentimientos, ensueños y nostalgia en los grandes así como en risas complices, electrificación dinámica de la atención del niño que hace suya el estímulo de un ¡¿no se qué?!, que les insufla su cuerpo y su gesto, creó una atmósfera altamente impactante en las dos funciones que se ofrecieron a casa llena en los dos días que estuvieron pautados. Dramo ante este público como al igual lo hizo con el de Caracas, supo sacar esa cálida sensación de felicidad que se logra cuando arte, emoción, recuerdo y sentimiento bueno, son acrisolados en un todo que a más de uno sacó una lágrima. La plástica del espectáculo fue esencial. La iluminación y la banda sonora sustanció un ritmo concentrado, que permitió a cada interprete desde la acción colectiva que entraba, se mezclaba en escenas vistosas de espontaneidad calculada, con tino preciso del paso, del giro y la comunicación cuerpo, espacio, volúmen de imagen, a los solos donde el bailarín ejecutante o la ensoñadora capacidad de construir evocaciones desde la letra de la banda sonora hicieron que la memoria y el reconocimiento de lo nuestro hablase por sí mismo. Un grato, sublime y maravilloso momento de duración apenas de 45 minutos que una podría estar horas viéndolos y sumergidos en esa placentera poesía que Dramo y sus integrantes lograron plasmar. "La Zaranda" ha sido una de las mejores inversiones que ha hecho Dramo ya que contó con el apoyo de la Fundación “Morella Muñoz” pero también ha sido una de las mejores opciones teatrales que Puertoteatro ha podido ofrecer al espectador oriental. Fue gratificante cuando se constató como se veía al público atrapado por esa magnética situación dada desde la escena, generada a partir de la creatividad corpoexpresiva de interpretes como: Rafael Gil, Lester Arias, Idemar Saavedra, Ferlyn Ramírez, Alexis Sulbarán, Simón Álvarez, Juan Solórzano, Francisco González y la especial presencia de esa actriz como lo es Simoma Chirinos. Todos en grupo impulsando sensaciones, imágenes, recuerdos, juegos, anhelos; cada cual en su personaje con ductilidad, sincronía gestual y corporea, espontaneidad lúdica y sobre todo, seriedad sobre la creación profesional, hacen que la labor de Issa como director resultase sólida en su unidad, bella en su factura y conectora con la “sombra colectiva” del recuerdo de una identidad que debemos masajear ya que eso es sembrar esencia venezolana. La iluminación de Carolina Puig, el diseño de vestuario de Efrén Rojas son los aportes callados no verbales que enmarcaron este fabuloso y notorio montaje que ya tiene un año desde que fue estrenado. Un aplauso a ellos como a quienes tienen labores de producción ejecutiva y de asistencia de escenario ya que un equipo es la suma de las partes. "La Zaranda" cautivó y puso en un nivel de ensueño tanto a quienes ya le hemos visto con anterioridad, a quienes lo pautaron para este festival como a ese nutrido público que los acompañó y aplaudió con un estruendoso aplauso. ¡¡¡Bravo, tres veces por Dramo!!! TEATRO DE LA UDO: ¡QUE BUENOS! Ciertamente no son un grupo profesional, Son un grupo que crecen y se fortalecen bajo la luz de una gran casa de formación académica como es la Universidad de Oriente pero en cuyo seno, el arte, en especial, el teatro, tiene raíces profundas. Bajo la dirección asertiva como constante de Jesús Fermín, el teatro universitario de la UDO se presentó en este festival con su propuesta “El gran circo de Polichinela y Mascarilla” del dramaturgo Julio Rincones. Trabajo sencillo donde con poco se obtiene mucho. Una dramaturgia sencilla con su mensaje y su argumento, Una puesta eficaz, sin desperdicio, con ágil ritmo, soltura histriónica, gancho escénico, desparpajo lúdico y sabrosa capacidad de convocar la atención del espectador. La simplicidad fue clave para este trabajo: pocos elementos escenográficos (toldos armados con parasoles de vistosos colores) que dispuestos equilibradamente en el espacio permiten que una planta de movimientos sea tomada por actores y actrices juveniles con holgura; escasos elementos de utilería empleados con mesura; una compacta iluminación que acentúa los elementos del vestuario (Dulce parguán, Graciela Mitchell) de personajes que ya reposan en el imaginario de muchos niños y adultos, estuvieron concertados en el concepto de maquillaje y así gestar una unidad visual acorde al espíritu desenfadado e hiperquinético que nos otorgaron histriones como Andreína Villanueva (Mascarilla) con sabrosa capacidad de estar en su rol; Andrés Villanueva (Polichinella) tan eléctrico en su capacidad de componer y crear situaciones que uno sabe que ese sentido de la Comedia del Arte parece fluir con naturalidad en cada improvisación que exhibía este inquietísmo actor. Una Doña Iracunda muy ceñuda y zocarrona compuesta con eficacia y justeza por la labor escénica dada por Nairobis Figueredo creaba el eje de esta historia donde el tema del amor y apoyo al otro cuando la soledad hace mella, es el eje sintáctico de la pieza. Acompañados por Gabriela Mitchell, Alexander Rodríguez y Luisa González (Vecinos) se compacta una función divertida, franca y explosiva que sacó risas espontáneas a quienes nos toco verla. Un muy buen trabajo que se realiza en el seno universitario y un esfuerzo creativo que merece tener la oferta de otros eventos infantiles para que se sienta que en Oriente hay talento de sobra. Jesús Fermín es hombre callado pero con esa calidez que expresa que está haciendo labor de arte sin esperar reconocimientos. Teatrero templado que hace lo que pocos saben hacer: forjar el camino de la sensibilidad en las grandes casas de estudios para que no solo egresen profesionales sino mejores venezolanos. ¡Un “héroe” que tenemos que admirar!