Provenientes del Estado Aragua, se constató el acoplado trabajo Los peces iracundos del director y dramaturgo, Orlando Ascanio con El Teatro Estable de Villa de Cura. Colectivo que suma 29 años de actividad formativa, artística y activándose como referencia para la zona central del país. Ya en 2007 este trabajo fue exhibido para celebrar su XXV aniversario. Propuesta que coloca a este grupo como uno de los pocos capaz de promover, exaltar la dramaturgia nacional y universal. Incluso, el TEVC ha sabido exponerse ante la mirada del país que nada tiene que envidiarle a lo que se desarrolla en las grandes capitales de estado.
“Los Peces Iracundos” llegó para mostrarse dentro de la vitrina del Festival de Teatro de Caracas. Montaje que penamos se le asignó un espacio irregular (la carpa del Nuevo Circo) cuando en realidad, la organización debió entender que la producción demandaba un espacio más ajustado, es decir, una sala convencional. Incluso, por respeto al maestro Ascanio, se debió ubicárseles en una de las salas emblemáticos de este FTC-2011 y con ello permitir al público capitalino poder constatar el inmenso trabajo que esta figura ha desarrollado para las tablas nacionales.
Sobre lo que la pieza expresa diré que la misma se constituye como un espectáculo poético dramático. Sus hilos internos enhebra tanto la visual dramática del propio Ascanio como elementos textuales tomados del hoy desaparecido actor Marco Antonio Ettedgui y del poeta Chevige Waike. Ello permitió sustanciar un concepto de puesta en escena coreografiado y actuado con agilidad, lucimiento y fluidez por espacio de una hora dentro del cual se acentúa como mensaje como un grupo de actores (doble enunciación e incluso metateatralidad) de una parte a otra interrogando a quien se los tope sobre los significados del lenguaje y del “peligroso” asunto de los contenidos de las palabras; un lúdico e incisivo espejo de reflejo y refracción que hace que la poesia pueda ser para quien la vea en acción o como una pesadilla algunas veces inexpugnable o feroz espejo que plantea otras dimensiones para un mundo que se está trancando en la incomunicación como en el aislamiento.
Como puesta, el espectáculo fue vistoso sin tener que apelar a subterfugios escenográficos y imbuidos dentro de una tónica brookiana con la cual se atornilló la eficacia interpretativa de Luís Enrique Torres, Juan Luís Delgado, Rubén Mache y Marcos Rodríguez; sacaron suelta energía de forma convincente para hacer de los significados dramáticos de Ascanio, un sincero acto de fe capaz de incidir reflexivamente en el público sobre ángulos sociales, políticos e idiosincráticos de ¿cómo es el venezolano?