Ya el Festival de Teatro de Caracas levanto su gran telón. La fiesta de las artes escénicas esta atrapando y seduciendo al habitante de esta urbe y de todo aquel que en tránsito, pasa por las calles de las zonas centro y oeste de nuestra metrópolis. Una vitrina compacta, disímil y basta que coloca en aprietos al veedor consuetudinario sin entrar a hablar del que, por vez primera, se acerca al maravilloso universo de la palabra y la imagen. Hay para todos sea ello entendido como adulto mayor, adolescente o niña o niño. Hay espectáculos en espacios abiertos y en ámbitos que en jerga teatral se catalogan como cerrados o convencionales. En todo ellos, la alegría de un público que empieza a colmar los aforos y retribuir con su aplauso, su sorpresa, su silencio o su alborozo los productos del drama, la comedia, el sainete o sencillamente, los trabajos para los mas pequeños.
En esa transitar de que ver, la familia ha hallado propuestas de alto tenor y excelente calidad. Una, por ejemplo la concreto en los espacios de Nuevo Circo de Caracas por medio de uno de los grupos más creativos como inquietos en lo que a experimentar con lenguajes propios lo ha sido como el Teatro de Repertorio Latinoamericano, colectivo fundado en 1985 con el propósito de “investigar, difundir y realizar montajes de obras del Teatro Universal íntimamente ligadas al origen e idiosincrasia del ser latinoamericano”
Tras casi 25 han desarrollado una eficaz labor de generar indagaciones creativas escénicas de alto impacto. Un tiempo de accionar incuestionable. Ahora dentro del FTC 2011 muestran su solvente propuesta: “El Ceniciento”. Diré que al revisar el catalogo del festival sedice que ”la agrupación pretende continuar lo que iniciara con un anterior espectáculo “Zaperoco”, donde se ratifica la necesidad de acercar a los espectadores accidentales de los espacios urbanos”.
Trabajo impecable desde su producción, respuesta actoral y elementos de constitución escénica a que interactúa con un espectador que está dentro / fuera del territorio de la trama de este ahora “Ceniciento” con hado padrino y sueños de cambiar la consabida trama clásica que, por generaciones hemos visto u oído sea en cuentos o relatos.
Teatrela se embolsillo al público. La labor compositiva de José Francisco Silva (Duquesa Tremebunda), Marivé Perozo (Coquetina), Christian Torne (Ramirote) estuvieron acopladas; el exultante trabajo de Orlando Paredes soberbio y el siempre desenvuelto Juan Carlos Azuaje encarnando al Hado Padrino / Heraldo de Palacio (aparte de ser el director) y hasta el gracioso “dedos” fueron enmarcados por la fuerza creativa de diseños y realizaciones de profesionales de renombre y la atinada producción de Coco Seijas. Un todo que me coloca en aprietos porque son muchos los creadores involucrados que hay que reconocer y apenas dispongo de 2800 caracteres; en todo caso, les felicito como grupo capaz de seguir siendo creativos en pos de un montaje con sello de exportación.