Otra de las producciones exhibidas en el contexto del FTO-2011 (Guanare; Edo Portuguesa) fue la concretada en la Sala “Alberto Ravara” del Complejo Cultural Herman Lejter cuando el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo del Arte en Venezuela (IIAVE) bajo la tutela / dirección del maestro Alberto Ravara, ofreció su visual de puesta en escena para la pieza de César Rengifo (1915 -1980), ¿Quién nos robo esa batalla?, drama histórico en una jornada y suscrito por este inmortal de la letras dramáticas del pasado siglo XX en Venezuela.
Una pieza ubicada hacia 1824, cuando el sueño de la emancipación contra el vasallaje colonial español estaba en su punto de quiebre y donde el genio de El Libertador apoyado por pro hombres como Sucre, darían una de los encuentros más relevantes de esa gesta (Batalla de Ayacucho) y contextualizada dentro de este eje referencial, un grupo de soldados expone su pareceres sobre lo que era las posiciones entre las facciones patrióticas y la enraizada ideología de los godos que aun era el discurso hegemónico pero que ya empezaba a ser fracturado por los aires de libertad producto del nuevo paradigma libertario enraizado en las clases más desposeídas de la naciente nación que sería después de Carabobo: Venezuela. Un texto advertencia; una pieza admonitoria, un argumento donde la visión de un hombre comprometido como lo era Rengifo, jugaba con las posibilidades de no perder un gran momento bélico cadena para la ansiada liberación de un pueblo sino, que siempre había que estar alerta contra otros terribles flagelos imperiales que pudieron haber trastocado lo que era no un ideal sino una realidad: la emancipación definitiva de una nación emergente que contaba con uno de los hombres que más entrego por ello a cambio de poco, como lo fue Bolívar.
Este trabajo producto de algunas necesidades puntuales del colectivo IIAVE (quien en su portal cibernético enuncia que se “constituyó en 1993, aunque sus fundadores venían trabajando con el mismo proyecto de vida desde finales de 1978. Su trabajo está orientado al fortalecimiento de colectivos sociales a través de ofertas formativas, talleres anuales, asesorías y producción de montajes teatrales”, pero que con este trabajo de creación pareciese que aflojaron su propósito en relación a la exigencia de un exhaustivo proceso de investigación / creación que lograse afianzar este producto escénico bajo las coordenadas que ameritaba. De hecho, al indagar con la plantilla actoral después del Foro Crítico se deriva que la dirección primero, escenificó esta propuesta hacia el mes Octubre de 2011, como lectura dramatizada con un elenco determinado en un tiempo perentorio. Segundo, que posteriormente fue concretada con cambios de elenco que erosionaron la compactación de unidad de sentido, ritmo interno y que se dejó uno que otro cabo suelto en lo conceptual; todo ello afectó la estructuración del montaje en cuanto a emanar un discurso adecentado perdiendo eficacia en lo referente a la unidad de sentido estético y artístico que un trabajo de ese nivel ameritaba como producción definitiva. Lo visto en la vitrina del Festival de Teatro de Occidente causó una sensación entre varios espectadores y críticos de percibir que la producción no estaba acabada y por ende puso a pensar a más de uno: ¿qué ocurrió en el trasfondo de este proceso que debió haberse corregido para conformar un asertivo acercamiento a la dramaturgia rengifiana?
Si derivado del contexto del mensaje de ¿Quién nos robo esa batalla?, tenía que propender a mantenernos alerta en el sentido del pensamiento orsiniano (Humberto) que fue enfático al decir en un medio electrónico lo siguiente: “nos recuerda que debemos continuar la lucha por la Independencia” -tomado de: http://www.correodelorinoco.gob.ve/tema-dia/cesar-rengifo-. Sea pues que este montaje no debía forzar lo que ya era un elemento del drama histórico de César que ya el texto exhibe su propia delineación ideológica. Al intervenirla con un sentido exhaustivo para correlacionar otro alcance reflexivo sin un sólido trabajo de mesa, tiempo de ensayos concretos y una unidad actoral uniforme con el fin de transformar este texto en algo contundente, pues, lo que emerge es algo endeble que a veces emanaba ecos de panfleto y que no tenía la fibra reflexiva como para concienciar en la recepción del público un mensaje que debe ser cuidadoso en estos tiempos de transformación socio cultural e histórica en que vivimos.
Como espectador y crítico seré enfático que hay que ser aplomado con relación a producir con los tiempos adecuados y estar atento a los hilos internos que una obra histórica debe exhibir. Si hay prisas hay cansancios. Eso es notable en un trabajo que pudo dar más pero que solo dio que era más por algo coyuntural que por un esfuerzo de fondo de la institución teatral que lo exponía, en este caso, IIAVE. ¡Será en otra ocasión!