jueves, 21 de julio de 2016

EN BUSCA DE EL ALMA BUENA DE SE- CHUAN


El pasado fin de semana dentro de una abigarrada cartelera de propuestas, montajes y producciones teatrales que, se exhiben en nuestra urbe, busqué una opción para ver, disfrutar desde el gozo artístico estético y, en el mejor de los casos, que me ofreciese un extra: calidad y una cierta capacidad de entregarme alguna clase de mensaje en este momento país/ sociedad.

Había algunas opciones pero, recordé que el Centro de Creación Artística del Taller Experimental de Teatro (TET) me había extendido una invitación la cual era, su propuesta El Alma Buena de Se-Chuan. Y decidí irles a ver. Salí en búsqueda de esa incógnita, de sí hallaría un montaje que no fuese una pálida aproximación, versión y/o adaptación de la pieza escrita por el dramaturgo alemán Bertold Brecht (1898 -1956) bajo el título: Der gute Mensch von Sezuan (El hombre bueno de Sezuan, 1943).

Y sí, ¡la hallé!; pero no el texto original, sino una versión justa, con cierto toque latinoamericano, con ingredientes no tan ortodoxamente ceñidos a lo que el autor en vida, efectuaría bajo la égida del Berliner Ensamble; una versión trabajada más sintéticamente para la visión de trabajo creativo de un grupo como el TET – que, en sus 45 años de actividad ininterrumpida, se ha situado en eje referencial de creación, formación e investigación del país- y cómo tenía que ser, hallé un Brecht cardinal e ilustrativo.

Su trabajo El Alma Buena de Se-Chuan a lo largo de su afiligranada puesta y respuesta histriónica, mantuvo esa medular sintonia con el momento de crisis de esta sociedad, con la capacidad de no traicionar el postulado temático argumental que hilvanó y asentó el distanciamiento y sus obligadas técnicas para el actor.

Un todo preciso, que evitó regodearse en la proyección artificial de la escena y que colocó esa barrera ante el canto ilusionista subjetivo. Fue, un trabajo que supo aprehender/proyectar lo que, Brecht asumía como sustrato tras esta pieza: una veta doctrinal sobre el correcto proceder.

Fue dialéctica reformulada para el espectador actual. Hubo con este montaje, esa viva correlación con un público y dentro de él, con cada espectador. Por eso, la versión a seis manos dad por Enmanuel Barroeta, Joe Justiniano y Lya Bonilla – esta última, la directora- catalizaron un texto justo, lúcido y preciso. La puesta, pues, llena del planteamiento dialéctico que obliga al espectador a cerrar, con su juicio, el final de esta pieza.

Desde la composición espacial pasando por la ubicación de los elementos escénicos que la conformaron, desde las sutilezas de la música en vivo (ejecutada por Boris Paredes, Beruzhka Paredes, Georgias Sánchez y Julio Alcocer) al técnico desempeño actoral de los maestros Guillermo Díaz Yuma, Costa Palamides, Carlos Sánchez Torrealba y Ludwig Pineda quienes lucieron excepcionales por saber apelar y emplear cabalmente su dilatada sabiduría histriónica en función del reto compositivo para este reto espectacular; acompañados por la eficacia del manejo en sus respectivos papeles asumidos con entrega y fuerza por parte de Mónica Quintero, Héctor Castro, Dixón García y finalmente, a Matilda Corrales que, esta vez, la sentí un tanto desenfocada a pesar de ser magnífica actriz, a Alí Rondón, Jariana Armas, Louani Rivero, Aromai León, Vera Linares y Andreina Salazar.

Vestuario, iluminación, elementos escenográficos, imagen, producción general todo hilado a fin que, El Alma de Se-Chuan en su corta temporada, sea lo que un espectador exigente debe ver y disfrutar. Si usted la busca: ¡la hallará!

Reseña publicada en El Mundo Economìa&Negocios, Julio 2016