jueves, 14 de agosto de 2008

TEATRO INFANTIL EN LA ESCENA DE UN FESTIVAL (II)

Ya con algunos días de haberse iniciado esta vitrina para el quehacer escénico de los teatristas donde convergen incluso, titiriteros, marioneteros y otras manifestaciones del oficio para jóvenes y niños como lo es la X edición del Festival de Teatro Infantil “José Gregorio Romero” que organiza Puertoteatro, la actividad se venido dando con bastante éxito dado la asistencia de público como el tipo de respuesta creativa que los colectivos han exibido. En esta nota expresaré algunas observaciones y comentarios sobre dos trabajos presentados tanto por la agrupacion Puertoteatro (taller juvenil) con la pieza “El diamante carmesí” de la autora Laura de Rokha quienes se presentaron en la sala “Ricardo Lombardi” bajo la dirección de Pablo Ramírez. Y, también, la producción mostrada por el grupo mexicano, Monigotes y Monifatos quienes bajo la modalidad del teatro de títeres, ofrecieron su propuesta “Salven a Margarita”, adaptación y dirección realizada por Israel Degadillo. En nota posterior, hablaré de la excelente propuesta constatada en la escenificación de “Mimando las palabras y los recuerdos” concretada por el colectivo colombiano, Taller Teatral El Globo, quienes provenientes de la ciudad de Cali, asumieron con creatividad e ingenio un magnético trabajo artístico que estuvo bajo la responsabilidad de Germán Darío Cifuentes quien asumió la labor de dramaturgia de Jorge Vanegas con ductilidad y maestría. “EL DIAMANTE CARMESI” Trabajo que expone la búsqueda preparatoria para un grueso número de promesas de la actuación cuyo rango de edad oscila entre los 15 y los 18 años. Contando con el ojo vigilante de buenos y bien preparados los instructores que trabajan en la formación artística de las próximas generaciones de histriones que será la veta vital para renovar el oxígeno del arte anzoatiguense, los chicos y chicas se presentaron con ánimo, vitalidad y mucha vergüenza escénica, una trama clásica donde los buenos y los malos se oponen en la búsqueda del ideal; tras éste, el amor de un personaje que poco tiene hacia una princesa que puede corresponderle. La piedra de tranca, la familia real. El rey, que ha sufrido el ambate de una malvada bruja robándole una codiciada gema, coloca a los pretendientes de su hija, la prueba de rescatar este diamante y con ello, recobrar su honor real y la posibilidad de concertar los esponsales de la princesa. Una dramaturgia (Pablo Ramírez) que maneja todavía las estructuras universales que se pueden constatar en innumerables cuentos de similar corte; el efecto maniqueo está presente tanto en la actitud y determinación de personajes. El tema, construcción del argumento, definición de los personajes y la situaciones se pueden visualizar como manido, pero aun tiene su gancho para trabajar con aprendices de actuación y ofertar a un segmento de otros directores y agrupaciones de alternativa a la hora de contar con un texto teatral sin dificultades de fondo y que siga irradiando un contacto con aquellas formas discursivas que todavía rigen el imaginario de quienes asumen el rigor de trabajar con niños. Ramírez es hombre capaz de ir más allá en la indagación de temas que rompan con estos discursos ya que estando en pleno s. XXI, hay senderos temáticos que esperan ser considerados. Ello quedará en potestad del autor y su interés de seguir estudiando y experimentando desde la letra en blanco sobre negro, su afán en ir hacia peldaños argumentales que creen expectativa en una niñez hiperbombardeada de imágenes mediáticas donde lo bueno hay que revisarlo y lo malo, hay que analizarlo muy a fondo porque ya no estamos en un siglo de hadas, duendes, reinos y gnomos sino de violencia familiar, escolar y social, guerra y terrorismo en distintas formas, prostitución infantil, agresiones al medio ambiente, consumismo, transculturización, ruptura de tradiciones, trastocamiento de la familia y la variación del mismo concepto de parejas así como toda una multiplicidad de aspectos que, el niño / puber o el puber / adolescente de alguna u otra forma constata sea por la TV, el cine, la internet o, básicamente, en la calle o cuando está en comunicación con su círculo de amiguitos. El montaje tuvo fallas de unidad de ritmo debido a la no compactación de la masa actoral. Las debilidades se hicieron presentes no en la forma sino en el fondo técnico de construir de forma consistente algunos personajes y que estos a su vez, hilasen con fluidez y sintonía de situación, los que le atañe al estar a favor o en contra de tal o cual aspecto de la historia. Hay como todo, una exposición de producción que busca crear la plataforma de imagen (vestuario, maquillaje y no tanto, lo escenográfico) que diese el piso para que cada actor / actriz desde lo no verbal, generase su propio universo discursivo. Un taller juvenil que tiene de bueno eso, la juventud ya que son arcilla moldeable y que no está maleada por deformaciones que sean difíciles de superar. En unos, se percibió plasticidad corporal, dominio técnico del espacio, desparpajo con su papel y ductilidad para conectarse con la platea. Incluso, hay unos que ya tienen el training del circo en su formación, aspecto que potencia la expresión del cuerpo. El trabajo con la voz debe ser revisado así como la facialidad ya que el gesto del rostro y un cónsono manejo de lo que dice desde el cuerpo, creará ese discurso alterno que va más allá de lo que se oirá tras los parlamentos. Con todo -y dado a no disponer de un programa de mano donde se referencie la situacion de caracterización de cada actor- apelaré sencillamente a colocar los nombres de este elenco dando como mi aplauso a su entrega la cual espero se convierta más en arte escénico que “trabajo” teatral. Son: Romeia Belli, Abraham Reyes, Yoel Reyes, Paola Ortiz, Gabriel Rodríguez, Rafael Díaz, Adriana Amaricua, Yohana Suárez, Yenetzy González, Augusto Ramírez, Eduardo Acosta, Félix Brusco, Astrid Alfonso, Fabiola Rojas y José G. Hernández. Esperamos a mediano y largo plazo, ver quienes siguen, quienes sobresalen y permanecen ya que la cantera del teatro oriental contará con los más aptos para ir teniendo ese futuro prometedor que el teatro de Anzoátegui y del país amerita. ¡Ah, una cosa más!, ¡Trabajar con empeño, levantarse cuando hayan obstáculos y sobre todo, seguir estudiando! ¡TITERES A LA MEXICANA! Aunque no soy ducho para hacer un análisis de las técnicas que desarrolla el universo del títere, por lo menos, mi niño interno me orienta a su recepción y gozo mientras el adulto espectador va afinando su panoplia de conceptos a fin de darle unidad de “crítica” al esfuerzo creativo de esta especial casta de artistas. Es así que me acerque con entusiasmo a presenciar en la entrada de la sede de Puertoteatro, el teatrino dispuesto por el grupo mexicano. Con la sencillez que casi todos los espacios que disponen estos creadores, apelando a contar una historia con asunto de corte ambientalista, articulando un espacio vital lo más próximo al público con el interés de sucitar asombro y curiosidad en los chicos –y, ¿por qué no, en los adultos?- la escenificación de una voluntariosa actriz (no disponemos de su nombre) permea en la fase preliminar, la presentación del evento, de crear las zonas de interacción y de fungir como moderadora entre los asistentes y el ejecutante. En tal sentido, Israel Degadillo fue el "hombre orquesta", creador integral con sentido de asumir de lo multifacético: actor - manipulador, músico, adaptador y director de este unipersonal que trata desde el horizonte “ecologista” la historia de dos títeres (una chica llamada Margarita cuyo chiquitín enamorado, trata de rescatar de la voracidad mutante de una rata escapada de un laboratorio radioactivo) que suponen esa argumento donde las fuerzas del bien deberá operar para resolver ante los designios del mal, no solo la persistencia del sentimiento sino la exposición de que hay que preservar el ambiente de esos factores que lo afectan desde la polución indiscriminada al pernicios efecto de la manipulación radioactiva que transforma en mutantes a seres que viven en el inframundo de los animalitos. Con técnica sencilla y ajustada en el manejo del títere de varilla y de guante, con muñecos un tanto más grandes que el tradicional, con colores y diseño justos a la imagen de niños / puber que anhelan un amor de títeres, con atmósfera sonora concordante creada desde la banda musical y apelando a que el mismo público se sintonice con su aplauso, chiflas y vocerío, una secuencia que ayude a las acciones, con buen oído del manipulador para responder a las exigencias del auditorio. Un trabajo creativo que no es ni redundante, sobredimensionado o carente de unicidad en su forma / fondo. Hubo brillo y soltura que fue generado ddesde el gusanito presentador hasta los personajes centrales (buenos y malos) que generan la trama. Siento que los amigos titiriteros mexicanos no pecan en crear un espectáculo excesivo sino más bien compacto en tiempo de lo que se muestra y en los tiempos en que cada situación demanda. Buenos en su acción creativa, ganaron la risa, aplauso y receptividad de quienes los vieron. Creo que sus gusanitos invadieron los hogares de muchos puertocruzanos en una agresiva acción de mercadeo al final de sus presentación y ello, es sinónimo que calaron bien en la expectativa de quienes los pudimos observar tanto en los espacios de Puertoteatro como en la entrada del Diario El Tiempo.