Constaté el espectáculo Miguel Vicente Patacaliente mostrado con regocijo en el Teatro Catia. Texto escrito por el dramaturgo, Robert Thompson (Valencia, 1973) de quien le hemos visto obras como: ¡Ay Juan José! (2004) o María Lionza un canto a la vida (2006). Esta vez, bajo el convincente esfuerzo artístico de grupo Teatro de La Baraja liderizado por Luís Alfredo Ramírez vemos que su intención de producir y girar esta versión del cuento Los viajes de Miguel Vicente Pata Caliente del escritor Orlando Araujo (1928-1987) mantiene pertinencia y un mensaje no solo satisface sino que enriquece al lector / espectador.
Para Teatro de La Baraja (fundado en 2007) fue notable asumir este texto tal y como asumieron otra de sus producciones -Las Aventuras de Tío Tigre y Tío Conejo, basada en los cuentos de Antonio Arráiz-; como grupo están delineando un perfil que de poco están combinando comedias con producciones que no olvida a un espectador que asiste a las salas en familia.
Como gente joven con formación universitaria entienden esa precisa visual que les impulsa el asumir la empresa de concebir producciones para un espectador crítico y exigente como lo representa nuestra niñez. Este público nada fácil de complacer o cautivarle ya no se le debe embobar con exhibirles elementos rebosados de referencias mediáticas o saturado de acciones superfluas sino colocarles un teatro lleno de mensajes y bien convencido que debe apegarse a nuestros referentes populares.
He ahí que la historia de un niño que se gana la vida limpiando zapatos que bien podría ser cualquier infante del tiempo actual inserto en zonas humildes urbanas es un ser que lucha por sus sueños, que lidia ante situaciones existenciales que no se la hacen fácil. Niño que no se amilana sino que imagina ser mejor y viajar persiguiendo esos anhelos de convertirse en alguien de bien. Anécdota que cautiva por su sencillez en cuanto a planteamiento y acento social. Temas que tocan la amistad y fraternidad. Dentro de la fábula vemos otro personaje que se auto ficciona como personaje y queda plasmado por el propio Orlando Araujo quien ayuda a Miguel Vicente a que persiga esperanzadamente vencer sus adversidades.
Miguel Vicente Patacaliente creó un accionar lúdico preciso, con canciones y justa coreografía; el manejo lumínico no ayudó a lo plástico de los colores o no creo zonas definidas para las distintas escenas pero si fue resaltante el que no se descuidase a la plantilla actoral la cual debía ser centro motor de lo escénico. Lo escenográfico debió ser más acabado ya que petrificó en bloques plastificados los ambientes urbanos referenciales. El vestuario más logrado apoyó en afinar lo definitorio de cada personaje. Un aplauso al desempeño de Diego Mora, Jenifer Urriola y José Vicente Lezama a pesar que todos dieron lo mejor de sí. Teatro de La Baraja acometió con pulcritud un trabajo infantil que tiene méritos.
Publicado en
Épale, Suplemento Cultural de Ciudad CCS
Domingo 11.07.2012