jueves, 28 de enero de 2016

LA VIDA A VECES ES UN SUEÑO DIFÍCIL DE ACEPTAR

Si bien este arranque de año 2016 está siendo marcado por las reposiciones teatrales de lo que fueron marcados éxitos escénicos de la pasada temporada – tanto para lo referido a producciones de arte como de tono comercial digestivo- la cartelera ya muestra alguna que otra opción para el público espectador que desee dilatar sus pupilas con propuestas de interés.

En tal sentido, una versión que partió de la investigación del texto teatral La vida es sueño, de uno de los máximos exponentes del Siglo de Oro español, Don Pedro Calderón de La Barca. Se ha venido exponiendo en los espacios de la Sala Rajatabla por el tercer Taller Integral de Teatro (TIT) del grupo Centro de Investigación Artística Nueva Escena (CIANE). Colectivo nacional que ya tiene más de diez años ininterrumpidos en la escena nacional e internacional y que, ha expresado con claridad que sus búsquedas han estado ancladas dentro del trabajo creador e investigativo.

CIANE con este taller montaje de La vida es sueño, logró una vez más, concretar ante la mirada del público que su sello de riesgo no descansa. El todo de sus indagaciones conceptuales se centraron en decodificar y armar un espectáculo cercano a una hora cuarenta minutos donde lo primero que destaca, es su osadía frente al terreno formal del clásico.

Para ello, es que CIANE y su joven staff actoral centró lo que ha sido su directriz esencial que los ha caracterizado por más de una década ininterrumpida de trabajo: aplicar hasta donde fuese posible, las nuevas tendencias que el teatro físico como técnicas del teatro de la altura demanda.

El fruto ha sido detallar que aunque sean jóvenes artistas quienes irrumpen en la escena por medio de este taller, ese tipo de codificación CIANE estuviese presente. Quizás al purista del teatro de texto clásico español esta clase de indagación sea un exabrupto pero creo que sin riesgo para estar en este siglo XXI, el clásico formal con sus parámetros ortodoxos de métrica del verso y las formas caracterizadoras de una época pretérita, pues no haga ese necesario puente de mensaje entre el ayer y el hoy. He allí donde el TIT logró sintetizar su esfuerzo: el concepto de libertad.

Para sustanciar ello, esta versión y puesta en escena dadas por Soraya Orta y con excelente soporte de producción general y dirección técnica de Peggy Bruzual la estética y la destreza, la habilidad y la eficacia física de sus histriones en una exploración que hace que veamos que los textos más connotados de cualquier época son susceptibles de ser asumidos sin temor.

Propuesta sostenida por Daniela Serrano, Francis Ascanio, Maddy Hernández, Daniela Sánchez, Badyr Paracuto, Yorman Zerpa, Jesús Blanco, Luis Beltrán, Wallesky Valenzuela junto con Jota Leall y Luigi Lobig como actores invitados. El trabajo de vestuario de Rufino Dorta y la iluminación de Peggy Bruzual, terminan de armar lo que yo pienso que todo espectáculo teatral debe ostentar: un sello de intrepidez.