jueves, 20 de noviembre de 2014

LÍNEAS SOBRE EL MONÓLOGO

El monólogo es una pieza teatral donde el actor debe encarar un trabajo de composición de personaje donde su destreza técnica esta expuesta al máximo. Es el reto de aprender un largo texto dramático o de corte jocoso pero sin el apoyo de otro histrión.

Es una labor interpretativa que le demanda colocar su cuerpo y mente así en estado de alerta; cada acción, cada movimiento, cada transición, inflexión o matiz al servicio de situaciones que le implican estar presto a emplearlos con eficacia al momento de ingresarlo al reto de la composición del personaje.

Para muchos, el monólogo en estos tiempos se ha convertido en excusa para buscar un aliviadero a las circunstancias laborales / económicas. El hecho que, algunos canales de nuestra TV local hayan salido del aire o que las restantes no asumiese la continuidad de producción del género de la telenovela, forzó a muchos decenas de actores y actrices a tomar el teatro y asumir el monólogo como los unipersonales como la alternativa para seguir en la palestra.

Muchas de las veces, sus proyectos se anclaron en propuestas monologales con discursos superfluos, comedias triviales o divertimentos donde solo la proyección del nombre del artista era el gancho para convocar al espectador.

He ahí que el monólogo empezó a perder eficacia; que la forma y fondo de esta clase de proyectos giren en lo externo digestivo o lo puntual comercial en su más descarnado aspecto monetario. Busca público que rompa la taquilla y genere ganancias por medio de éxitos superficiales más no persigue aproximarse a un proyecto de arte o, tratar de provocar desde una posición de reflexión ante un asunto o problema social actual, solo en gran medida, lo banalizan.

El monólogo se convirtió pues, en lo que ha sido en los últimos quince años: una especie de salvavidas para un cierto grupo de comediantes que apela a este como salvoconducto que quite presión a una situación laboral y profesional al tiempo que le permita mantener su imagen y obtener ingresos hasta conseguir un proyecto de mas solidez.

En consecuencia, para aquellos que veían en esta clase de trabajo como una de proyectos con poco rigor o que era un tipo de empresa que no exigía un tipo de compromiso colectivo lo suficientemente denso como para darle la credibilidad artístico cultural que le género exige.

Sin embargo, en la producción dramática de muchos de los autores teatrales del país, la figura del monólogo ha sido un aspecto de reto porque han entendido que concebir una trama, desarrollar un argumento y trabajar un tema bajo los parámetros que este género le impone, supone asumir con mayor seriedad como compromiso, investigar y crear una estructura de dramática con peso y lo suficientemente pertinente como para contar algo que sea trascendente sea bien sobre un personaje histórico, una situación socio cultural con conexión actual o, plantear aproximaciones existenciales sobre el hombre o la mujer contemporánea.

Por solo mencionar algunos monólogos nacionales podemos indicar a: Fotomatón de Gustavo Ott; Escribe una obra para mi de Omer Quiaragua o Lucrecia de Gilberto Pinto o, Como Dios manda de Elio Palencia. Apenas son unos ejemplos a manera de punta de iceberg que puede señalarnos que la dramaturgia venezolana cuenta con una amplísima variedad de textos sostenidos desde el monólogo, siendo ellos dramas o comedias y que pueden tocar el asunto histórico con lo cual la proyección del género ilumina e indica que, no debe ser una expresión dramática ligera sino proyectarse como una magnífica oportunidad para que el dramaturgo confeccione historias densas como pertinentes y abordar temas que, a través de la labor del compromiso actoral se constituya en algo más que un mero evento para distraer o evadir.

LONGANIZO

En el marco de la 32ava edición del Festival de Teatro de Occidente, en la Sala "Federico Collado" efectúe una segunda lectura al monólogo, Longanizo del dramaturgo Néstor Caballero (1951). Un proyecto artistico que cobro vida alrededor del año 2013 en la Sala Experimental del Celarg y luego tuvo presentaciones en la Unearte asi en el exterior (Curazao) con una solida receptividad. Un trabajo que aun no suma cincuenta funciones y que debería tener mas presentaciones en ámbitos académicos como en teatros regionales.

Una pieza que aborda el cierre de vida de Simón Bolívar en su paso a la inmortalidad. El héroe despojado de sus áureos mármoles; el ser humano que fue joven y adulto con ideas, sueños, deseos, amores, dolores producto de la perdida de. Seres queridos y una gran decisión ante la vida y las circunstancias sean estas sociales, políticas o derivadas de su gran visión como estadista. Un personaje que se descubre en carne y hueso mas allá de lo trascendente de su hazaña de libertar naciones y fundar repúblicas.

Un texto que colocó al personaje Bolívar en un punto donde el espectador lo puede contemplar en una dimensión inusual: no la del héroe perfecto, no la del guerrero histórico o del genio político sino en lo esencial relativo al hombre que piensa su tiempo, que debe deslindar estar entre la razón pero estremecido por la pasión y los deseos.

Caballero otorgó con este monólogo, un reto para que un actor inteligente como y enteramente agudo en su profesión, supiese apropiarse de un reto y desde allí, conferirle otras capas de significación tan necesarias para re dimensionar a esa figura que, para nosotros tiene múltiples ángulos y misterios que aun estan por ser descifrados. Un soberbio texto que, en las manos y en la perspicacia de un buen actor, se potencia con una fuerza brutal.

La agrupación Séptimo Piso dirigida por el incansable Dairo Piñeres, por razones algo rocambolescas, accedió a este texto de Caballero y haciendo un aparte dentro de su particular decurso de producción teatral, decidieron asumirlo en una escenificación donde estuvieron acompañados por el propio dramaturgo.

Apelando a una puesta bifrontal, con elementos escénicos bien pensados que formasen una unidad comunicante espectaculo / espectador, se construyó un ámbito que contiene sus articulaciones propias con el texto base. Una puesta con su ritmo propio, con correspondencia a una atmósfera dramática precisa que ni le sobra ni le falta. Piñeres supo acompañarse con excelentes profesionales a fin de consolidar este espectaculo, entre ellos estuvieron: Joaquín Nández (diseño de vestuario); Alfredo Caldera (diseño de iluminación), Héctor Becerra (diseño de escenografía). Aunque pueda haber olvidado uno que otro nombre, todos se aunaron en la constitución de una propuesta que enalteció este monólogo de Caballero.

En su centro, el reto de encarnar a este Bolívar / Longanizo recayó en uno de los actores fundadores de esta agrupación como lo es: Alexander Rivera (Caracas, 1979) para que encarnase este singular papel.

El lance, cuadró de forma óptima y se construyó un montaje que, sin lugar a dudas, crea un hito no solo en la trayectoria de este colectivo - que esta cercano a sus veinte años de actividad escénica-sino que permitió puntualizar que un director si desea, puede concretar algo diametralmente opuesto a lo que lo ha caracterizado en el camino de la dirección teatral.

Alexander Rivera es un actor y profesor universitario de la UNEARTE (donde dicta las cátedras de maquillaje y práctica dramática II) que ha sabido intuir y sustanciar de forma coherente la dimensión de cada personaje uno de los papeles que ha tenido bajo su responsabilidad.

Un creador inquieto, que investiga, que esta preocupado por su quehacer artístico y que sabe entender que en las tablas la profesión se consolida.

Su actividad en el teatro nacional, se remonta al año 2006, cuando en sus inicios con la agrupación Séptimo Piso su presencia se insribe en una obra infantil.

Su trayecto artístico le ha permitido consolidar un periplo histriónico que le ha consolidado como uno de los talentos de buen peso en el teatro caraqueño y hasta con proyección nacional.

Actor dúctil, perspicaz y técnico, preocupado en investigar e indagar cuando tiene en sus manos un papel a componer lo expone como el tipo de artista que la escena agradece ya que ello ha quedado demostrado en todas y cada una de sus trabajos siendo la crítica especializada y sobre todo, el público quien le ha recompensado con un sincero aplauso su entrega sobre el escenario.

Como colofón, solo diré que Longanizo supo elevarse como un majestuosa propuesta que gano con sinceridad el aplauso del espectador portugueseño ya que mas allá de ser un monologo, se constituyo en una ventana de arte y una retadora rendija para re visualizar la figura de el Padre de la Patria.