jueves, 5 de marzo de 2009

LAS REGLAS DE LA URBANIDAD EN LA SOCIEDAD MODERNA

Un grupo teatral irrumpe surge dentro del complicado espectro teatral en este año 2009. Su presencia ha quedado inscrita de forma contundente en la marquesina de espectáculos escénicos de la capital, específicamente, dentro del circuito este. Me refiero al colectivo Hebu Teatro que ha demostrado en su primera experiencia espectacular con la representación de Las reglas de la urbanidad en la sociedad moderna tanto talento como decantada creatividad se dan de la mano para satisfacción del grupo y gozo de quien lo ha podido ver. Un colectivo que si bien es novel respecto al quehacer de otras agrupaciones con dilatada trayectoria y permanencia constante en lo escénico del país, ostenta tras cada uno de sus integrantes: honrosa experiencia, solvente preparación teatral y un olfato artístico que de entrada está determinado por el buen gusto. Estos como otros factores hacen que Hebu Teatro ha sabido llevar de la mano al momento de exponer ante propios y extraños, su primer montaje de presentación, que el mismo se pueda etiquetar de sabroso y, a la vez pleno de una deliciosa capacidad de no solazarse desde la escena sino más bien asumir la más seria obligación de buscar incidir en la recepción del público con la escenificación de autores y piezas teatrales pocos conocidos. Su tarjeta de presentación ha sido de alta factura. Desde lo formal de su convocatoria a lo constatado sobre tablas ha validado que son sensibles artistas, creadores técnicamente bien formados y mujeres y hombres que están empecinados en hilar fino a fin de apostar a edificar las mejores situaciones culturales que no defraude a nadie. Hasta donde he podido saber, Hebu Teatro se constituyó por la visión de aglutinar lo más granado artístico y técnico en un colectivo de peso. Así, su primera huella nos ratifica que actrices de gran talla como Diana Volpe, secundado por oficiosas mujeres de la escena que han sabido ganar nuestro respeto y admiración en diversos trabajos como Haydee Faverola y Carolina Leandro están desde mediados del mes de Febrero en el ámbito del Espacio Plural del Trasnocho Cultural situado en el Centro Comercial Paseo Las Mercedes a fin de exhibir los alcances de un ácido autor contemporáneo francés como lo representó, el dramaturgo Jean-Luc Lagarce. Bajo la impecable dirección de Orlando Arocha (de quien intuimos podría ser el regisseur que esté estrechamente ligado a futuros montajes de este grupo) se asumió en conjunto y con todas de la ley, las exigencias que demanda la escenificación de un texto nada fácil de trasladar a la fórmula espectacular. Un autor inteligente y afilado para la recepción de un espectador inteligente y debidamente preparado para saber leer lo que descansa tras sus personajes, temas y tramas. Orlando Arocha como fogueado director y teatrista poseedor de un sólido bagaje teórico conceptual y maneras estéticas bien perfiladas, supo empaparse de lo que fue la vida y obra de Lagarce. Sobre este dramaturgo autor nacido en 1957, en Héricourt (Haute Saône) y fallece en 1995 por las secuelas del “mal del siglo” cuando apenas contaba con treinta y ocho años estando en plena madurez creativa, logra conformar un concreto como contundente trabajo que no tiene ápice de debilidad véase por donde se le vea. Lagarce fue un dramaturgo penetrante del quien se ha dicho que sus “obras (…) coinciden los que se van y los que ya se han ido, los que se quedan y esperan, y todos mezclan recuerdos y esperanzas”. Un autor y artista de su tiempo. Dramaturgo sensibilizado a abordar el “tema del retorno” y elementos de su situación con el mortal virus del VIH busco que sus tramas tuviesen de alguna u otra forma en el trasfondo de buena de su producción textual. También podría decirse que la obra de Lagarce posee una mordiente capacidad de maniobrar argumentos donde el poder y la falsedad pueden descansar tras el bordado de “bellas palabras”. Después de fallecer, su vida, obra, temas como asuntos dramáticos alcanzaron alto interés para grupos y directores europeos y latinoamericanos convirtiéndose post Morten en uno de los autores más emblemáticos de la dramaturgia gala de los últimos veinte años, hecho que ha incidido que sea representado por más y más frecuencia y estudiado / comentado acuciosamente por críticos e investigadores en muchos países. La fuerza y estilo de Lagarce fue ameritada por la célebre Comedie Francoise para representarse por medio de una pieza en el teatro Petit Odéon. La producción autoral de Lagarce alcanzó cerca de veinticuatro textos entre los cuales se pueden mencionar: Viaje de la Señora Knipper, También Cartago; Vagos o,Recuerdos del año de la peste . Lagarce como autor es tan poco conocido en el contexto teatral venezolano que para el grupo Hebu Teatro se convierte –como ya lo expresé- en la mejor carta de presentación para esta agrupación y, por extensión, en auténtico gol de campo para la gerencia del Teatro Trasnocho por facilitarles su estreno en el Espacio Plural. Ganancia para todos. Para nuestra realidad teatral por exponernos un tipo de teatro que puede contener elementos para agradar pero al mismo tiempo, elementos para ponernos a pensar. Por dar el testigo a un grupo claramente ajustado en lo que desea mostrarnos. Por garantizarle a quien adquiera un boleto en taquilla a confrontar un espectáculo grato, divertido, bien propuesto y magníficamente escenificado que parte desde su producción artística (María Gabriela Díaz y Diana Volpe), pasando la solidez de los diseños de vestuario, iluminación y arreglos musicales (Raquel Ríos, Carolina Puig y Enrique Bravo) al concepto de ambientación escenográfica de Arocha. Un todo escénico que halaga por su alto grado de amenidad; por su decantado gusto teatral; por su notoria sencillez pero que nunca escondió la urdimbre que exigía la compactación estética del detalle fuese cual fuese; donde el uso del color (en cada pieza del vestuario y accesorio) delimitaba territorios visuales de apoyo a cada caracterización, donde los matices y acentos de una atmósfera lumínica apoyó con claridad meridiana los cambios y énfasis de los constructos histriónicos y por dejar bien asentado un registro sonoro dio cohesión a las intenciones de las actrices en el paso de una secuencia a otra. Un montaje que no desperdició ni energía, ni fuerza ni intención. Un trabajo concentrado e intachablemente colocado al servicio de tres actrices que, fueron de principio a fin una delicia. Tanto Diana Volpe, Haydee Faverola como Carolina Leandro demostraron sin ápice de esfuerzo y con desbordados bríos que, la técnica histriónica, el desenfado compositivo y el empleo de una intuitiva picardía son elementos que sirvieron para sazonar el ritmo dramático que demandaba la puesta y los retos de sus individuales papeles. Cada uno de ellos con su pertinente dimensión. Cada una de sus caracterizaciones plenas de densidad orgánica la cual emanaba desde el fondo del parlamento a las sutilezas en lo formal de las interrelaciones personaje- personaje y sobre todo, esa positiva astucia de generar magnetismo en la atención del público. Un texto tan diestramente entendido y concretado que la estrechez y limitante espacial como de distribución de los asientos para ver la potencia de este trabajo en lo que representa lo propio de un lugar como el Espacio Plural (que es ámbito para trabajos experimentales) no hizo mella en nadie sino que, de principio a fin la sala rebosó de agrado. Trabajo de piel para construir sentidos. Labor de dirección y esfuerzo interpretativo perceptivo que sacó el máximo desde la relación espacial hasta el juego con los matices y silencios. Como texto. Las reglas de urbanidad en la sociedad moderna (que contó con la traducción al español de Fernando Gómez Grande)una de las piezas más aceradas de Lagarce tras el cual descubrimos sin ambages como supo ser capaz de abofetear las mohosas e hipócritas conductas que aun rige a algunos segmentos de ciertos segmentos de una sociedad convencionalmente tradicionalista que se niega a transigir. Una especie de revisión milimétrica como radiográfica como en esta sociedad aun persiste pautas para formalizar y etiquetar como camisa de fuerza todas aquellas circunstancias mundanas que va desde el nacimiento, bautizo, presentación en sociedad, esponsales, onomásticos de plata y oro de cualquier pareja y muerte, pero de esas familias donde aun persiste la marca profunda de lo que significa para ellos esas “buenas costumbres” que acompañan el periplo existencial. Quizás Arocha y Hebu Teatro sean lo suficientemente sagaces como para proponernos más temprano que tarde, una adaptación de esta pieza de Lagarce pero inspirada en hacer conexión mordaz del ya casi olvidado Manual de Carreño. Sería bastante divertido ver que sucedería con la recepción de nuestros espectadores. Más allá de todo, extiendo mis felicitaciones por este excelente trabajo teatral y por el brillante desempeño artístico que conformó el staff del grupo Hebu Teatro. ¡Un asertivo espectáculo que merece ser visto más de una vez! 05.03.2009 Fotos cortesía tomadas del blog: photomanifiesto de Nicola Rocco (consultar su link)