Caracas hay una vitrina teatral interesante si vemos por ejemplo como se desenvuelve las nuevas generaciones de teatristas. Son muchos pero sus potenciales a pesar de ser disímiles muestran de a poco como marcan sus trabajos escénicos con pasión, anhelo de calar, exhibir experiencias adquiridas en estudios o en praxis directa así como por concebir propuestas donde la dramaturgia nacional o de autorías foráneas aborden linderos temáticos capaces de reinterpretar los conflictos socioculturales de los últimos cuarenta años o bien para dar a conocer sus particulares perspectivas sobre lo que representa el reto de la dirección o el trabajo con el actor por solo mencionar algunos aspectos visibles desde sus respectivas producciones escénicas.
Es así que, entre el jueves 10 al sábado 12 de mayo confronté en espacios del centro oeste de Caracas dos trabajos: el primero, titulado Alias el Papi que despliega una crítica visión dramatúrgica y resolución de puesta en escena por Luís Vicente González dentro de la Sala Horacio Peterson de la UNEARTE por parte del grupo La Mafia Teatro, colectivo que supo colocar ante la mirada del espectador, solvencia actoral, texto actualizado y dirección cónsona.
Lo que he de rescatar de Alias el Papi es tanto un discurso que supo retratar la historia de dos adolescentes de extracción social excluida que andan en pos del sueño por vencer las dificultades que los marca y que deja un sino inexorable a sus vidas. Un texto que muestra un lenguaje rudo y a la vez crítico; una trama que coloca a sus personajes como a quien lo ve desde la platea en un movimiento pendular (que se ganó desde el concepto de bi frontalidad de la puesta) y donde cada oportunidad es frágil narrativo entre una trama de esperanza y un desastre anunciado; un todo envolvente energéticamente asumido desde la asertiva capacidad compositiva de Kevin Jorges y Josmary González quienes otorgaron composiciones orgánicas para motorizar el trasfondo existencial y cuitas emocionales del “Prancaracaspiche” junto a Anita y su vástago que no es culpable de las consecuencias que se derivan de ese submundo marginal.
Actuaciones convincentes en cuanto a técnica del manejo del cuerpo, voz así como la gestualidad expresiva que articula propósitos acordes a las profundas capas que cada papel exigía. Trabajo de dirección dúctil ya que empleó con perspicacia tanto lo musical, lo lumínico y derivar otras significaciones al entorno con lúdica construcción de referentes complementarios a lo textual donde gravitan estos seres trágicos. Propuesta teatral que ganó el interés del público por pertinente y osada. ¡Bravo por Teatro La Mafia!
La segunda producción teatral que visualicé fue dentro del acogedor teatrino del Laboratorio Teatral “Anna Julia Rojas” por parte del grupo Teatro de la Penumbra quienes dieron apoyo a la ópera prima de dirección del joven Fernando Garantón quien efectúo un grato montaje para la obra Ligeros de equipaje del autor chileno Jorge Díaz. Trabajo denso desde las fluidas actuaciones de Daniela Corredor y Anthony Castillo.
El espacio es corto pero daré mi aplauso a Garantón quien demostró que va por lo suyo. Su labor con los actores fue plausible y hace que el texto de Díaz adquiriese significación en la audiencia. Teatro de denuncia política y de exilio. Actuaciones limpias y resolución de puesta que sin ser ostentosa logró crear un clima de interés en el público. Esperamos verlos madurar más y ganar su sitial en lo profesional del teatro joven. ¡Hacia delante ya que tienen con que!
Publicado en Ciudad CCs Mayo 2012